14. Bond

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El momento de nuestra partida llegaría dos días más tarde.

Previamente un doctor había venido a verme y revisado mis heridas. La mayoría de ellas casi habían sanado por completo, pero aún así se me hacia algo difícil moverme sin sentir punzadas de dolor en mi abdomen. No era que pudiera sorprenderme; pues el área de mi estómago se encontraba decorada con una gran variedad de hematomas que aún no desaparecían y en cambio lucían un fuerte color azulado y púrpura, un recordatorio constante de los golpes de JJ. Odiaba verlos, pues solo me traían malos recuerdos y angustia.

Victor había visto las magulladuras de mi cuerpo a pesar de que intenté ocultarlas de su vista lo mejor que pude. Sabía que solo se preocuparía aún más por mi y eso era lo último que quería. Victor había besado cada herida que se veía en mi piel, una por una, tal como si intentase redimir el hecho de no haber podido protegerme. Se sentía devastado por haber fallado.

— Victor, cariño. No fue tu culpa —le había dicho, pero Victor ya se había resignado a aceptar que si lo era.

— ¿Qué clase de alfa no puede proteger a su omega?

Su respuesta había sido dicha con sinceridad y angustia. Seguí intentando convencerlo de lo contrario, porque ¿cómo podía ser aquella desastrosa situación su culpa? Él no era culpable de nada, y lo sucedido con JJ era mi responsabilidad y solo mía. Yo había actuado bajo mi propia cuenta y criterio, pero Victor se sentía culpable de no evitar que saliera herido.

— Te prometo que haré todo lo que este a mi alcance para protegerte, Yuri —me había prometido luego con nueva determinación en su voz. Me pregunté cuando eran sus pensamientos en aquel momento, pero sabía que no me lo diría si se lo preguntaba.

Victor... cuando su mirada angustiada, ojos apagados y rostro cansado me vinieron a la mente no hicieron más que oprimirme el pecho. No quería admitirlo, pero internamente estaba asustado. El miedo me invadía al ver que mi alfa ya no se abría a mi como solía hacerlo antes. Estaba ocultándome cosas, podía verlo, y ese simple hecho me aterrorizaba. Desde que habíamos sido arrastrados a este lugar, su comportamiento había cambiado.

— Victor... ¿cómo puedo ayudarte? ¿Por qué actúas de esta forma? —susurré para mí mismo, confundido y temeroso.

Me encontraba sentado en el borde de la cama en la habitación que había permanecido durante toda mi estadía allí. Victor había dicho que iría por algo de comida antes de irnos y por ende había salido a conseguirla a la cocina. A su vez, Yurio había salido con Phichit, quien prácticamente le había arrastrado de mi lado para que le ayudase a tender al sol una gran canasta de ropa y sábanas que había traído cargando. Yurio se mostró reticente al comienzo, pero le dije que estaría bien y que en cambio ayudase a Phichit. Aún me sentía culpable hacia el moreno por haberlo metido en mis problemas, a pesar de que Phichit insistía en que todo estaba bien.

Suspiré. Ese cuarto en verdad era grande, lo era aún más cuando me encontraba solo en el. Todo me parecía tan fuera de lugar que de no ser por la ropa nueva que me había traído Victor seguramente me vería como alguien que no encajaba para nada con aquel ambiente elegante. La pérdida de mis lentes también era un problema para mi; no estaba tan ciego, pero a duras penas lograba ver claramente algo que estuviera demasiado lejos. Mi visión había empeorado con el pasar de los años. Realmente necesitaba conseguirme un nuevo par al regresar.

La añoranza por nuestro hogar se hacía cada vez más latente en mi pecho, quería volver. Quería volver y que todo volviera a ser como antes, pero un presentimiento surgiendo en lo más profundo de mi ser me decía que ese no sería el caso. Traté de ignorarlo lo mejor que pude.

Lazos de sangre [Vikturi; Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora