Parte 1

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Era un día apenas soleado en las calles de París. Una joven iba caminando por cada una de las calles, estaba maravillada viendo la arquitectura de los edificios. Revisaba constantemente una nota algo arrugada y amarillenta donde tenía anotada la dirección a la que debía llegar. Cuando observó el gran edificio con estatuas en las esquinas y un gran marco de entrada, supo que ya había terminado con su viaje.

Dejó sus cosas las que estaban envueltas en una sábana en el suelo y pronto se dispuso a quitarse los zapatos; sus pies le dolían tan sólo tocarlos y no era para menos, había recorrido varios kilómetros. Sin embargo, su larga espera había terminado o eso parecía y su sueño de volverse cantante pronto tendría resultados si no había problemas de por medio.

Mientras tanto, dos hombres discutían pacíficamente dentro del teatro más conocido y famoso del lugar, claramente...se trataba de negocios.

-Lo siento mucho señor Agreste...lamento tener que ser yo quien le dé la noticias pero ya no es requerido aquí, de verdad lo siento.- Expresaba Kim ligeramente hostil. El señor Agrete, Gabriel Agreste era el director del teatro hasta ahora.- No niego que haya hecho un trabajo excelente, le estaremos agradecidos...-Kim agachó la cabeza con respeto. Gabriel no podía fingir entusiasmo, sólo dio media vuelta y comenzó a alejarse de Nathaniel.

Chloe, la prometida de Kim iba saliendo del teatro y vio muy altiva como el señor Agreste se alejaba. Nathaniel vio a su amada y le tomó de la mano para luego besarla.

-Querida, ha quedado revocado.- Le dijo refiriéndose a Gabriel. Ella sonrió y dio unos cuántos brincos antes de besar en la mejilla a su prometido.

-¡Maravillosas noticas! Esto no podría ser mejor.- Abrazó a Kim y siguió festejando por sí sola. Ser dueña del teatro más famoso más a aparte ser la estrella era todo lo que quería y al fin, lo había logrado, nada ni nadie iba a impedírselo.

-Señor Agreste....¿Qué ha ocurrido?.- Le preguntó Nathalie a Gabriel una vez que lo vio alejarse del teatro.

-Acabo de ser revocado.- Contestó fríamente, no permitía que nadie viera lo que en verdad sentía. El teatro había sido de suma importancia para él.

Nathalie y algunos más veían la clara injusticia que habían cometido con Gabriel, por muchos años había dirigido el teatro con pasión y profesionalismo, las malas lenguas no se hicieron esperar y ya se imaginaban ese lugar destruido por la joven pareja.

***

-Vamos, con mucho cuidado.- Decía un hombre ligeramente encorvado con un uniforme singular que demostraba sus claros servicios al teatro.

La vida del hombre era placentera, le gustaba su manera de vivir, tan tranquila. Los años que había impartido siendo el portero del lugar no tenía queja alguna, si tuviera la oportunidad de escoger de nuevo su vida, escogería lo mismo.

El hombre se quitó el sombrero y rascó su cabeza antes de volver a recibir ciertas órdenes de sus ahora jefes.

-Disculpe señor.- Se escuchó una joven a espaldas del hombre, inmediatamente se giró.

-¿Puedo ayudarla señorita?.- Preguntó amablemente.

-Sí es que estoy buscando al señor Gabriel Agreste, me han dicho que es el director de este lugar...-Explicaba la joven con el semblante claramente cansado por el viaje, tenía mucha hambre también.- Me envió Adrien, el conde de Chagny.- Mientras la chica explicaba, unas jóvenes doncellas fumaban unos cigarrillos y se enteraban de la llegada de la chica y de todo lo que decía, la curiosidad no se hizo esperar.

El fantasma de la OperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora