Capítulo 48: Demonio de Cristal

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Alexis

Un fuego abrazador sacudió su interior, haciéndole saber que ya no había marcha atrás. Aquella puerta que se había esforzado por mantener cerrada dentro de sí, se abrió estrepitosamente permitiendo que el pecado, la muerte y la traición se apoderaran de ella.

Tal sublime sabor amargo, sabor que inundo su boca. Tal vez sonara extraño, pero para ella, ese era el sabor de la guerra. Ese sabor desagradablemente adictivo.

La puerta se rompió.

Su padre ya carcajeaba sin control desde mucho antes. Esa risa era tan contagiosa, como una enfermedad. La grutal risa que había empezado como apenas un pequeño quejido en el viento se había trasformado  en una desquiciada carcajada.

Por el rabillo del ojo pudo contemplar a su princesa con la mirada fija al frente, su expresión no cambiaba, permanecía estática. Su hermoso cabello amarrado en una larga trenza se movía con violencia como el viento. Tan perfecta como siempre.
Entonces grito, su princesa se unió al gran grito que podía estremecer a cualquiera que lo escuchara, avisando que la muerte llegaba y el perdón se perdía, la rubia desenvaino su espada y apunto al frente con autoridad y fuerza. Un grito lleno de valentía. ¡Esa era la mujer que amaba!

La pelinegra freno un poco la velocidad de su corcel, para así dar ventaja a sus guerreros que apuntaban con largas lanzas hacia el enemigo. Lucy hacia lo mismo. Pero su padre. Ese desquiciado. Hizo todo lo contrario. Su caballo corría si control y entonces el impacto se dio.

Las fuerzas chocaron.

Y un asfixiante fuego azul ilumino a las fuerzas enemigas.
Todo pasaba tan rápido que cuando se giró. Ya no encontró a Lucy.

Algo estrujo su corazón provocándole más dolor que lo que cualquier arma pudiera causarle. ¡Tenía que encontrarla!
En esa mujer tenía que ir ese brillante anillo que guardaba en sus ropajes. Esa mujer... Esa mujer tendría que estar para siempre a su lado.

Llena de ira, lanzo un feroz grito  y permitiendo que  su caballo corriera un poco más, ella se lanzó como una fiera hacia sus próximas víctimas.
No hubo tiempo de reaccionar, la pelinegra callo sobre los caballeros de armadura dorada.
Su cicatriz ardió provocándole un gran dolor,  que en lugar de hacerle gritar le hizo reír. Con un brutal golpe al rostro consiguió romperle la quijada a su presa.  Un joven, de menos de 15 años. Lagrimas salieron de sus ojos y Alexis dio un salto hacia atrás para dar espacio al ave oscura que caía en picada a una velocidad aterradora, cayendo sobre la cara del chido y arrancándole los ojos al instante.
Rápido y seguro, de inmediato Kreyn hizo su aparición humana ante todos y dedico una brillante sonrisa a su dueña.

Nunca lo había visto tan feliz y no dudaba que esa alegría conllevara a algo relacionado con Saphire.

El oscuro joven rápidamente se situó a su lado, dando una mortal patada a otro caballero. Sus mejillas comenzaban a doler. Pero la sonrisa en su rostro era algo que no podía desaparecer. Carcajeo repentinamente mientras se abalanzaba hacia adelante evitando un posible ataque. De inmediato se dio la vuelta y pudo percatarse de que tras ella una gran hacha de hierro había conseguido rasgar su capa hasta el punto de que ya era inservible.

-¡Amaba esa capa, cerdo malparido!-Grito cabreada.

Ya se había ganado una muerte segura.

La pelinegra  peleaba sin ningún problema, en el momento en que habían salido esas palabras de su boca, aparecieron otros tres hombres de la misma complexión exageradamente robusta al lado del destructor de capas. Tres hombres robustos, cada uno armado con una enorme hacha de hierro.
No era nada que no pudiese controlar.
La pelinegra se movió con agilidad y violencia. Su furia y excitación era incontrolable. Y salto hacia uno lista para clavarle su filosa espada. El hombre intento ponerse en guardia, pero se lo impidió el cuervo que con sigilo y astucia lo retenía dejándole el camino libre a Alexis.
La espada se clavó en su pecho y la pelinegra no resistió  las ganas de jalar el arma hacia abajo, con tremenda fuerza había conseguido partir aquella desagradable armadura y como si se tratara de una fuente, la sangre se desbordo de su pecho, manchando de color carmesí la mayor parte de la armadura.

Yo no soy tu príncipe [yuri/lesbico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora