Estaba de nuevo en esa habitación oscura y aterradora de mi anterior sueño donde pude ver a Henry. Odiaba volver a encontrarme ahí, me sentía en una trampa y no podía evitar el miedo que me atenazaba. En cuanto caminaba por la habitación, mis pasos resoban contra las frías losas del suelo. Había algo diferente con respecto a la primera vez en que me encontré ahí, era el trono que se encontraba en el extremo opuesto de la estancia. Grande, imponente, aterrador, sobre todo con ese color rojo sangre, se podría pensar que había sido forjado con la sangre derramada por las víctimas del soberano al que perteneciera ese trono, me daba escalofríos por la espalda.
A medida que iba acercándome, velas colgadas de las paredes se iban encendiendo. También eran de ese color rojo inquietante, y yo realmente comenzaba a tener serias dudas de si en verdad podrían estar hechas de sangre. Sabía que era la misma habitación de mi primer sueño, pero el ambiente que reinaba en ese momento me asustaba más. Todo lo que quería en ese instante era huir lejos, muy lejos y dejar esa habitación aterradora detrás de mí, pero el modo de escapar era despertarme. Solo podía esperar que eso sucediese rápido o que Regina viniera a despertarme si comenzaba a gritar en mi sueño.
Escuche reír detrás de mí y me giré rápidamente, sorprendida y asustada. Esa risa era diferente a todo lo que había podido escuchar con anterioridad, ninguna alegría infantil detrás, ninguna felicidad, solo el frío que recorría la estancia y que helaba la sangre. Sentía escalofríos recorrer todo mi cuerpo y la angustia que pesaba en mi estómago no hacía sino aumentar segundo tras segundo.
Esa risa no tenía nada de caluroso, era sarcástica, malvada, demoniaca.
Todo lo que mis ojos eran capaces de ver era la luz que, algo más lejos, daban las velas. No había nada allí, sino el vacío, la nada.
Cuando finalmente me di la vuelta hacia el trono, me quedé congelada en el sitio ante la visión. No era tanto el trono lo que me aterrorizaba, sino más bien la persona que se encontraba sentada en él. Ante mis ojos, se erigía orgullosamente y mirándome de arriba abajo una copia de Regina. Reconocía su magnífico rostro al detalle, la pequeña cicatriz en el labio superior, sus ojos de un profundo marrón en los que a menudo me perdía.
Solo había tres cosas que la diferenciaban de Regina, mi Regina.
La primera era el largo de sus cabellos, seguían siendo de ese negro intenso que yo adoraba tanto, pero en ese momento le llegaban justo a la parte baja de la espalda y estaban recogidos en una alta cola de caballo.
La segunda era esa sonrisa que enarbolaba, que no era a la que yo tenía derecho habitualmente, no había calidez, ninguna alegría, ningún amor detrás de ella, sino la burla y la cólera.
El último detalle era su ropa, bastante lejos del estilo de la Regina que había conocido en Storybrooke.
La que estaba frente a mí llevaba un largo vestido negro que llegaba a sus pies, con un prominente escote que no dejaba nada a la imaginación. Se mantenía orgullosa y recta como si nada pudiera alcanzarla, como si pudiera mantenerse en pie frente a vientos y mareas. Emanaba de ella tal fuerza, pero también tanta rabia que se expandía por el aire a su alrededor. Definitivamente no era Regina la que se encontraba frente a mí.
Me encontraba cara a cara con la Reina Malvada en todo su esplendor.
«Bueno, querida, puedo comprender lo que Regina ha encontrado interesante en ti. Un cuerpo tan musculoso, querida sheriff, ha encontrado un mejor juguete que su antiguo amante. ¿Cómo se llamaba? Ah, sí, Graham»
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La luz y la oscuridad
FanfictionSe trata de la traducción del fic francés L'ombre et la lumière de Kyriam Anam. Ellas no comprenden los que les sucede, esos sentimientos confusos que sienten en presencia de la otra. Todo lo que saben es que cuando una se sacrifica y se ve arrastr...