Prólogo

27 4 1
                                    

Annabelle se sentó en el banco y suspiró. Narumi y Luna se colocaron a ambos lados de ella, impacientes para que su amiga les relatase lo que llevaban una hora esperando. Ni siquiera sabían de qué trataba, pero si había pasado algo, querían saberlo. La chica parecía poco habladora, algo bastante raro en ella, pero no sabían si presionarla.

-Anna, ¿vas a contarnos ya qué ha pasado? – preguntó Luna, cansada de esperar -. A este paso se pasa la media hora y tenemos que volver a hacer gimnasio.

Se suponía que debían estar corriendo. Después de remar, el club hacía media hora de carrera y otra tanta de gimnasio. Pero a ninguna de las tres le agradaba correr, así que se escondían en aquel parque rodeado de arbustos y esperaban a que pasase el tiempo. Probablemente sus compañeros lo sabían pero mientras su entrenador permaneciese en la inopia les daba igual.

-¿Os acordáis de la concentración de la semana pasada? – preguntó Annabelle mordiéndose las uñas.

-¿Ha pasado algo hace una semana y no nos lo has contado? – se quejó Luna.

Narumi le dirigió una mirada seria para que se callase. Si interrumpía todo el rato no iban a enterarse de nada. Ella captó la indirecta y ambas asintieron.

-Me declaré a Ethan – susurró.

-¿¡Qué!? – gritaron las dos a la vez.

-Shhh.

-Pero, ¿qué pasó? ¿Cómo? ¿Por qué? – preguntó Narumi.

-Bueno, la verdad es que jugando a prueba o verdad Layna y Cheryl me retaron y le envié un mensaje – explicó Annabelle -. Dijo que no era mutuo y yo le respondí que ya lo sabía – rió -. Pero no ha pasado nada.

-Pero... No hemos notado ningún cambio entre vosotros – comentó Luna.

-Porque no ha pasado nada – repitió Annabelle con una sonrisa.

Narumi miró extrañada a su amiga. Pensaba que se lo iba a tomar peor, pero parecía bastante satisfecha. También le daba cierta envidia dado que confesarse, decir a alguien que te gusta, no era fácil. Nunca lo había hecho y en aquel tiempo era algo que le daba cierta rabia no poder hacer.

Annabelle miró la hora en su móvil. Quedaban cinco minutos. Si no comenzaban a dirigirse al gimnasio, llegarían tarde. Y nadie se creería que habían corrido de más.

Cuando llegaron esperaron un minuto a que los demás entrasen y comenzaron el entrenamiento de gimnasio. Annabelle se reunió con Cheryl y Layna para hacer la escalera de dorsal y Narumi y Luna se juntaron con Tanisha para hacer la de pectoral. Como el entrenador se había tenido que ir el gimnasio se convirtió en un juego permanente. Los chicos más pequeños comenzaron a molestar al segundo grupo de chicas, haciéndoles reír mientras hacían ejercicio, obligándolas así a parar por la falta de fuerza. Una de las veces la barra con las pesas casi cayó sobre el cuello de Tanisha. Por suerte, Narumi y Luna la agarraron a tiempo. Las tres miraron enfadadas a Aureth y Azai, los causantes de la broma.

-¿Sois imbéciles? – gritó Tanisha -. ¿No sabéis dónde están los límites?

-No es para tanto – dijo Azai -. No ha pasado nada.

-Podría haber pasado – replicó Luna -. Id a hacer vuestra escalera y dejadnos en paz.

-Oh, vamos, Luna, no te enfades – dijo Aureth con una sonrisa -. Lo sentimos.

Azai lo miró con las cejas arqueadas pero su amigo le dio una patada y suspiró.

-Lo siento – asintió a regañadientes.

Enlazados por una lagartijaWhere stories live. Discover now