Capítulo 4 - "Dibújame"

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Dinah suspiró, desilusionada. Al final había resultado que Normani no estaba allí para atenderla. Que fastidio, y pensar que se había pasado los últimos cinco días ansiosa y sin poder pensar en otra cosa que no fuera su visita de revisión de tattoo. Bueno, al menos le quedaba eso. El precioso trazado sobre su piel le recordaba todos los días que la chica de mirada de profunda no había sido solo un sueño. Pero le parecía triste que la historia se hubiera acabado ahí. Su mente había volado, imaginando lo que pasaría en la siguiente vez que se vieran las caras. Y todo para nada.

Un sonido la sacó de sus ensoñaciones. Ya volvía Bea de su turno, acompañada de Lauren y Ally, armando jaleo, por supuesto. Mona llevaba una ropa genial ese día. La tatuadora se había subido a unas plataformas enormes y llevaba un minivestido verde del mismo color de las paredes. Cuando les habló a sus amigas de su historietilla con Normani habían querido apuntarse en seguida. No fue la única que se quedó decepcionada con la desaparición del chico. Se despidieron de Mona y empezaron a bajar las escalerillas que daban a Candem Town. Dinah se refugió en su abrigo rojo y contempló como el vaho se formaba en torno a su boca.

— Que putada – dijo Ally poniéndole el brazo sobre los hombros.

— Ya ves – respondió Lauren sonriente. — Queríamos conocer a la tatuadora-sexy.

— La putada es para mí – puntualizó Dinah. — Seguramente ni vuelva a verla.

— Yo puedo inventarme una infección en el tobillo, denunciarles por la mala calidad de la tinta y hacer que os veáis de nuevo – señaló Bea, entre risas.

Dinah sonrió, aunque no tenía ninguna gana de reírse. La verdad es que estaba muy triste. Incluso notó los ojos húmedos y se maldijo a sí misma por la dureza de la que carecía. Pero no iba a llorar por esa tontería. De repente, su móvil empezó a sonar, haciendo que su corazón latiera más fuerte. Sus amigas también se habían parado y cruzaban miraditas entre ellas.

Relájate.

Se dijo a sí misma cuando vio que el número que la llamaba era un contacto oculto. Pulsó el botón de descolgar con dedos temblorosos por el frío y se acercó el teléfono a la oreja.

— ¿Sí?

— Let it be, let it be... — cantó la voz de John Lennon al otro lado de la línea, haciendo que los labios de Dinah se curvaran en una sonrisa enorme.

— ¿Cómo has conseguido mi número? – preguntó, mientras sus amigas se pegaban a ella intentando escuchar algo de la conversación.

— Registramos los números de los clientes en el libro de visitas – le respondió la voz que tanto había añorado esos días, acelerándole el pulso.

— Debí suponerlo

— ¿Haces algo esta tarde? – Normani parecía contenta.

— Las tardes de paseo al perro son sagradas – dijo Dinah, divertida.

— ¿Perro? ¿Por donde sueles sacarlo?

— Hay un parquecillo en mi calle que...

— Entendido. Nos vemos, nena.

No sabía si estaba más acelerada antes o después de la conversación. Se quedó mirando el teléfono que, en su mano, seguía emitiendo los pitidos que te avisan de que la otra persona ha colgado. Estaba confusa, sentía el corazón en la boca del estómago. ¿Qué había significado eso? ¿Acaso ella iba a...? ¡Ni siquiera sabía dónde estaba su casa!

— ¡Vamos, no te quedes ahí parada, cuéntanos qué ha pasado! – la apresuró Lauren.

—¡Pero con todos los detalles, DJ! – la amenazó Ally, llamándola por su mote.

No te asustes pero, creo que te quiero. » Norminah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora