Treinta y cinco

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No podía permitirme llegar más de una hora tarde. Papá me mataría. Estábamos hasta el cuello de trabajos, aunque mi hermano trabajaba bastante rápido yo tenía más fuerza y papá sabía la forma perfecta de reparar o construir las cosas, éramos el equipo perfecto.

—¡Oye ten cuidado! —me gritó un hombre desde su auto, estaba tan distraído que no me di cuenta de lo cerca que estuve de causar un accidente.

Tenía que encontrar un taxi disponible. Cuando al fin vi uno al otro lado de la calle corrí antes de que el semáforo cambiara a verde. Uno, dos, tres pasos largos. Estaba es punto de llegar al otro lado... cuando sentí un fuerte golpe que me derrumbó, mi vista se nubló y mi mundo se hundió en un hoyo negro.

 cuando sentí un fuerte golpe que me derrumbó, mi vista se nubló y mi mundo se hundió en un hoyo negro

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Esta obra pronto acaba...

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