Padre nuestro, que en el cielo estás, no circunscrito, mas por el más amor que a los primeros efectos allá arriba has.
Alabado sea tu nombre y tu valor de toda criatura, porque es digno rendir gracias a tu dulce vapor.
Venga a nosotros la paz de tu reino, que a ella por nosotros no podemos no, si ella no viene, con todo nuestro ingenio.
Como de su querer los ángeles tuyos te ofrecen sacrificio, cantando hosanna, así también los hombres del suyo.
Danos hoy el cotidiano maná, sin el cual por este áspero desierto atrás se vuelve cuando más de ir se afana.
Y como nosotros el mal que hemos sufrido perdonamos a cada uno, también tú perdona benigno, y no mires nuestro merecido.
Nuestra virtud que fácilmente se rinde, no pruebes con el antiguo adversario, mas líbranos de él, que así la incita.
Esta última oración, hacemos, señor caro, no ya por nosotros, que no es menester, mas por los que detrás nuestro quedaron."
Así para ellos y nosotros el buen auspicio aquellas sombras rogando, iban bajo el lastre, tal como el que a veces se sueña.
Diversamente agobiados todos en rueda y fatigados en la primer cornisa, purgando la calígine del mundo.
Si de allí siempre el bien se nos pide, de aquí ¿qué no podrán pedir y hacer por ellos los que aquí tienen de su querer buena cepa?
Bien sea ayudarlos a lavar sus manchas que llevaron de aquí, para que, limpios y leves, puedan salir a las supernas ruedas.
¡Ah! Que justicia y piedad os alivien pronto, de modo que podáis batir las alas que según vuestro deseo os lleven.
Mostradnos de que lado hacia la escala se va más breve; y si hay más de un paso, enseñadnos cuál menos brusco se eleva.
Que éste que va conmigo, por la carga de la carne de Adán con que se viste, a trepar, contra su voluntad, es parco.
Sus palabras, que dieron a éstas que dichas fueron por el que yo seguía, de quien vinieron no fue manifiesto.
Pero se dijo: A la derecha por la orilla venid con nos, y hallaréis el paso por el que pueda subir una persona viva.
Y si no estuviera impedido por la laja que doma la soberbia cerviz mía, por lo que debo andar con la vista baja.
A este, que aún vive y no se nombra, lo miraría, para ver si lo conozco, y para que se compadezca de mi alforja.
Yo fui latino, y nacido de un gran Tosco: Guillermo Aldobrandesco fue mi padre; ignoro si su nombre ya estuvo entre vosotros.
La sangre antigua y las acciones liberales de mis mayores me hicieron tan arrogante, que, no pensando en la común madre.
A todo hombre tuve en desprecio tanto que de ello morí, como los sieneses saben, y lo sabe en Campagnatico todo parlante.
Yo soy Humberto; y no sólo a mi dañó la soberbia, porque a mis parientes todos a la desdicha arrastró.
Y así es menester que este peso cargue por ella, hasta que a Dios satisfaga, pues vivo no hice, lo que entre los muertos hago.
Escuchando incliné abajo la cara; y uno de ellos, no éste que hablaba, se torció bajo el peso que lo clava,
Y vióme y conocióme y me llamaba, los ojos fatigados absortos en mí que muy inclinado con ellos marchaba.
¡Oh!, le dije, ¿no eres tú Oderisi, el honor de Agobbio y de aquel arte de iluminar llamado así en París?
Hermano, me dijo, más dan las planchas que Franco Bolognese a pluma traza; el honor es todo suyo, y mío en parte.
Cierto que tan cortés no hubiera sido mientras vivía, por la ambición de grandeza, que mi corazón buscaba.
De tal soberbia aquí se paga lo debido; y aún aquí no estuviera, si no fuera que, pudiendo pecar, me volví a Dios.
¡Oh vanagloria de lo que puede el hombre! ¡cuán poco verde en la cima dura, mientras la edad no la vuelve tosca!
Creía Cimabue en la pintura tener el cetro, y ahora es del Giotto, y la fama de aquel ahora es oscura.
Así ha robado uno del otro Guido la gloria de la lengua; y quizá ya haya nacido quien a uno y otro echará del nido.
El mundano rumor no es más que un vaho de viento, que ora viene, ora va, y muda de nombre porque muda de lado.
¡Qué mayor fama tendrías si en la vejez salieras de la carne, que si hubieras muerto cuando dejabas la "papa" y el "din".
De aquí a mil años? porque es más corto ese espacio ante lo eterno, que lo es un parpadeo respecto del cerco que más tardo en el cielo ronda.
De aquel que tanto ante mi se adelanta, Toscana resonó entera; y ahora en Siena apenas se musita.
Donde era señor cuando fue destruida la rabia florentina, que gloriosa era en aquel tiempo, y ahora es puta.
Vuestra nombradía es color de hierba, que viene y va, y aquel la decolora por quién ella sale de la tierra acerba.
Y yo a él: tus veras palabras graban en mí buena humildad y el gran tumor aplanan; mas ¿quién es del que recién hablabas?
Es, respondió, Provenzan Salvani; y está aquí porque presumiendo quiso tener a toda Siena en sus manos.
Así va y así marcha sin sosiego desde que murió; con tal moneda paga y satisface quien allá abajo osó tanto.
Y yo: Si un espíritu aguarda, antes de arrepentirse, la orilla de la vida, abajo se retrasa, y no sube arriba.
Si una buena oración no lo auxilia, antes que pase tanto tiempo cuanto ha vivido, ¿cómo fuéle concedida la venida?
Cuando más glorioso, dijo, vivía, libremente en el Campo de Siena se instaló, depuesta toda vergüenza.
Y allí por sacar a un amigo de la pena que sufría en la prisión de Carlos, se comportó hasta temblar todas sus venas.
Mas no diré, y se que oscuro hablo; mas en poco tiempo, tus vecinos, obrarán de modo que tu podrás descifrarlo.
Tal acción lo libró de aquellos confines.
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La Divina Comedia: El Purgatorio(COMPLETA)
ClássicosLa Divina comedia es un poema escrito por Dante Alighieri escrito a principios de 1300. Es considerada la obra maestra de la literatura italiana y una de las cumbres de la literatura universal. Se divide en tres partes: el Infierno, el Purgatorio y...