PERDÓN

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Sabía que no podía evadirla para toda la vida. Una solicitud para nuevos miembros en el equipo, tenía que ser entregada en RRHH y al parecer era urgente, ya que ese día, tanto él, como su secretaria tendrían que descansar, pero hicieron que se presentara solo para entregar la solicitud.

Sebastian caminaba por el pasillo de las oficinas de cristal, iba directo a la oficina de RRHH, al llegar se sorprendió con lo que vio, o mejor dicho, a quien no vio, en la oficina se encontraba un chico delgado de cabello castaño, estaba sentado en la silla revisando su celular. Sin pensarlo dos veces, el hombre entro a la oficina y camino directo al escritorio.

¿Y la señorita Elizabeth?-

El joven se sobresaltó y dejo su celular en el escritorio, cuando se recuperó del leve susto, se molestó al ver que aquel hombre había entrado sin llamar a la puerta.

Buenas tardes señor- Se levantó de su asiento -La señorita Henderson dejo la empresa hace un par de días, está ya no es su oficina- Se paró recto, pero aun así, Sebastian lograba sobresalir, en estatura y masa muscular.

Sin tomarle importancia al joven, dejo la solicitud en el escritorio y salió de la oficina, camino directo al elevador, presiono el botón que lo llevaría hasta su piso de trabajo, así comenzó a andar pero éste se detuvo un par de pisos antes de llegar, las puertas se abrieron y revelaron la presencia de Anthony, sin un saludo previo y con fuerte voz, Sebastian interrumpió el silencio.

¿Por qué no me dijiste que Elizabeth dejo la empresa?-

No creí que te importara, después de lo que paso en tu casa- Anthony veía directo a las puertas del elevador.

Así que te conto ¿eh?-

Claro, es mi amiga-

Yo también soy tu amigo-

No, no lo eres- Fueron las últimas palabras del hombre antes de salir del elevador.

Ya fuera de ahí, ninguno de los dos volvió a hablar, solo se dirigieron a sus oficinas.

Sebastian se sentó en el sofá, ya no tenía nada que hacer ahí, podía ir directo a su casa y pasar el resto del día viendo como una niñera cuidaba de sus hijos porque ellos ya no querían estar con él o solo quedarse ahí y matar el tiempo, porque ya no le quedaban más amigos para charlas.

Después de meditar por un par de minutos, tomo su saco y salió de la oficina.

Mientras tanto en la florería, Elizabeth ya tenía la práctica suficiente para encargarse de algunos arreglos de flores y ese día terminaba un pedido de narcisos blancos.

Cariño, ve a la bodega y tráeme las tijeras pequeñas- Pidió su tío.

Ella obedeció de inmediato y entro a la bodega para buscar las tijeras. Concentrada en su tarea de búsqueda, logro escuchar una campana que indicaba la entrada de algún posible cliente.

Buenos días, ¿en qué puedo ayudarlo?- Escucho decir a su tío, dirigiéndose a la persona que acababa de ingresar.

Necesito un ramo- Una voz gruesa resonó en el lugar.

Ella estaba a punto de salir de la bodega, pero la voz familiar hizo que frenara y solo asomara parte del rostro para lograr ver al cliente, después de hacerlo, decidió quedarse dentro, su tía pasaba por fuera de la bodega, así que decidió tomarla del brazo y atraerla a ella.

¿Qué sucede querida?- Estaba desconcertar por el extraño y repentino comportamiento de su sobrina.

No grites, ¿recuerdas el hombre del que te hable?- Dijo con voz baja para no ser escuchada desde afuera.

Padres SolterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora