Le miraba desde su lugar, sin atreverse a acercarse más, por miedo a que se diera cuenta de su presencia.
Estaba durmiendo, y seguramente no se enteraría si ella se acercara más, pero no se atrevía. En primer lugar... ¿qué hacía ahí? ¿por qué había entrado a su habitación?
No lo sabía, o quizá no quería saberlo. O sí lo sabía pero no se lo admitiría nunca.
Sonrió levemente. ¿Admitir qué? ¿Que se había enamorado de aquel chico? ¿Que era una idiota por caer en esa trampa que tanto se conocía y por la que muchos sufrían, la misma en la que había caido su hermana?
Bueno, en resumidas cuentas, sí. Era una estúpida, ¿pero qué podía hacer ella?
Ya no podía remediarlo, de eso estaba segura, demasiadas veces lo había intentado, aferrándose a una antigua promesa hecha a sí misma.
Cuando su hermana mayor murió por aquel sentimiento que todos denominan "amor", ella le juró que jamás caería en aquel juego, que nunca amaría a nadie y menos hasta el punto de llegar a la muerte por esa persona.
Por eso, por aquella experiencia, no veía qué había de bueno en eso del amor y pensaba aue todos los enamorados estaban destinados al sufrimiento pero eran muy tontos para verlo.
Bien, pues ya era una tonta más del montón.
«Perdóname, Mahiru -pensó, derramando una pequeña lágrima-. No he podido cumplir mi promesa»
Le miró mas detenidamente, secándose los ojos empañados de lágrimas. Su corto pelo negro se encontraba sobre la almohada, contrastando el color blanco de ésta. No podía ver el color de sus ojos, pero bien sabía que eran verdes.
Quizá lo sabia demasiado bien.
Por un instante, una posibilidad le cruzó la mente. Una idea fugaz, tentadora, que intentó descartar, sonrojada. ¿Se atrevería?
Vaciló por unos instantes, y en la cavilación dio un pequeño paso. Su corazón se notaba intranquilo, frenético, sabiendo lo que quería hacer. Aguardó unos instantes, rezando que no se despertara pues no tenía coartada alguna para explicar su presencia en aquella habitación.
Viéndose a salvo, avanzó un poco más, con cautela. Al comprobar que no sucedía nada, que la respiración del joven seguía siendo tranquila, fue tomando confianza y, en escasos momentos, ya estaba a su lado, acariciando su cabello azabache con suavidad, ternura y sobretodo, cautela.
El joven parecía tener el sueño profundo, cosa que agradecía infinitamente.
-Te quiero, ¿vale? -admitió por primera vez en voz alta, en un susurro que era inaudible hasta para ella, pero lo había dicho. Aunque no hubiera servido de nada, pues el muchacho estaba dormido, a la chica le parecía más que suficiente.
Sin pensarlo demasiado, se inclinó sobre su rostro pero se detuvo, recapacitando. Tras instantes de vacilación a escasos centímetros suyos, le besó. No sería el mejor del mundo, pero era el primero y sintió como si estuviera en una nube. Era tan glorioso que no quiso separarse nunca.
Pero tenía que hacerlo, o de lo contrario se despertaría. Y era lo que menos quería, ¿cómo explicaría su inexistente distancia?
Con reticencia, se separó de él. Aún dormía y no parecía dar signos de haberse dado cuenta del pequeño beso que le había robado.
Se incorporó y le dedicó una última mirada, llena de cariño, para luego dar media vuelta y dirigirse a la puerta.
Pese a que se había dicho que no miraría atrás, no pudo evitar que sus orbes castaños se desviaran de nuevo hacia él, una vez que ya estaba situada en la puerta abierta.
-Hasta mañana, Yuu-san -se despidió en un susurro y se marchó, cerrando la puerta tras de sí con cautela y sin darse cuenta de un pequeño detalle.
El muchacho que reposaba en la cama curvó sus labios en una pequeña sonrisa y pronunció unas palabras para la muchacha, las cuales no alcanzó a oír, pues ya no estaba ahí
-Hasta mañana, Shinoa.
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One-shots de: Owari no Seraph
Fanfiction|YuuNoa| Colección de one-shots del anime/manga Owari no Seraph.