3.1 El título
De sobra es conocido que un buen nombre que enganche al lector con sólo leerlo tiene muchas papeletas de venderse, amén de que la sinopsis termine de convencerle de que debe llevarse el libro para casa.
Ha de ser llamativo y debe impactar a quien lo lee, lo que no quiere decir tampoco que debamos escoger un nombre desagradable que pueda echar para atrás a quien lo mire.
Tampoco debería ser muy largo, pues será más complicado de recordar en el caso de que vuelva a por él más tarde o quiera hablar del mismo a otras personas. Lo mismo ocurre con nombres tan escuetos como una palabra que, encima, sea un nombre inventado y de difícil pronunciación.
Mi recomendación es que no te compliques demasiado y procures ponerle un título que por sí mismo hable del contenido, o que, al menos, haga referencia a algo importante de la historia. Si decides que sea algo inventado, como el nombre de un personaje o lugar, cuidado con poner palabrejas muy extrañas o difíciles de pronunciar.
3.2 La forma de escribir
Esto enlazaría con aquellos dos ejemplos de los que hablé en la sección ¿Qué escribir?, y es que es muy importante la forma en la que escribas la tripa. El que lee prefiere siempre una lectura fluida, en la que no deba pararse a releer sus párrafos porque no se haya enterado. Ahí entra en juego cómo te expreses, así que aléjate de complicados textos que incluso a ti te cueste leer.
Las descripciones deberían ser claras. No sólo de los lugares, sino también de los personajes, intentando no dejar lagunas o dudas importantes que tus lectores arrastren durante el resto de la obra y que pueda llevarles a confusiones.
Aplica sinónimos para no repetir varias veces la misma palabra o, al menos, evita que estén tan cerca que quien lee las identifique enseguida. Un claro ejemplo es el caso pero, algo que incluso se ve en los mejores libros, aunque hay que evitarlo a toda costa, siempre en la medida de lo posible, ya que tampoco hay que intentar sustituirlas por otras que no peguen con la frase en la que se encuentran (o que vayan a sonar mal o haga los diálogos poco creíbles). En un ejemplo lo verás más claro:
»”Paco se cayó de su patinete, pero no iba a llorar.”
Si buscas en el diccionario, verás que podrías cambiarlo por aunque o sin embargo. También encontrarás otros sinónimos, aunque no serán del todo recomendables si tu intención es cambiar únicamente la palabra remarcada usando la misma estructura para la frase. Fíjate, pues, en no obstante, por contra o aún así. No deberían usarse tal cual, ¿verdad? Puede que suenen un poco forzados. Y no son los únicos: Empero, sino, mas... Es cierto que depende de muchos factores el usar uno u otro, aunque también podríamos aprovechar el poder cambiar a nuestra voluntad cada palabra y contexto para poder usar esos otros sinónimos y descargar los párrafos de las mismas palabras.
»”Paco se cayó de su patinete y se hizo mucho daño. Aún así, no iba a llorar.”
Sencillo, ¿no? Lo mejor sería que buscases la sonoridad que encontramos en nuestro lenguaje cotidiano, a no ser que necesites de palabras rimbombantes o nada comunes para darle un toque distinto al texto.
Ni que decir tiene que necesitas un diccionario general para todas aquellas dudas que puedan surgirte. Es muy importante cuidar tanto la ortografía, para escribir correctamente cada palabra, como la gramática, para ordenar y formar bien las frases del texto. Por supuesto, deberán haber varias lecturas una vez que finalices el desarrollo de la historia y durante las mismas habrá que examinar con detalle que todo está escrito correctamente. Si en el resultado final hay muchas faltas, el lector puede incluso sentirse incómodo (a parte de que la impresión que se lleva del autor no es muy buena), llevándole a dejar de leer si se trata de algo excesivo.
Parece obvio, pero mucho cuidado con las contradicciones. Puede que estés dando algo por hecho y no es mala idea releer un pedazo de tu obra para asegurarte del todo de que sigues escribiendo coherentemente con lo ya plasmado. Y ojo, los lectores se dan cuenta a la legua de un fallo como ese.
Aún nos queda elegir el tiempo en el que quieres escribir el texto. Lo que veo muy común son dos vertientes muy distintas: En primera persona o en tercera. Para el primer caso, el que lee lo hace como si fuera el propio personaje del libro, quizá a modo de diario.
»”No supe qué es lo que pasó. Todo ocurrió tan rápido...”
Eso sí, puedes escribir en pasado o en presente.
»”No sé qué es lo que pasa. Todo ocurre tan rápido...”
Aquí puedes meter diálogos o narrar lo que va ocurriéndote, incluso mezclando ambos estilos.
»”—No supe qué es lo que pasó —dije en voz baja—. Todo ocurrió tan rápido...”
Lo bueno de escribir en primera persona es que el lector puede identificarse con facilidad con el protagonista, además de que los textos suelen adquirir una gran fuerza. Por contra, si no encaja su personalidad con el que lee, puede que éste rechace la historia.
En tercera persona, el autor narra la historia de otras personas, nunca habla como si fuera el que realiza algunas de las acciones relatadas. Para este modo, he visto muchos más libros escritos en tiempo pasado que en presente, aunque depende de ti el estilo a utilizar.
»”No supo qué es lo que pasó. Todo ocurrió tan rápido....”
»”No sabe qué es lo que pasa. Todo ocurre tan rápido...”
Habrás visto que hay libros con muy pocos diálogos y otros con muchísimos. Desde luego, como es tu libro, no te ciñas a ninguna norma en este caso; no tienes que obligarte a poner más o menos, sólo procurar que no se haga demasiado pesado, escojas el camino que escojas. Las conversaciones suelen hacer la lectura más rápida y fluida, pero alargarlas demasiado añadiendo frases y más frases que no llevan a ninguna parte no suele ser buena idea, pues cansa. Por otro lado, decenas de páginas seguidas donde sólo haya grandes y nutridos párrafos pueden encontrar un buen desahogo en pequeños diálogos. No sería necesaria una gran conversación, bastaría con apuntes o reflexiones, cualquier cosa que rompa la monotonía de manera coherente, claro está.
También debes tener en cuenta los lapsos de tiempo, incluidas las posibles distancias. Imagina que un personaje recorre una camino en tres horas y otro realiza un viaje dos veces más largo en tan sólo hora y media (teniendo en cuenta que usan los mismos medios y que en el recorrido encuentran idénticos obstáculos y demás condicionantes). Hay que cuidar esos detalles, del mismo modo que debes indicar perfectamente si cambia el día, la semana o el año, porque tú ya te conoces la historia, pero el lector no y en todo momento debe ser capaz de situarse y seguir las transiciones que introduzcas.
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Tutorial Ser escritor - índice
De TodoTutorial dedicado a todos aquellos que quieren comenzar a andar en esta aventura llamada literatura y que no saben cómo enfrentarse a ella. Basado por completo en mi propia experiencia, aquí tenéis los pasos que me han llevado hasta donde hoy me enc...