Parte 1

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Capítulo re-escrito (6-11-18)


Un hombre alto y de pelo blanco se encontraba dentro de un consultorio, siendo su trabajo el analizar y ayudar pacientes del hospital psiquiátrico en el que trabajaba, ese día se dedicaba fervientemente a leer sus perfiles psicológicos para determinar la forma en que los trataría en sus siguientes visitas.

Un par de golpes en la puerta le hicieron levantar la vista de los papeles en su mano, a decir verdad no le sorprendió, puesto que estaba completamente consciente de que aún faltaba una última consulta antes de retirarse del lugar.

—Pase.—

Lo primero que notó de la persona que entró fue su manera elegante de abrir la puerta, siendo totalmente discreto y sin causar ningún tipo de conmoción. Fue un joven rubio el que la abrió, este vestía completamente de blanco, siendo una pequeña mariquita roja en su pecho el único distintivo que resaltaba. En su rostro había una pequeña sonrisa, la cual se partió sólo para decir:

—Hey. —

El joven no tardó mucho en acomodarse, yendo directamente al mueble en donde el peliblanco ya se encontraba sentado. Este se cruzó de piernas y, sin decir una sola palabra más, sólo le observó.

—Giovanna Giorno, ¿cómo te encuentras hoy? —

—Mejor, ahora que he visto tu rostro.—

Se quedó perplejo ante las palabras del rubio, pero no le sorprendió, siempre tuvo ese tipo de "confianza" con él, era casi una rutina que le saludara con un tipo de cumplido o piropo, lo había hecho durante tanto tiempo que dejó de incomodarle. Decidió continuar con su cuestionario programado.

—¿Cómo te ha ido con tus compañeros de habitación?—

—Bien, todo ha ido perfectamente bien, si así se le puede considerar al hecho de que Mista continúa alucinando, Fugo sigue viendo stands por todas partes y Narancia no hace absolutamente nada más que jugar con su avión de juguete.—mientras comentaba esto, se acercó lentamente al contrario.

El mayor no le tomó mucha importancia a su acercamiento, sin embargo, escuchar esos comentarios sólo le hacían recordar lo mucho que le llegaba a fastidiar el hecho de que aún no descubriera una forma de hacer que los demás pudiesen avanzar y mejorar en su estado tanto emocional como psicológico.

—Abbacchio, hoy he tenido un sueño.—se sorprendió de si mismo por unos cuantos segundos para después dejar escapar una pequeña risa. —Ah, perdón, no ha sido uno de esos sueños que repito una y otra vez que quiero realizar, me refiero a un sueño mientras dormía.—

El peliblanco arqueó una ceja, era poco recurrente que aquel joven tuviese sueños suficientemente lúcidos como para recordarlos, por lo que se mostró bastante interesado en este.

— ¿Ah si? ¿Y de qué trató?—

—Era sobre el pasado, cuando llegaste y detuviste el abuso al que sometían a los pacientes del hospital.—

El rubio lo recordaba como si hubiese sido hace pocos días, sin embargo, esto era una mera ilusión, ya que en realidad habían pasado seis meses. El día en el que fue internado comenzó su infierno, los días sólo se diferenciaban por la cantidad de dolor que recibía, los trabajadores le maltrataban como si de un perro indefenso se tratase, y el psiquiatra que le asignaron no se preocupaba por ayudarle a mejorar su condición mental en lo más mínimo, llegando a negarle los medicamentos en más de una vez, ignorando por completo sus constantes quejas. Más de repente, un día en especial, un día en el que los golpes y empujones se propinaban como era costumbre, llegó alguien que lo detuvo todo, alguien que le tendió la mano y se aseguró de que éste y sus compañeros fuesen respetados como cualquier ser humano, que sus derechos se cumplieran y pudiesen por fin llevar una vida tranquila.

—Aún no puedo creer por todo lo que pasaste. De verdad, lo siento mucho.—

—Jej, ¿por qué lo sientes? Tú fuiste quien nos sacó de esa terrible situación, estoy más que agradecido.—

El psiquiatra se mordió ligeramente el labio. Sentía aún bastante impotencia al saber todo lo que le hicieron a sus pacientes, todo el maltrato y sufrimiento por el que pasaron antes de que él llegara. Sabía que no había forma de haberlo evitado, no había forma de que él hubiera podido hacer algo antes de llegar al hospital, sin embargo, desearía poder borrar el pasado y re-escribirlo. La rabia se incrementaba al saber que no todos los "cuidadores" que participaron en estos actos fueron castigados, sin embargo, ahora que él se encontraba ahí, no permitiría que volviesen a causar daño alguno, aún si tuviese que vigilarlos las 24 horas.

—¿Están tus heridas mejor?—preguntó, tratando de despejar su mente de esos negativos pensamientos.

—¿Mmh? Suena a que está buscando una excusa para mirar debajo de mis ropas, Dr. Abbacchio. Aunque no es que me moleste.—Este comentario hizo que el mayor se ruborizara, provocando una sonrisa en el rostro del contrario. —¿Es eso un si?—

—Es un no.—

El rubio, ya estando bastante cerca, le rodeó con ambos brazos y recargó su cabeza en su pecho; él no era mucho de dar "muestras de afecto", aún así, creyó que era necesario mostrar sus sentimientos de alguna manera.

—Sé que no hay muchas formas de que un enfermo mental como yo pueda agradecerle, pero...realmente, estoy agradecido, contigo y con Buccellati. Ustedes fueron las únicas personas que se preocuparon por nuestro bienestar.—

Sintiendo la sinceridad en sus palabras, el mayor correspondió al abrazo. No podía imaginar la crueldad por la que pasó, al punto de querer demostrarle su gratitud de cualquier manera posible.

[ ... ]

Después de algunos minutos hablando de algunas trivialidades, de sus sentimientos y de su convivencia con los demás pacientes, la hora asignada terminó. Sonó un timbre el cual indicó el final de la jornada, y al cual ambos hombres se levantaron.

—Adiós, Abbacchio.—

—...Adiós, Giorno.—

Siempre que el timbre tocaba, el rubio se despedía inmediatamente y salía a paso lento de la habitación, ese día no fue la excepción. Aún así, su semblante se veía distinto al de los demás días.

Ese día, él parecía más alegre.

-AU- "Thank you" (Abbacchio x Giorno) JJBA Vento AureoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora