11. Faith

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Esta vez, al despertar, me encontré con una extraña sensación de tranquilidad establecida en mi, completamente diferente a la vez anterior.

No se oía ni el más minúsculo sonido, tal como si alguien hubiese apagado un interruptor. Al abrir mis pesados párpados me encontré observando un techo completamente blanco. ¿A que se debía aquello? ¿Dónde estaba? Por un momento llegué a pensar que estaba muerto, pero rápidamente descarte esa hipótesis cuando me invadió un horrible dolor en el estómago, similar a cientos de puntapiés, y no tardé demasiado en recordar lo que había sucedido antes de perder el conocimiento.

Quise gritar cuando las memorias volvieron a mi, pero por alguna razón no pude hacerlo. Sino que mi voz quedó atascada en mi garganta y no se oyó ni el minúsculo ruido. De hecho, todo mi cuerpo se sentía entumecido y a duras apenas pude mover un brazo. Fue en ese entonces cuando mi piel rozó algo suave. Giré la cabeza con bastante esfuerzo y allí vi la blanca cabellera de Victor; el albino dormitaba con medio cuerpo en la cama y medio cuerpo en la silla en la que se encontraba sentado, a la par que sostenía fuertemente mi mano, a pesar de estar dormido.

No sabía cuánto tiempo llevaba inconsciente, pero a juzgar por el aspecto cansado que se veía en el rostro de Victor, él había permanecido a mi lado todo ese tiempo, cosa que realmente no me sorprendía. Él jamás me dejaría solo.

— Victor... —intenté llamarlo cuando finalmente recuperé mi voz. Incluso sacudí un poco su mano, pero el peliblanco no mostró ningún signo de estar cerca de despertarse, quizás debía de estar demasiado exhausto. Su respiración también sonaba profunda.

Reposé nuevamente mi cabeza en la almohada y permanecí acostado con Victor a mi lado, estudiando la habitación. Era exageradamente grande; suponía que nuestro propio cuarto en la cabaña podría caber como mínimo seis veces en aquel descomunal sitio y aún así habría espacio para más cosas. Los muebles también se veían elegantes y caros, del tipo que definitivamente no se ajustarían en nuestro humilde hogar.

Y con eso no necesite más pruebas para saber en donde me encontraba. Aún seguía en la mansión del padre de Victor, aquella descomunal propiedad que actuaba como madriguera para sus incontables subordinados. La misma mansión en la que yo había sido un sirviente diez años atrás. Realmente no había cambiado mucho desde ese entonces.

Luego de permanecer otro rato en silencio, una risita producto de mi propia histeria escapó de mis labios e hizo eco en la habitación.

Nos habían encontrado y arrastrado una vez más allí. Todas las memorias que creía haber suprimido de mi mente habían vuelto a torturarme como horribles fantasmas del pasado y no podía hacer nada para detenerlas, simplemente estaban allí para lastimarme.

El algún momento, había comenzado a llorar. Me fue inútil tratar de contenerme. Ni siquiera podía mantener un control digno sobre mis emociones, me habían ganado de sobremanera y me dolía. Recordé lo sucedido con Yurio, lo que solo provocó que llorase con más fuerza. No tenía idea de donde podría estar o si siquiera estaba bien.

Mis sollozos despertaron a Victor. El peliblanco parpadeó unas pocas veces y sus ojos momentáneamente confundidos adquirieron un nuevo brillo al verme despierto. De inmediato se incorporó y llevó ambas manos temblorosas a mi rostro.

— ¡Yuri!

Aún ahora, no pude dejar de llorar. Parecía un niño pequeño que había perdido a sus padres y no tenía ningún consuelo. Las lágrimas distorsionaban mi campo de visión y la mucosidad se había congregado a montones en mis fosas nasales. Incluso mi garganta me dolía horriblemente al respirar. Pero no podía contenerlo, el peso de toda la situación había caído sobre mi. Había tratado de ser fuerte, pero había un límite para lo fuerte que podía llegar a ser un omega.

