Cerisier

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¿Por qué?

Una pregunta, múltiples respuestas.

¿Por qué había nacido? ¿Por qué le habían sucedido tantas desgracias? ¿Por qué la vida era tan injusta con él?

Podría ponerse a filosofar sobre aquello, pero pasaría horas pensando en las respuestas que todos los humanos se hacían alguna vez, además de que tenía una pregunta más relevante, una que resaltaba en su mente cual estrella en la noche.

¿Por qué sentía aquella... emoción por su amiga? Bueno, más bien, ¿que significaba ese sentimiento?

Se lo preguntaba mientras miraba el azul del cielo desde su ventana, en su habitación, pensando que, si no luchaba, aquellos momentos del día, tranquilos y cálidos, desaparecerían por completo.

Suspiró. Estaba pensando demasiado y eso nunca traía nada bueno. En su intento de distraerse, miró para abajo, donde había una pequeña plaza con algunos bancos, como símbolo de que la vida humana era bastante tranquila antes de que los vampiros arrasaran con todo.

Sin embargo, no eran los asientos en desuso ni tampoco los escasos árboles de cerezo en flor, lo que le llamó la atención.

Sus ojos verdes se centraron en la presencia de una joven de cabellos violetas y orbes castaños, sentada en aquel lugar y mirando, con cierta nostalgia, al cerezo que tenía en frente mientras una suave brisa jugaba con algunos de sus mechones violáceos.

Aquella escena hizo que volviera plantearse la misma cuestión, ¿por qué sentía eso, algo que era incapaz de describir?

Hizo el intento, pues eran varios sentimientos encontrados.

Sentía calidez cuando la veía, no tan desconocido porque lo había sentido con sus hermanas, pero aquello era aun más fuerte. Percibía, sin saber muy bien cómo, cuando tenia miedo, pese a que ella no lo dejara translucir y se mostrara valiente cuando se lo preguntaban directamente. Le encantaba enfadarla burlándose de su estatura, pese a recibir varias amenazas y algún que otro golpe. También sentía que debía protegerla, pese a que sabía perfectamente que ella sabía defenderse de sobra.

Pero, sobretodo, adoraba tenerla cerca. Sentía un gran aprecio por ella y sin embargo, no era lo mismo que le provocaba Mitsuba o, anteriormente, sus hermanas. Era algo mucho más profundo, algo indescriptible, algo... mágico.

Algo tan mágico como cuando ella se levantó de su aasient, coincidiendo con el viento que se levantaba, agitando sus prendas y su melena al mismo tiempo que arrancaba los pétalos del cerezo, rodeando a la muchacha con ellos.

Ella cerró los ojos, sonriendo, disfrutando del momento. Dio una vuelta sobre si misma, y los pétalos parecieron seguirle el ritmo, como si bailaran juntos.

Y fue entonces cuando sintió que se derretía, cuando su corazón latía frenético de alegría, cuando su sonrisa apareció sin darse cuenta.

Fue entonces cuando comprendió que ese sentimiento indescriptible que no podía evitar sentir por ella, se denominaba amor.

One-shots de: Owari no SeraphDonde viven las historias. Descúbrelo ahora