Sus ojos no podían dejar de desviarse para mirarle. Era como un acto que, por mucho que lo quisiera evitar, inconscientemente acababa repitiéndolo una y otra vez.
No se saciaba por mucho que clavara su vista en él. Ya se había grabado cada mechón de su cabello azabache y cada detalle de sus iris verdes, pero parecía no ser suficiente.
No había pasado inadvertida. Él solía darse cuenta, y de hecho le había preguntado un par de veces la razón, pero ella lo había esquivado hábilmente con algún sarcasmo o un cambio de tema disimulado.
Daba muchos problemas aquello, dado que tenía que pensar en un buen movimiento para evitar que el joven sospechara algo, pero eso su subconsciente quizá no lo sabía. ¿No podía simplemente dejar de mirarle tanto? ¿Acaso era cuestión de vida o muerte?
«Parece que sí»
Cerró los ojos, en su intento por apartar la vista de aquel chico que parecía haber hipnotizado sus sentidos. Sin embargo, incluso en su mente visualizaba aquellos orbes verdosos y su cabello tan negro como la noche.
¿Qué demonios se suponía que le estaba ocurriendo?
-Shinoa, eh, Shinoa -una fuerza la zarandeaba ligeramente por el hombro. La joven Hiragi abrió los ojos, y se encontró con lo que menos deseaba ver en ese momento-. ¿Te sientes bien?
Su rostro pasó a tener un leve tono rojizo. El muchacho estaba demasiado cerca, a una peligrosa distancia que hacía que su corazón se alterase y diera saltos. Su respiración se sentía entrecortada y tuvo que morderse el labio para no soltar un grito de sorpresa.
-S-sí, estoy... -su voz se escuchaba entrecortada, y su rostro lo notaba más caliente-. Estoy... bien, Yuu-san...
-¿Segura? -el muchacho se acercó más, y ella pensó que, como no se alejara, un infarto le iba a dar ahí mismo-. Estas roja... ¿quieres que volvamos?
El escuadrón había salido a investigar algunos movimientos sospechosos por la zona, y justo en ese momento le sucedía eso.
-Quizá le ha dado un golpe de calor -comentó Yoichi, preocupado-. Hace mucho, la verdad es que yo también me estoy empezando a marear.
-Cosas peores ha pasado, no creo que sea eso -replicó Mitsuba, de brazos cruzados.
-Yo tampoco -secundó Kimizuki en la misma posición que la rubia.
-He dicho... que estoy bien -ante todo debía parecer fuerte.
-Pues no lo parece -su voz sonaba tan cerca que podía sentir incluso su aliento rozandole la piel.
-No me importa lo que creas -simuló una voz medianamente normal, quizá un poco apresurado para su tono habitualmente calmo.
Con su fuerza de voluntad reunida, apartó al joven de ojos verdes de ella con sus manos. Solo el contacto para echarle hacia atrás ya la ponía nerviosa, ¿qué le ocurría con aquel chico?
-Si tú lo dices... -accedió Hyakuya, no muy convencido.
Siguieron caminando tras aquello, pero la joven Hiragi no paraba de pensar en sus reacciones inesperadas respecto a su compañero. ¿Acaso en algún momento lo había mirado de otra manera que no fuera como amigos?
Sacudió la cabeza. Era improbable, ella no estaba hecha para tonterías adolescentes como enamorarse.
Ella cargaba con una gran responsabilidad como representante en uno de los escuadrones de élite para la lucha contra los vampiros. No podía permitirse aquellos sentimientos innecesarios como lo era el amor.
Esas cosas nunca llevaban a nada bueno.
-Lo sabía -repentinamente, chocó contra algo que no había podido ver, sumida en sus pensamientos-. Estás muy distraída.
-¿Qué se supone que haces? -preguntó al joven de ojos verdes, el mismo contra el que habia chocado y que en esos instantes la sujetaba de los hombros, hecho que trató de ignorar-. ¿Por qué te has parado?
-Para probarte que estás más distraída de lo habitual -respondió.
-Eso no es verdad -retó, pese a que sabía que ella era la que mentía descaradamente.
-¿Ah no? -sonrió divertido-. Entonces sabrás decirme dónde se han ido los demás.
-¿Dónde...? -empezó y miró a su alrededor, dándose cuenta de que sus tres compañeros ya no estaban ahí.
-Parece que recién te enteras de que nos hemos dividido -comentó el joven, alegre de haber podido probar la distracción de la chica.
Ella le miró fulminante, ante lo que amplió su sonrisa.
-¿Y bien? ¿Vas a seguir negándolo?
Con todo el orgullo que consiguió reunir, chasqueó la lengua y desvió la mirada.
-Me parece que eso es un no -se notaba la diversión del chico con todo aquello-. ¿Por qué estás tan distraída?
-No tengo obligación de decírtelo -respondió con terquedad.
-Quizá pueda ayudarte -todo lo contrario, pensó Shinoa al oír sus palabras, sólo empeoraría su ya deporable situación.
-No hace falta, gracias -replicó con sarcasmo.
-Venga, Shinoa, puedes decírmelo -insistió-. Somos amigos, ¿no?
Como si un rayo la hubiera atravesado de pies a cabeza, sintió un gran dolor con aquella última frase que salió de los labios de Yuu.
Amigos. Solamente... amigos.
-Tienes razón -cedió, cerrando sus orbes castaños-. Somos amigos, y por tanto no puedo decirte nada.
El joven Hyakuya quedó asombrado por sus palabras, y Shinoa aprovechó el momento para desasirse del agarre que aún mantenía el chico y salir corriendo de aquel lugar como si su vida dependiese de ello.
Le daba igual la misión, le daba igual la elusión de sus responsabilidades, le daba igual todo. Tan sólo quería huir de ese lugar y de aquel maldito sentimiento que se empeñaba en seguirla.
Lastimosamente, no podía huir de su propio corazón.
¿Por qué? ¿Por qué a ella? ¿Acaso la vida no le había dado suficientes problemas ya? ¿Qué más tenía que soportar?
Sus piernas se agotaron, su respiración era rápida y su dolor abdominal extremo. No sabía ni dónde estaba, pero suponía que estaba cerca del edificio donde se alojaban, teniendo en cuenta el paisaje.
Aunque ese era el menor de sus problemas en aquel momento.
Se derrumbó cerca de una pared negra como el carbón...
Negro azabache...
Tanto como el cabello de aquel muchacho que no dejaba de ocupar sus pensamientos, como se presentaba su vida y futuro, como lo fue su pasado.
Aquel color oscuro representaba todo lo malo que le había ocurrido en aquel tiempo. Siempre lo había detestado, asociandolo a las desgracias vividas, y veía irónico que su ropa tuviera que ser de aquel color.
Pero ya no lo compaginaba con aquellas tragedias. Su visión de las cosas había cambiado drásticamente cuando llegó él y su sonrisa sincera y despreocupada que la hacía olvidar todos sus problemas.
Ahora lo asociaba con él y su cabello del mismo tono que antes odiaba pero ahora deseaba acariciar con tantas ganas...
«Me rindo»
Cerró los ojos con una sonrisa resignada mientras se acercaba a la pared y recargaba su cuerpo en ella.
No tenía sentido seguir corriendo ni peleando, pues ya había sido claramente vencida.
Habia perdido la batalla contra sus propios sentimiento, derrotada por una una maldita emoción denominada amor.
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One-shots de: Owari no Seraph
Fanfiction|YuuNoa| Colección de one-shots del anime/manga Owari no Seraph.