Acostado, mirando al techo. La vida era una mierda.
No había otras palabras para describir lo que vagaba por su mente. Llevaba dos semanas en su nuevo trabajo como conductor de una de las ambulancias del Hospital Central de Gyeongju. Estaba bien y se sentía a gusto por el hecho que no era su primera vez manejando bajo presión.
Sin embargo, el ambiente en el cual le había tocado laborar era su principal incomodidad.
Después de varios meses de solo tener buenos lazos amistosos con la familia de Kyuhyun, Taemin había aprendido que solo necesitaba de ellos dos para estar emocionalmente estable. Sin poder controlarlo, todos los golpes que le había dado la vida en un abrir y cerrar de ojos lo estaban convirtiendo en un total arrogante con el mundo que lo rodeaba.
Porque los demás eran una porquería si eran más felices que él.
No, no quería escuchar a la gente reír, ni celebrando, ni sonriendo. Los odiaba a todos por permitirse disfrutar de la vida como no lo podía hacer él.
Quería un trabajo con el cual no tuviera que convivir tanto con los demás, y la vida de nuevo le pateaba el trasero asignándolo como conductor en una ambulancia con las personas más felices del mundo.
No soportaba que todos fueran un gran equipo; que tuvieran el control de la situación cuando el apenas pisaba el acelerador.
No era nadie y eso lo hacía sentirse en el fondo de un hoyo sin salida.
No habría diferencia si él se iba, pero no le iba a dar el gusto a los demás por disfrutar de su ausencia.
Era desesperante.
Se deshizo de las sabanas y se levantó para ir a la cocina.
Taeyeon era la típica chica fresa que lo sacaba de quicio. Amber era la ruda del paseo que creía tener la razón de todo, Yoona era la castaña mata pasiones y para terminar con broche de oro, Minho era el maldito chico sexy que con una sonrisa que curaba de paros cardiacos a cualquier paciente.
Y todos eran los amigos inseparables.
Idiotas.
Sacó una copa de whisky del mueble y sirvió el licor en ella.
A pesar de estar quemándole la garganta, no encontraba otra forma de conciliar el sueño. Era domingo y al día siguiente tendría una larga jornada. Lo suponía, porque los lunes eran los peores días junto a los fines de semana.
Sabía que menos de dos minutos Kyuhyun lo llamaría. Todos los días lo llamaba para preguntarle sobre su día y escuchar a sus hijos con sus alocadas aventuras era una gran terapia para él.
Después de haber hablado con Luna y Kyuhyun, supo que podía seguir adelante. Ellos fueron la llave perfecta para que el abriera una nueva puerta en su vida y decidiera iniciar todo de nuevo. Ambos lo apoyaron con irse a un lugar desconocido y más tranquilo que Seúl.
Pero a la vez tanta ayuda lo estaba confundiendo.
Se acordaba de las palabras que Luna había recitado cuando él ya estaba terminando con su equipaje:
-"Siwon es un gran Médico especialista en infertilidad, ya hablé con él y está dispuesto a ayudarte. Ya ha tratado con pacientes que comparten tu condición."
A veces quería lanzarse al agua y arriesgarse, pero su otro yo decía que dejara de perder tiempo y dinero
-"Si algo no llegase a funcionar... ¿No piensas adoptar?
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Nuestra Segunda Oportunidad
RomanceLee Taemin creía en el Príncipe Azul: En el hombre que diera su vida por él y con quien formaría la familia perfecta. Ese era su sueño. Estaba anotado en su diario, en sus pequeñas notas de celular. En todo. Sin embargo, un doloroso resultado y el...