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Desempacar, desempacar y desempacar.
Es todo lo que he estado haciendo desde ayer.
Me muero por ir al mini cine de Connor pero la parte organizada de mi quiere arreglar todas mis pertenencias antes.
Y hablando del señor de la casa, no lo he visto desde nuestra pelea de ayer.
Niego con la cabeza y sigo con mis cosas.
Cuando me tomo un descanso a medio día mi hermana me llama.
—¡¡¡Maddieeeeeeeeee!!! Por fin vuelves, cuéntamelo todo ¿cómo les fue? ¿a dónde te llevó?—.
Tengo que despegarme un poco el teléfono del oído, esta mujer me va a dejar sorda.
—Bien, viajamos a París—.
Liv se queda en silencio.
—¿Segura que fue bien? No te oyes muy convencida... y eso que amas París—.
Hago una mueca y miro la pulsera que me regaló Connor.
—Si, es sólo que aún estoy algo cansada por el viaje y he tenido que desempacar... ¿en serio tengo tantas cosas?—.
Ella se ríe y parece que mi plan de distracción ha funcionado.
—Claro que estas cansada, seguro que Connor es increíble en la cama y te ha dejado sin...
—¡Olivia!—. Vale, no funcionó nada.
Vuelve a reír.
—No quiero hablar de esto contigo, cuando te casaste con Patrick yo no te andaba preguntando sobre su luna de miel—. Me quejo.
—Que mala hermana eres, no quieres darme los detalles jugosos...
—Como lo menciones nuevamente...
—Vale, vale, cambiemos de tema por algo mejor ¿cocinaras para Connor? ¿o ya tiene cocinera? A Patrick casi le da algo cuando vio nuestra primer cena, ya sabes que tu eres la del talento culinario, no yo—.
—Eh... No lo sé... Pero prefiero cocinar yo—.
—Es un tipo con suerte, te tiene a ti para que le cocines... extraño tus panquecitos de arándanos—. Termina con tristeza.
—Hablando de eso, creo que seguiré con mi desastre en el clóset y después prepararé algo de cenar ¿alguna sugerencia?—.
—Si están recién casados, todo lo que Connor querrá cenarse eres tú querida—.
Me cubro la cara.
—Dios... ¿Liv tienes que ser tan...?—.
—¿Que? ¡Es la verdad! Pero está bien, ya no diré nada—. Vuelve a reírse.
—Le traje algo a los niños... ¿crees que puedas traerlos?—.
—Depende... ¿Yo también recibiré algo?—.
—Como sigas hablando de Connor y...
—¡Ay! Eres una aguafiestas, pero está bien, no mencionaré nada y te visitaremos el próximo fin de semana ¿ok?—.
—Bien, te veo entonces—.
—Claro—.
Cuelgo y continuo acomodando mis pertenencias.
Cuando termino decido bajar a mi nuevo lugar favorito y poner manos a la obra para prepararle la cena a Connor.
Una vez que tengo todo listo miro la hora, son 6:30 y me doy cuenta que no se a qué hora suele llegar del trabajo.
Dejo la comida y voy a ver algo de TV mientras espero que llegue, sin embargo cuando dan las ocho suspiro y voy a meter la cena ya fría en el refrigerador.
Supongo que al menos no deberé preocuparme por cocinar hasta estas horas.
Regreso a la sala y juego con mi celular, entro a las redes sociales y sólo encuentro las estupideces que han dicho de mi estos últimos días.
Connor se equivocaba cuando dijo que los medios olvidarían esto pronto.
Al parecer él desconocía que era codiciado por muchas mujeres que ahora me atacaban en comentarios y mensajes diciendo que era una buscafortunas, que estaba embarazada, que sólo era una pantalla... Quizás eso último sí era cierto...
Supongo que esas tipas estarían felices de tener a Connor y no les importaría esperarlo hasta las 9:30 para cenar.
¿Que diablos le pasa a este hombre?
¡Lleva trabajando casi catorce horas! Aunque no debería sorprenderme después de nuestra luna de miel...
Él si que tiene un compromiso con su trabajo.
A las diez y cuarto decido llamar a Phillip, quien en un momento de coqueteo o mucha embriaguez me exigió guardar su número telefónico durante la fiesta donde Connor anunció nuestro compromiso.
—Hola nena—. Responde con voz gutural.
—¿Phillip?—.
—¿Maddison?—. Responde confundido.
—¿Connor esta contigo?—.
—No pero... ¿como conseguiste este número?—.
—Tu me lo diste—.
—¿Que? ¿De verdad? Lo siento, yo eh... ¿Esta mal si te digo que es un número para mis ligues? Por eso te dije nena... eh... no le digas a don gruñón que te dije eso—.
