Illuminé |Black Amber #2|

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Corría. Corría desesperadamente, sin saber a dónde iba pero importándole poco.

¿Qué demonios pasaba con esa chica? ¿Por qué se había ido de aquella manera?

-¡Shinoa! ¿¡Dónde estás?! -gritaba, sin dejar de correr-. ¡Shinoa!

La huida repentina de la muchacha le había tomado por sorpresa, y eso le había dado tiempo a ella para tomar ventaja. Maldecía su suerte, pues podría haber ido a cualquier lugar y era improbable que pudiera encontrarla.

Pero no podía rendirse. No todavía.

«Tengo que calmarme...»

Se detuvo un momento, con los brazos sobre sus rodillas flexionadas y tratando de recuperar el aliento. Tenía que pensar en Shinoa, a dónde iría, y por qué había reaccionado de esa manera.

Recordó su conversación, una y otra vez, pero no veía nada malo en ella. ¿Qué? ¿Qué había dicho para que se pusiera de aquella manera?

«Somos amigos, y por tanto no puedo decirte nada.»

Esas fueron sus palabras, dichas con un tono molesto, como si le enfadase algo en aquella oración. ¿Pero acaso no eran amigos? ¿Qué más sino? ¿Qué había hecho mal?

-Quizá... -susurró, una idea brilló en su mente, pero se fue tan rápido como llegó.

Imposible.

Ella nunca le vería de aquella manera, de la misma forma que él. Para Shinoa, tan sólo era un compañero en el cual podía confiar...

O, tal vez, ni eso.

Le molestaba, no lo iba a negar. Le incordiaba que hubiera algo molestando a la chica y que esta no se lo quisiera contar. Que cargase con eso sola por alguna razón y no quisiera compartirlo ni siquiera con sus amigos.

Sonrió irónico. ¿A quién pretendía engañar?

Le molestaba, le fastidiaba que no quisiera decírselo a él.

Que no tuviera la confianza suficiente para contarle aquello que ocupaba sus pensamientos.

Que no supiera qué hacer para quitar aquel rostro triste que tanto odiaba en ella.

Que no pudiera comprender la razón por la cual había huido de él ni entender sus palabras.

Y que ni siquiera fuera capaz de encontrarla.

Cerró los ojos con fuerza y golpeó sus puños contra sus rodillas mientras apretaba los dientes. ¡Se sentía tan impotente...!

«No puedo comprenderla...»

Se dejó caer en el suelo, junto a una pared color negro, agotado fisica y mentalmente. Era increíble, había pasado tanto tiempo a su lado que creía conocerla del todo, y sin embargo, no podía entender sus palabras ni ayudarla en nada.

¿Cómo podía ser posible que se hubiera enamorado de una chica a la cual no era capaz de comprender?

No lo sabía. No sabía cuándo habían cambiado sus sentimientos respecto a la joven de cabellos violetas, pero quizá no hacía falta saberlo.

Simplemente, sabía que con ella cerca, su mundo tomaba color, su corazón se aceleraba y no podía dejar de sentirse dichoso con sólo su cercanía.

-La quiero... -murmuró, para luego hablar más alto-. No. La amo. ¡Amo a Shinoa!

Sí. Eso era. Sólo sabía que la amaba, y le daba igual no poder comprender con exactitud sus palabras.

Aprendería con el tiempo, estudiaría si era necesario, pero ahora eso no era lo primordial.

-¡Te encontraré! ¡Te encontraré, Shinoa! -gritó al cielo, abriendo los ojos e incorporándose.

Echó a correr de nuevo, sin saber que, al otro lado de la pared negra donde se había apoyado, estaba la joven a la que buscaba con tanto esmero.

La misma que sonreía y lloraba al mismo tiempo tras oír aquellas palabras.

Esas dos simples y únicas palabras que habían iluminado completamente su vida.

Te amo.

One-shots de: Owari no SeraphDonde viven las historias. Descúbrelo ahora