Capítulo 1

1K 61 4
                                    

La señora Gil se hallaba en la pequeña  cocina, depositando sobre la mesa el contenido de la compra del supermercado, cuando sintió el timbrazo de la puerta de la calle. No esperaba a nadie. Vivía sola desde hacía muchos años, y sólo su joven vecino la visitaba.
¿El? Posiblemente.
Tiro la bolsa vacía sobre la mesa y corrió a abrir, pues el timbre estridentemente no había dejado de sonar.
-Ya voy, ya voy. ¡Que prisa!
-Soy yo,señora Gil.
Había angustia en la voz de Heo young saeng.
Abrió apuradamente y el joven vecino se precipitó dentro.
-¡Saenggie !¿Que ocurre? Estas muy pálido.
El muchacho, apoyado en la puerta que acababa de cerrar,alzó los ojos. Unos enormes ojos negros con chispas doradas, que parecían súbitamente desorbitados.
-¡Saenggie! ¿Has tenido malas noticias?
El joven no lloraba. Era fuerte. La señora Gil ya lo sabía.Sabía también que Young saeng no era capaz de descomponerse por nada.
-Mire- dijo con voz sombría-, miré.
Y le dio un telegrama
La señora Gil lo leyó de un tirón. Hubo en sus pálidos labios una dolorosa crispación. Después dobló el papel y lo ocultó en el fondo de su bolsillo y dijo quedamente con acento de persuasión.
-Puede ser una enfermedad pasajera.
-Se olvida usted que mi padre se encuentra en Corea. Que esperaba regresar definitivamente dentro de 6 meses...Que es lo único que tengo en este mundo y que...-apretó las sienes con los dedos-si él muere...a mi no me importará vivir.
La señora Gil, en silencio,le paso una mano por los hombros y lo condujo hacia el interior del living.
-Siéntate,saenggie. Creo que debemos pensar en lo que ocurre. No dicen que tu padre haya muerto,si no que se encuentra enfermo y desea verte. Tienes el pasaporte arreglado, tienes dinero ahorrado,no mucho pero si lo suficiente para ir a Corea. Eres decidido y estas preparando para enfrentarte al mundo. Eso quiere decir que debes marchar cuanto antes.
Era un lindo muchacho, no pasaba los 18 años. Alto, Delgado. Todo en el era sugestivo, lo Que más llamaba la atención era el dibujo alargado de sus labios, bien perfilados, marco delicioso de unos dientes nítidos e iguales. Se movian con perceptible temblor, denunciando una sensibilidad extrema, que trataba de tranquilizarse ,pero no era posible.
Sus negros cabellos, peinados con sencillez hacia atrás, despejando el exótico rostro, dando a su semblante una gracia singular.
En ese instante lo unico que podía verse en sus pupilas era angustia, sus labios se agitaban, denunciando la gran emoción que trataba de doblegar.
En general su aspecto era sereno y decidido, sólo una persona que lo conociera bien, como la señora Gil sabría que luchaba secretamente con la emoción.
-Mi padre siempre me pidió que tuviera el pasaporte en regla,por si un día se presentaba algo así...Voy a ir a Corea, aunque nunca quize que mi padre fuera allí, se sentía tan sólo después de la muerte de mamá que busco algo para escapar, quiso hacer una pequeña fortuna para hacer algún tipo de negocio aquí en Japón, para vivir tranquilamente.
-No pensemos en eso ahora, llama por teléfono y pregunta cuando es el próximo avión a Corea, mientras yo te ayudaré a preparar tu maleta.
-¿Debo ir?- se preguntó de pronto,sin poder contener su emoción- ¿Eso es lo que realmente desea mi papá?
-Lo dice en el telegrama, quiere verte.
El joven se puso de pie mientras asentía.
-No conozco a las personas con las que trabaja, sólo se que se dedican a la maquinaria.... pero que hago si cuando llegue allí mi padre ha muerto?-
-Si ha muerto....pues haces lo que debes hacer y te regresas. ...Es lo unico que puedes hacer.
-Esta bien. ..esta bien -dijo apretando las manos una contra otra- iré...Que Dios me acompañe.
☆☆☆☆
Kim jaejoong tocó con los nudillos en la puerta, y una voz impersonal, ronca y fría,respondió.
-Adelante.
Jaejoong entró y cerró tras de él. Quedó erguido junto a la puerta. El hombre que se hallaba sentado tras la enorme mesa de despacho, inquirió, sin levantar los ojos de los documentos que consultaba:
-¿Todo listo?
-Todo, señor.
-Bien, asunto concluido. ¿Ha puesto flores en su tumba?
-Como usted me dijo, señor.
El que se hallaba tras la mesa, se dignó a levantar un poco la cabeza, y sus fríos ojos resbalaron por rostro de Jaejoong, sin apresuramiento.
-Siento la muerte del señor Heo- dijo sin ninguna piedad-Ha sido un buen empleado. Sólo trabajo a nuestro lado 3 meses, por tanto, no creo que estemos obligados a grandes cosas... Le hemos atendido debidamente, hemos pagado su entierro, le hicimos un funeral digno de la firma Shinwa, hemos colocado una corona ...¿Que más puede pedirse?
-Tiene un hijo, señor. Hemos recibido una llamada donde anuncia su llega para hoy en la noche.
-¡Ah!
-¿Qué debo hacer señor?
El director de la firma Shinwa, una de las más prestigiosas de Asia, levantó indolentemente los ojos y volvió a mirar a su inferior inmediato.
-¿Hacer?¿Con respecto a que?
-Al joven. El difunto señor Heo no poseía dinero,señor. Sólo hacia 3 meses que trabajaba con nosotros.
Y según fue ganando, envió todo a su hijo.
-Bien. Supongo que lo tendrá él.
-No fue mucho, señor.
-Señor Jaejoong -se impaciento el jefe-. ¿Acaso es esto una entidad de caridad? Hemos hecho lo que hemos podido por nuestro empleado. Lo que haga ,piense o diga su hijo ya no es de nuestra incumbencia.
-Pero él. ..
-Basta.
-Señor tendré que ir a esperarlo.
-¿Usted?-se impaciento de nuevo-.¿Y por que razón?
Heo no era más que un empleado,  le repito. Un empleado sin efectividad aún. ¿Por Que esa preocupación por su hijo?
-Era un buen hombre, señor -se atrevió a murmurar Kim jaejoong.
El director se puso en pie y miró fijamente a su empleado.
-Es usted demasiado blando, amigo mio- dijo apaciguador-. Sin duda alguna no satisfaga a nuestro presidente su actitud excesivamente humana.  Retirese.No se preocupe del viajero. Enviaré a mi secretaria, y yo mismo, una vez aquí, le hablaré de lo ocurrido.                                          -Si ...si , señor.

-Puede retirarse.

-Buenas tardes, señor.

Kim kyu jong no respondió, se sentó de nuevo, encendió un habano, se acomodo en la butaca y pulso el intercomunicador.

-Señor...

-Me ri, esta noche llega a Corea el hijo del difunto señor Heo, vaya a buscarlo al aeropuerto. Pregunte qué avión llega de Japón esta noche y a que hora.

-Si, señor.

-No le diga nada de lo ocurrido a su padre-insistió-.¿De acuerdo?

-Si, señor.

Se sentia un hombre feliz. Sonrió. Era su sonrisa dura y despiadada. Por algo había llegado allí, a la mesa de director. Siendo blando como Kim jaejoong, nunca se llega a parte alguna...

Tendría unos 30, cabello negro, ojos duros de un tono indefinible, una boca rasgada, como cortada en dos, denotando aquel carácter que jamás se ablando por nada ni por nadie.

En aquel instante sonó el timbre del teléfono privado.

Alargó la mano para contestar.

-Diga.

-Cariño...

_¿Por qué me llamas aquí?

-Me diste el numero, cariño.

-¡Que no se te vuelva a ocurrir!- grito-.Que no se te vuelva a ocurrir.


Destruyeme despuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora