🔥Capitulo | 8🔥

80 30 3
                                    

Narra Jianna

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Narra Jianna.

¿Que hago?Era la pregunta mas constante que me hacia. El timbre seguía resonando en mis oídos, todavía tenia mis alas y el problema es que no sabia como quitármelas.

¡¡Jianna se que estas!!Me relaje al escuchar la voz de Dianna detrás de la puerta.

¿Que paso?Hable con tono de pereza tratando de sonar adormilada.

Acompáñame a dar una vuelta por la ciudad, y de paso te enseño algunos lugares que no conozcas todavía.

Me gire para poder ver el reloj ubicado en la cocina el cual, apuntaba las 1:15 am.

¿Estas hablando en serio? Es muy temprano, para la próxima me avisas pero hoy no voy a salir.

Por favor Jianna, no seas así.

En realidad si quería salir con Dianna, pero las alas me lo impedían. En cuanto se valla Dianna tratare de buscar a Adrien para que me explique con claridad como desaparecer las alas.

Tengo sueño, ademas, mañana tengo que madrugar para hacerles un favor a mis padre.

Mm.

¿Mm?... Se te comieron la lengua los ratones o ¿Qué?.

Esta bien... Pero prometerme que mañana si salimos.

Te lo prometo, palabra de amiga.

Escuche unas risas provenientes de Dianna para luego, escuchar como sus pasos indicaban que se iba. Suspire ya que, no fue tan difícil librarme de ella, espere unos minutos para luego, abrir la ventana y pararme en ella.

No sera tan complicado Jianna, ¡Tu puedes!Me anime en mis pensamientos.

Después de mirar las estrellas mientras me animaba, decidí saltar...Estaba cayendo, mis ojos se abrieron como platos al ver como poco a poco el suelo se acercaba a mi.

¡Aletea Jianna... ALETEA!Me regañaba en mis pensamientos.

En ese momento me acorde como el suave aleteo de Adrien resonaba en mis oídos. Pensar que ese dulce momento había pasado hace unas horas... serré los ojos para luego, comenzar a mover mis alas.

cuando finalmente los abrí pude observar el suelo a pocos centímetros de mi rostro. Me incline hacia un lado con el fin de ponerme derecha y prender vuelo. Pero todo fue en vano, era como estar atada a los pies e intentar inclinarse hacia arriba.

Decidí dejar de aletear. Pero por suerte, siempre que caía al suelo mi cuerpo se quedaba flotando a pocos milímetros de este, lo que me salvo de un fuerte golpe en el rostro.

El chico de las alas de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora