Miércoles 13 de Enero de 2017
Estoy sentada en el banquito blanco de todos los días. Desde el mostrador puedo observar como la gente disfruta de su helado. Si miro más allá, veo los autos pasar, las bicis, las motos y los colectivos. Algunos que van tan vacíos y otros en los que apenas cierra la puerta.
Aquí dentro, imagino sus vidas.
Hace unos minutos se fue la familia que viene día por medio. La nena que debe tener unos 11, con pelo rubio, una gargantilla en el cuello y sus extremidades son largas, iguales a las de sus padres. El señor lleva unos 48 y la mujer, 46. Ambos altos, uno canoso con anteojos y la otra pelirroja de rulos con nariz redonda.
Me gusta la idea de que vengan los tres a compartir un helado. Siempre llevan 1/4. A veces de flan, amarena y mascarpone. Otras veces de rocher, sambayon y americana. Y no tienen pinta de que les falte el dinero. Sólo les gusta compartir 1/4 los tres juntos.
"Tres cucharitas, ¿no?."
"Sí, por favor."
Y los observo.
Se sientan en el banco de afuera y hablan, se ríen.
Y eso me recuerda a esa vez que vos y yo tomamos un helado. Caminamos y caminamos. Como siempre, sin destino y sin rumbo alguno. Pasábamos cerca del Casino Central cuando me empezaste a ignorar y para llamar tu atención, te tiré mi cuchara. Para mí fortuna, se te pegó en el pelo. Lo que hizo que chillaras y te enojaras más. Eso me hizo reír demasiado. Acelerabas el paso y yo no sabía que hacer para llamar tu atención, así que, corrí hacía tu espalda y te abracé.
"Salí Yamila, dejame."
"No, nunca te voy a dejar."
Y te diste vuelta. Tenías expresión de enojo, lo que me hizo estallar en carcajadas y pude sacarte una sonrisa con mi risa.
Nos besamos.
Y seguimos caminando.
Terminamos cerca de la playa "Las Toscas", un poco más al norte. Nos sentamos en el borde que daba contra la costa y nuestros pies quedaban flojos mientras bailoteaban al ritmo del viento.
Varios minutos sin hablar, en silencio, porque admirábamos como caía el atardecer. Y a pesar que había gente alrededor, sólo existíamos vos y yo. Ningún ruido ajeno me quitaba la atención de las nubes, ni de tus ojos.
Y empecé a hablar, decía lo que sentía y terminé diciendo...
"Te amo".
Con un par de lágrimas contenidas y otras que corrían por mi mejilla. Era la emoción que me daba hablar de mis sentimientos.
Sentí el roce de tus labios en los míos. No era un beso apasionado ni mucho menos algo "fogoso". Era un beso de amor.
El mejor beso de amor.
Sin embargo eso ya es un recuerdo.
Porque hoy, ya no soy la que recibe tus besos.
Me he quedado sin besos de amor.
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Limerencia
RomanceLimerencia (o también amor obsesivo; anglicismo proveniente de limerence) es un estado mental involuntario que resulta de una atracción romántica por parte de una persona hacia otra, combinada con una necesidad imperante y obsesiva de ser respondido...