No puedo evitar reírme, si que estaba muy borracho aquella vez.
—No hay problema, entonces ¿no sabes donde está Connor?—.
—No cuñadita, lo dejé en su despacho a eso de las seis... Ya debería estar en casa ¿no le has llamado?—.
Me muerdo el labio.
—Él... No tengo su número—. Confieso apenada ¿cómo no voy a tener el número de mi marido?
—Entiendo... yo... te lo enviaré en un mensaje desde mi número real, para que elimines este y guardes el otro ¿ok?—.
Sonrio.
—Esta bien, gracias Phillip—.
Guarda silencio y al final dice:
—Así es Connor, linda. Siempre está trabajando, no debes preocuparte—.
—Vale, te veo luego—.
—¡Adios cuñadita!—.
Cuelgo y al cabo de unos segundos me llega el mensaje con el número de Connor pero decido que no voy a llamarle, estoy algo molesta así que no es buena idea porque podría decirle algo fuera de lugar.
Hago zapping en la TV y finalmente le dejo a una película pero ni siquiera le presto atención.
—Maddie...
Escucho que me llaman y abro los ojos, en algún momento me he quedado dormida y cuando me incorporo mi espalda protesta por la posición en la que me encontraba.
Me llevo las manos a la cadera y me estiro.
—¡Ay! Mi espalda...
Levanto la mirada y me encuentro con Connor de pie mirando la televisión algo incómodo.
—¿Que hora es?—. Murmuro y busco el reloj que está encima del librero ¡las 12:30!
Frunzo el ceño.
—¿Siempre llegas a esta hora?—. Le pregunto adormilada.
Él evita mirarme.
—No, yo me... Estaba... lo siento, ¿podrias cubrirte?—. Lo miro sin comprender y cuando bajo la mirada a mi atuendo entiendo el por qué. La blusa que traigo puesta se ha bajado y se ve mi sujetador negro un poco.
No puedo evitar reírme porque Connor se sienta incómodo por algo así, sin embargo me acomodo mi blusa y busco mi sudadera para ponérmela.
—¿Mejor?—. Pregunto con burla.
—No es gracioso y no, no llego tan tarde usualmente—.
Ruedo los ojos.
—Vale—Me pongo de pie—hasta mañana—. Voy a las escaleras y antes de que pueda subir dice:
—¿Podrias no llamar a Phillip? Te dejaré mi número pero no le hables a él ¿entendido?—.
Lo miro con irritación por su tono de reproche.
—Bien, no habría tenido que llamarle si me hubieras dicho a que hora llegabas—.
—Mi hora de llegada varía, la siguiente vez preguntame a mi—.
—Anotado, dejé la cena en el horno para que la calientes, lo haría yo pero se me han quitado las ganas de comer—.
—¿No has cenado?—.
Suspiro y comienzo a subir las escaleras.
—Hasta mañana—.
—¡Maddison!—. Grita y yo me detengo.
—¡Pues no porque te estaba esperando idiota!—.
—Ahora estoy aquí, come conmigo—.
—Lo siento pero no, ¡quizás un día que llegues temprano!—. Corro el tramo que me falta hasta mi cuarto.
—¡Maddison!—. Vuelve a gritar pero yo me encierro en mi habitación.
Me cruzo de brazos y unos segundos después Connor toca la puerta.
—Maddie... Lo siento, yo... ¿puedes abrir?—.
—No quiero discutir contigo, Connor—.
—Yo tampoco, habláremos tranquilamente, te lo prometo—.
—Estoy cansada, mejor mañana—.
Él suspira.
—Vale—. Dice después de unos minutos y escucho sus pasos alejándose.
Intento no llorar pero fallo ¿Qué esperaba? ¿que cenaríamos como cualquier matrimonio? ¿que llegaría y me traería flores? ¿cuando iba a dejar de ser tan estúpida?
Me arrastro a la cama y continuo llorando hasta quedarme dormida.

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Estoy en la penumbra cuando escucho la puerta abrirse lentamente.
Me tenso al ver la silueta de Connor en la pared.
¿Cómo logró entrar?
Luego recuerdo que es su casa y seguro tiene la llave de cada habitación.
Escucho sus pasos en la alfombra y la cama se hunde bajo su peso a mi espalda.
No se cuanto tiempo pasa ahí mientras finjo dormir.
—Lo siento linda... Soy un idiota contigo—.
Me acaricia el cabello y después deposita un beso en el, tomándome completamente por sorpresa.
Me cubre con el edredón y sale de la habitación.
¿Qué acaba de pasar?
En un momento estamos discutiendo y al siguiente hace algo lindo por mi.
