Capítulo 1 - "La comisaria"

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La comisaría del barrio no era gran cosa. Consistía en los dos últimos pisos de un gran edificio situado en la esquina entre la calle Real y la calle Mustang, en Londres. El piso de abajo, todo de escritorios y un par de despachos. El piso de arriba con pequeñas salas para los interrogatorios. Por dentro, tenía las paredes pintadas de azul clarito, aunque la pintura empezaba a desconchar, dejando calvas blancas en las esquinas. No es que no tuvieran mucho presupuesto (que tampoco), sino que siempre parecía haber demasiado trabajo como para ponerse a dar una mano de pintura o para recambiar las mesas que se astillaban.

Aun así, a Dinah siempre le había parecido un lugar muy acogedor. Cada vez que pasaba bajo el marco del ascensor y se encontraba con aquel paraíso de oficinas, sonreía. A menudo se preguntaba donde hubiera pasado las tardes cuando era pequeña si su padre no hubiese trabajo en esa comisaría desde que era un novato. Allí todos la conocían y la saludaban. Ese día no era diferente. Hacía gestos con la cabeza al personal, ya que al tener las manos ocupadas con dos cafés calientes, no podía saludar. Llegó al final del pasillito de los escritorios, hasta la escalera, donde esperaba el conserje, siempre vigilando. Bob había sido como su tío durante toda su vida. No pudo evitar sonreír al verlo con el uniforme y tan solemne. Se puso de puntillas para darle un beso cariñoso en la mejilla y preguntó.

— Bob, ¿dónde está mi padre? No lo he visto en su despacho.

— El jefe está arriba – respondió el hombretón sonriendo a su vez. —Están a punto de traernos a una tía para un interrogatorio.

Dinah asintió, le dio las gracias y comenzó a subir las escaleras ágilmente. Cuando llegó arriba, miró a la derecha y vio a su padre con su compañera Samantha, que había entrado nueva en la comisaría hacia un par de años. La verdad es que hacían una pareja un poco rara. Samantha era muy alta, con miembros finos y pelo rojizo y Gordon, su padre; era más bien bajito y regordete, aunque se decía en la comisaría que para los interrogatorios era el que mejor intimidaba. Se acercó a ellos, les entregó los cafés y les dio un beso a cada uno.

— Dinah, no deberías haber venido hoy – empezó su padre. —Están a punto de traer a una tía que...

— Papá, llevo aquí toda mi vida, y te he visto muchas veces meterte en esa salita – respondió la chica con una mueca de enfado.

— Pero, esta desgraciada es diferente, ella...

Hubiera seguido hablando, pero en ese momento, aparecían dos polis más, agarrando a alguien con ellos. Lo primero que pensó Dinah al verla fue Dios mío. La chica era ligeramente más baja que ella, de piel morena tatuada y cabello negro largo. Solo llevaba una camiseta ajustada de tirantes negra y unos vaqueros rasgados. Iba cabizbaja y con una mueca de fastidio, pero cuando clavó sus ojos color chocolate en ella, cambió su expresión a pensativa, entrecerrando los ojos. Se quedó helada. Pasados los tres segundos en los que tardaron en meterla en el cubículo de paredes blancas, la sangre volvió a fluirle por las venas. Dejó escapar el aire que había acumulado en sus pulmones y luego volvió la vista hacia donde había estado su padre. Ahora estaba en la habitación contigua, observando a la chica al otro lado del cristal.

Cuando siguió a Gordon, su pulso volvía a ser normal. Llevaba toda su vida viendo criminales de todas tallas y culturas, pero nunca había tenido tanto miedo. Se había sentido desnuda. Suspiró hondo y decidió olvidarlo. Miró a la pantalla y vio a la chica, ya sentada en la mesa del interrogatorio, con expresión aburrida. Daba toquecitos en la mesa y se miraba las uñas. De repente volvió a mirarla. Es decir, sabía que no podía verla, porque el cristal estaba diseñado para eso, pero durante un segundo sintió pánico.

— ¿Qué ha hecho? — le preguntó a su padre, intentando que no se le quebrara la voz.

— Creemos que es la jefa de una banda que llevamos tiempo buscando – le respondió sin apartar la mirada.

No te asustes pero, creo que te quiero. » Norminah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora