Alguien como tú.

Capítulo 4

Narrador

-¿Seguro que no la has visto?
Preguntó Simon un poco molesto y preocupado.
A lo que Max respondió:
-Simon, si la hubiera visto te lo diría, ¿no está con Peter?
Simon rodó los ojos hacia atrás y suspiro con fuerza.
-No, lo acabo cuando venía para la habitación, incluso me preguntó por Adele...- Max quedó un poco pensativo y preguntó si tenía planes para ese día o algo por el estilo. -Desde hace días ha estado pegada al teléfono y no hace caso de nada, esta mañana discutimos por ello y al parecer se molestó... La entiendo, fue mi culpa, pero desde las dos y media de la tarde que llegué de comer ella no está y no me explico porqué no ha llegado si ya va a ser media noche.

Narra Adele

-Joder Hally, iré a la cárcel por esto.
Dije con dificultad gracias al alcohol que corría por mi cuerpo.

Después de ir a comer y al cine, decidimos divertirnos un poco e ir a beber un rato. Pero era complicado ya que en cualquier bar alguien iba a reconocerme y eso no era nada bueno. No quería quedar como la: 'cantante británica que embriago a una menor de edad en Phoenix, Arizona'. Moriría de la pena.
Así que fuimos a una tienda a comprar algunas botellas de vodka, whisky y tequila, después fuimos a un hotel y entramos para divertirnos.

Hally puso un poco de música en la estereo que estaba en la habitación y comenzamos a tomar y tomar sin medida, sólo nos importaba el divertirnos y dejar de lado al mundo..

-No, no irás a la cárcel.- respondió Hally igual de ebria que yo. -Tu mereces unos 15 Grammy's más VB por hacerme tan feliz en este momento.

Ambas reímos, me levanté de la alfombra y me senté a su lado en el sofá. La abracé y crucé mi brazo por detrás de su nuca y ella recargó su cabeza en mi hombro.

-Eres tan hermosa Hally y yo tan... Vieja.
Sonrió y volteó a mirarme.
-No eres vieja... Eres Adele, por Dios, eres perfecta.
Dijo separándose de mi.
-No lo soy...
Respondí sonriendo por sus halagos.
-Claro que lo eres, eres un jodido sueño, la fantasía de muchos, incluso la mía.

Me sorprendí y la miré fijamente, mientras ella lo hacía también.

-¿Tu fantasía?
Pregunté.
-La única fantasía que tengo.
Respondió.

Se acercó y me abrazó a lo que respondí con un beso en la mejilla.

-No me creo que alguien como tú me quiera.
Dije.
-¿Cómo yo? Soy la fan más ordinaria de las personas.
Refutó.
-No lo eres, eres especial; llevo días de conocerte y ya siento que nada es igual si no hablamos.

Hally se sonrojó y me miró fijamente.
-Yo, no soy nadie: Y me siento la más afortunada por a ver coincidido en el mismo lugar; sólo pensaba en verte de lejos, cantar contigo en tu concierto, hacer mi sueño realidad, esto es demasiado, es que mírate, ¡Tú! ¡Adele! Aquí conmigo, ebria.

Nos carcajeamos y de un impulso me acerqué demasiado. Nuestras miradas quedaron a centímetros de lejanía. Podía sentir su respiración en mis labios.

-Eres tan hermosa.
Le dije un segundo antes de pegar mis labios a los suyos.
Besé su labio inferior y después ella el mío, continuamos rítmicamente.
Hally me alejó de golpe y se puso de pie.

-Creo que tengo que irme, es demasiado tarde.
Dijo peinandose el cabello.
-Lo siento.- Dije con vergüenza. -No quería incomodarte, no sé qué me está pasando.
-No te preocupes, yo no sé tampoco porque estoy sintiendo tantas cosas por alguien que solo era mi ídolo hace unos días; tengo que irme.
Ella se veía tan nerviosa, era mi culpa.
-Yo te llevó o pido un taxi para que te lleve a casa, estas tomada y no quiero que te vayas así.- Sugerí a lo que ella se negó. -De verdad, déjame llamar un taxi, aunque sea; si te ocurre algo yo muero.
-Está bien.
Aceptó.

Llamé un taxi mientras ella entró al baño por unos minutos.
Me encontraba sentada en el sofá, sin poder sacar de mi cabeza el instante en el que nos hundimos en ese beso.

El taxista llamó a mi teléfono para avisar que había llegado.

-Hally, el taxi está aquí.

Se acercó, me abrazó fuertemente y salió de la habitación sin decir nada.

_

Llegué al hotel y el hombre del lobby me saludó, sólo le saludé con la mano, no tenía cabeza para hablar con nadie, pensaba muchas cosas, pero al mismo tiempo sentía que pensaba sin sentido.

Abrí la puerta de la habitación y cerré. De pronto Simon salió del baño.

-¡La puta madre, Adele!
Gritó cuando me vió.
-¿Qué carajos te pasa?
Le pregunté molesta por su tono de voz.
-¿Qué carajo te pasa a ti?
Siguió con su tono de voz que me aturdía.
-¡Deja de gritar!
Respondí gritando igual.
-¡Son las dos de la mañana! ¡y mírate! ¡¡estas ebria!!
-¡Tal vez salí a divertirme fuera de mi vida de famosa, tu no sabes lo valioso y perfecto que fue el día de hoy, con alguien que no me ve como la cantante que todos ven!
Grité con mucho coraje corriendo por mis venas.
-¿Estás con otro hombre?
Tomé aire y rodé los ojos, luego me di la vuelta y me dirigí a la cama.
-No quiero otro hombre en mi vida.

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