Recuerdo lo que escribió en la nota de disculpa "No soy bueno con las palabras..." pero aún así él quería hablar conmigo, quizás debí haberlo escuchado.
Me siento culpable y decido que hablaré por la mañana con él.

--------------★--------------

Sin embargo al otro día ya no está cuando bajo a desayunar.
Así que me paso el resto del día sola viendo películas en su mini cine, el cual me encanta porque tiene de todo.
Más tarde me doy una ducha y cuando bajo mi ropa sucia al cuarto de lavado me encuentro a Connor en la sala quitándose el saco.
—¿Que haces aquí?—.
Ok acabo de hacerle la pregunta más estúpida del mundo pero sinceramente me tomó por sorpresa el verlo aquí tan temprano después de lo de ayer.
Él pasa por alto mi pregunta y sonríe, jodidamente sonríe y desvía la mirada.
—Te dije que mi hora de llegada variaba y... Quería enmendar lo de ayer, perdón... Por todo—.
Si antes estaba confundida ahora lo estaba más.
Parpadeo y termino de bajar los pocos escalones que quedan.
—Bien, no hay problema, yo también lamento el haberte gritado y... Todo—. Le tiendo mi mano y él hace lo mismo sin perder su linda sonrisa. Estrechamos nuestras manos y una corriente electrifica mi brazo  por lo que me alejo y el ambiente se torna algo incómodo.
—¿Tienes hambre? Voy a dejar esto y regreso...
Doy media vuelta pero tropiezo con el borde de la alfombra y mi ropa sale volando de la cesta.
¿Puede haber algo más vergonzoso?
—¿Te hiciste daño?—. Connor ya está arrodillado junto a mi.
—No...
Mi voz apenas se oye y tengo las mejillas ardiendo cuando me pongo a recoger la ropa que salió volando.
Él me ayuda y cuando recoge un sujetador rojo carraspea me entrega lo que juntó rápidamente como si le quemara y dice:
—Te esperaré en la cocina, lo de ayer me encantó, gracias—.
Mi corazón se hincha de orgullo.
—¿De verdad?—. Pregunto emocionada. Olvidando por un momento que recogió mi ropa interior.
Él asiente, se levanta y desaparece en dirección a la cocina.
No debió decir eso. Ahora estoy tan feliz por su halago que no puedo pensar con claridad y cuando regreso a la cocina recuerdo que no he preparado nada para hoy por lo de ayer, ya que creí que igual llegaría tarde.
Me golpeo la frente con una mano y una vez que me regaño mentalmente decido entrar.
Connor está buscando algo en la nevera y yo aprovecho para mirarle descaradamente. Esta guapísimo con ese traje a la medida de color gris.
Levanta la mirada y tiene una expresión culpable cuando cierra la puerta del refrigerador.
—Lo siento, pero no puedo evitar tomar la comida antes... Tina lo detesta pero...
—¿Quien es Tina?—.
—Oh... no te he hablado de mi personal, cuando vengan te los presentaré; Tina es mi ama de llaves y algunas veces cocina para mi, viene los miércoles con su hijo Hugo quien también se encarga de algunas labores por aquí—.
—Ah... Está bien, por ahora podrás quitarle el cocinar de su lista de tareas—.
—¿Segura?—.
—Si... No te arrepentirás—.
—Después de lo que comí ayer te aseguro que no—se acerca a mi peligrosamente—Si es así, de ahora en adelante prometo llegar siempre a las 6:30... Realmente me disculpo por lo de ayer—.
—No hay problema, sé que tu trabajo no es fácil así que no debes cambiar tu rutina por una discusión tonta—.
—Quiero cambiarla, eso era lo que hacía cuando estaba soltero pero ahora que estás aquí tengo otras responsabilidades que cumplir—.
—No quiero que cambies por mi culpa, entiendo tu horario, está bien—. Aparto la mirada de sus increíbles ojos, los cuales me miran con arrepentimiento.
—Pero yo quiero cambiarlo, será mi primer paso para arreglar todo—.
Suspiro.
—Bien, entiendo—le doy una sonrisa—entonces te veré por aquí a eso de las seis—.
Él sonríe de vuelta y recuerdo que no preparé nada.
—Realmente no te esperaba tan temprano—digo mientras pongo algo de espacio entre nosotros—así que prepararé algo rápidamente mientras... No sé... Te duchas o ves la televisión—.
—Seguro, sé que la espera valdrá la pena—. Sale de la habitación y yo me quedo inmóvil tratando de procesar todo lo que acaba de pasar.
Mis pensamientos son un caos por lo que decido ponerme a cocinar para olvidarme de todo por un rato.

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