Salió del centro con su simple chaqueta de cuero negro, había dejado su bufanda y su abrigo a la pequeña, aquel lugar le parecía muy frío. No por la temperatura, sino por la falta de felicidad. Todos parecían estar atrapados en esas paredes por supuestos profesionales que decían ayudarlos. Todas esas personas estaban tristes, porque no encajaban en la sociedad, porque eran llamados locos por tener una mentalidad diferente.
Aquel no era lugar para una muchacha tan brillante como ella, hasta su propio nombre transmitía felicidad. Sunny debía estar fuera, debía estar con él.
Yoongi ni siquiera sentía el frío de los primeros días de enero. Hacía pocos días que había comenzado a nevar y, aunque ahora no lo hiciera, las calles y carreteras seguían llenas de esa hermosa blancura que le recordaba a ella.
Caminó más deprisa sacando su teléfono del bolsillo de su chaqueta. Miró entre todos sus contactos y marcó el único número que supo que podía ayudarle.
-¡Yoongi, creí que no ibas a volver a llamarme!-Fue lo primero que escuchó por parte de aquella alegre y estridente voz.
-Cállate y escúchame.
El pelinegro aceleró el paso con las ganas de llegar a su casa y preparar todas sus cosas. Comenzarían tiempos difíciles para él.
-Necesito volver a Daegu, necesito el dinero-dijo.
Al otro lado de la línea todo quedó en silencio, su mejor amigo no comprendía sus palabras, o tal vez si lo hacía, pero le costaba creérselas.
-Pero Hyung, dijiste que no volverías, dijiste que vivirías por tu cuenta, que serias libre y que no vivirías com...
-Lo sé Jimin, lo sé-le interrumpió.-Pero se la han llevado, no sé qué hacer y es la única manera Jimin, es la única manera que encuentro para salvarla-explicó a la vez que entraba al viejo edificio de tonos grises en el cual vivía.
-¿Qué?-el menor seguía sin comprender nada-¿Quién es ella?, ¿De qué hablas y a dónde se la han llevado?
Yoongi sacó un gran bolso oscuro y se dirigió a su armario sujetando el teléfono con su oreja y su hombro. Tiró toda la ropa que encontró de manera desordenada dentro del bolso y suspiró al ver que su mejor amigo no le comprendía.
-Joder Jimin, no tengo tiempo para explicaciones, compraré el primer billete para Daegu y saldré de Seúl, ahora mismo.
-¡No puedes hacer eso!-gritó haciendo que Yoongi se enojara y apartara el aparato de su oído.-¡Prometiste ser libre!
-No hace falta que grites idiota, casi me dejas sordo-le regañó-, de todas formas no tengo otra opción.
[...]
El pelinegro se subió al tren y recostó su cabeza en la ventana cerrando los ojos por lo que creyó ser sólo diez minutos, mas se había quedado dormido.
Tenía el ceño fruncido y parecía bastante enojado. Los flashbacks corrían por su cabeza recordándole por que no debería ir a Daegu.
Recordó las palabras dichas anteriormente por su mejor amigo y ese "prometiste ser libre" se le quedó grabado en la memoria haciendo que parte de él se asustará por romper tal promesa que se había hecho a si mismo y a todos aquellos que dejó atrás cuando consiguió huir.
"-Puedes huir cuanto quieras, pero tu familia te seguirá esperando, aquí, en Daegu, donde debes estar."
"-No puedes irte, si tu te vas papá lo pagará con nosotros. No te vayas Hyung..."
"-Han encontrado esta carta Hyung, es de tu madre."
Yoongi abrió los ojos a la vez que su cuerpo entero temblaba. No podía ni descansar unos segundos en el tren sin rememorar aquel infierno.