— ¡Yuri...! Cariño...

Me sentí aún peor cuando Victor también comenzó a llorar.

Victor casi nunca lloraba, él era alguien fuerte. El verlo así me hizo darme cuenta de que algo andaba mal con él. Algo debió de haberle sucedido.

— V-Victor...

Victor no dijo nada, sino que me tomó y me apretó con fuerza contra su pecho. Podía sentir su corazón latir y la calidez de su cuerpo. Enterré mi rostro en su cuello y cerré los ojos. Ambos nos confortamos el uno al otro, y poco a poco mi llanto fue calmándose. Nuestro abrazo pareció eterno; permanecimos unidos quien sabrá por cuánto tiempo, solo nosotros dos en los brazos del otro.

En lo más profundo de mi ser, desee que todo fuera una simple pesadilla, pero no lo era. Victor se separó un poco y besó mi mejilla. Sus ojos también estaban algo rojos, pero sospechaba que los míos lo estarían aún más.

— Yuri, mi amor —su voz sonaba ronca. Me hizo verle a los ojos y con suma delicadeza unió nuestras frentes. Yo acepté su calidez y llevé una mano a la parte posterior de su cabeza. Había vendajes alrededor de mi muñeca y también podían verse varios hematomas en las áreas circundantes. Posiblemente mi rostro y cuerpo estaban igual de heridos. No quería recordarlo ni tampoco me atreví a verme.

Compartimos un cálido beso y al separarnos, finalmente pude hablar. Tal como lo esperaba, hacerlo fue sumamente difícil.

— Victor... ¿Dónde está Yurio? ¿P-porqué no está aquí con nosotros?

Había temor y preocupación en mis palabras y Victor debió de haberlo notado. Por un momento creí que no me respondería, pero sentí alivio cuando en su rostro apareció una pequeña sonrisa y habló acariciando mi cabello.

— No te preocupes, Yuri. Él está bien —aseguró— Has estado una inconsciente una semana. Ahora mismo se encuentra con el chico llamado Phichit, él está cuidando de Yurio. De hecho, ambos estuvieron aquí, antes de que despertaras.

Al oír el nombre de Phichit y que estaba bien junto con Yurio, sentí que me invadía un gran alivio. Recordaba cuando Phichit había salido en mi defensa contra los golpes de JJ y había resultado herido por ello. Había temido que algo le hubiese sucedido a él y a su bebé.

— P-Pero... ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Que sucedió luego de que perdí el conocimiento? Ese tal JJ...

Victor tomó mis manos. Su expresión había cambiado, pero aún me miraba con dulzura.

— Yuri, no necesitas preocuparte por ese tipo, ni por nadie más. Lo que ahora importa es que tú estés bien —dijo— He hablado con mi padre. Le dije que no tengo intención de ser la cabeza de la organización ni nada por el estilo. Ese ya no es mi lugar, yo ya tengo una vida contigo y no pienso echarla a la basura por un capricho de su parte.

— Pero Victor... —quise decir algo, pero el peliblanco me calló antes de que pudiera hacerlo.

— Le dije que nos iríamos una vez que te recuperarás, Yuri. Y eso es lo que pienso hacer. Los tres volveremos a nuestro hogar, tienes mi palabra.

Dicho aquello, besó mis manos heridas y las trató con cuidado.

— ¿Los tres?

— Sí, los tres.

Nuestra vida antes de que todo aquello tuviera lugar ahora parecía tan lejana que dolía. Casi se sentía como una ilusión, pero yo creía en las palabras de Victor.

~*~

*Han pasado 84 años...*

Hi, aquí la autora-san!! Vaya, enserio ha pasado muchooo tiempo desde la última actualización de esta historia. Pido perdón por eso, en serio he pasado por cosas muy complicadas y necesitaba algo de tiempo para reorganizar mis ideas. Solo espero que disfruten de este capítulo y muchas gracias por sus votos y comentarios (así es, yo leo todos los comentarios xd) ❤️❤️

Lazos de sangre [Vikturi; Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora