Y eso era justamente lo había pasado, el ruloso me había seguido por todo el estacionamiento y parte del patio delantero siempre taladrándome con la misma pregunta «¿Por dormir conmigo?». Si hubiera sido cualquier otra persona tal vez lo hubiera mandado a volar, pero de alguna forma Harry me agradaba y me había prestado su auto dos veces. Consciente e inconsciente.
Pero haberlo dejado que me siguiese me había dejado con dolor de cabeza y con una cita inesperada. No sabía exactamente por qué le había dicho que sí. Pero le iba a dar una oportunidad de tal vez ser mi amigo. Era un buen muchacho y borracho: un buen muchacho gracioso.
Cuando llegue a la intersección de la calle Settler y otra que no sabía el nombre pero la tachaba como La calle de mi colegio, me debatí si debía ir con mi padre o solo marcharme a casa. Si, probablemente tener dieciséis años y vivir sola en un pueblo como Ruest no era bien visto, yo lo hacía igualmente. No quería poner en peligro a mi padre viviendo con él.
Después de mandar todo a la *beep* mentalmente, aferré mi mochila y me encaminé a la casa de mi padre. Lo extrañaba. Hoy el equipo no tenía entrenamiento por lo cual el estaría en casa preparando la comida para luego disfrutar de un buen lunes de lasagna de verduras. Si es que aún seguía con su dieta "saludable".
Cuando la casita apareció frente a mí, sonreí. No había cambiado nada y hacia un buen tiempo que no venía por aquí. La pintura blanca un poco desgastada y el techo a dos aguas estaban igual. Hasta la puerta de madera que papá había comprado con su primer sueldo del colegio, también.
Saqué la llave dentro de uno de los bolsillitos escondidos en mi mochila y abrí la puerta. Papá me la había dado por si quería visitarlo y yo la cuidaba como oro.
El olor a verduras me inundó. Delicioso. Caminé hasta la cocina donde mi padre estaba con su delantal. Cualquiera que lo viese con semejante musculatura y un delantal para mujer pensaría cualquier cosa. Pero a mí me hacía sentir en casa.
-¡Papá!-llamé. Él se giró con expresión sorprendida y extendió sus brazos hacia mí. Corrí a él y el me envolvió en un dulce abrazo.
-Princesa, te he extrañado.-dijo mientras me soltaba sosteniéndome por los hombros. Princesa. Él era la única persona a la que le permitía ponerme sobrenombres, el único. Tampoco era que hubiera tenido muchos novios los cuales tenga que decirle que no lo hagan. Pero me daba igual.
-Yo también, mucho.-comenté.-¿Cómo has estado?
-Si te refieres al ciático, perfectamente. Los antibióticos que me ha dado el doctor eran realmente buenos.-sonreí. El nervio ciático lo había empezado a molestar hace ya unos años y que ahora esté mejorando me alegraba.-¿Y a ti? Aunque creo que muy bien.
Lo observé confundida y el me alzó una ceja.
-Hoy te vi en detención.-apreté mis labios.-Sí, después hablaremos de eso.-solté el aire retenido en mis pulmones.-Pero, ¡estabas hablando con uno de mis muchachos! ¡Esa es mi niña!
Oh, así que de eso se trataba.
-Papá, es solo un chico y estábamos solo charlando.-rodé mis ojos. A veces mi padre podía comportarse como una adolescente. Como una chica adolescente.-Además, ¿Cuáles es ese afán de que hable con chicos? Deberías estar celoso, ¡no feliz!
El rió y colocó los vasos sobre la mesa para terminar de tenderla.
-No es afán, ___. Solo me pone feliz que hables con chicos y bueno, olvides por un rato el tema de tu madre.-una mirada triste pasó por sus ojos. Odiaba estos momentos.
¿Por qué siempre teníamos que llegar al tema de ella? Era algo que simplemente ya no debería de existir entre nosotros. Yo ya me estaba encargando de ello, aunque fuese a espaldas de él. No quería que se sintiera culpable sobre eso porque aunque el me negara ese sentimiento yo sabía perfectamente que lo sentía. Porque él tenía el típico «¿Y si hubiera llegado antes?» rondando en su mente. Y no quería que lo tuviese.
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