Capítulo dos

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Al otro día desperté con la mitad de mi cuerpo destapada y a segundos de caerme de mi cama. Mi pómulo ardía como la mierda, estaba segura de que estaba violeta. Tendría que maquillarme. Y como odiaba hacerlo. Nunca fui una chica de usar vestidos y maquillaje, mucho menos tacones. No era la típica chica que alguien quisiese presentar a sus padres. Nunca lo había sido, tal vez si hubiera vivido en otras circunstancias lo hubiera sido. Pero estaba bien conmigo y con mi odio hacia el maquillaje. Y eso era lo más conformista de mi vida.

Toqué la fría losa de mi baño y pegué un repingo. Me había tomado por sorpresa. Estábamos en verano y esto seguía enfriándose como la mierda. Tomé mi cepillo, lavé mis dientes, pasé el cepillo por mi cabeza y me hice una coleta para luego cambiarme con un short de jean y una musculosa suelta con la imagen de Marilyn Monroe. Y mis ya adheridas de por vida, Vans.

Estaba revisando mi celular con una llamada perdida de Beverly cuando escuché un ruido en la planta baja. Mis sentidos se pusieron alerta pero segundos luego me acordé del ruloso borracho de la noche anterior.

Bajé con cuidado las escaleras y lo observé sentado en el sillón con la pose de El Pensador pero con una mueca de dolor y confusión mezclada en su rostro. Me acerqué:

-Te dejé las pastillas en la mesita.-hablé captando su atención. El levanto su rostro con confusión.

Se levantó y se acercó a mí.

-¿Y tú quién eres?-achinó sus ojos y reí. Me encaminé a la cocina no sin antes tomar el Paracetamol arriba de la mesita. -¿Me estás ignorando?

Llené un vaso de agua, se lo tendí y dije-: Borracho eras más divertido.

Fui a la heladera y tome una leche en caja, tomé un poco y la volví a guardar con la mirada expectante y confundida del muchacho. Pobre, no debía de entender nada. Pero él se lo había buscado, él se había emborrachado y ahora no sabía dónde estaba parado.

Me di la vuelta y pegué un salto. Él se había puesto frente a mí y me había tomado por sorpresa.

-¿En dónde estamos?-rodé los ojos e iba a contestar pero se me adelanto.-¿Tuvimos sexo?

Lance una risotada y el me miro ahora aún más confundido. Después de calmar mi ataque de risa improvisto lo observe.

-No, no tuvimos relaciones-él puso una mueca de decepción y yo abrí mis ojos algo sorprendida.- Y estas en mi súper cueva. Ayer te salve de ser asaltado y te traje a mi casa. No iba a dejar que manejaras en ese estado.

El me observó sin expresión alguna, como si dentro de su cabeza estuviese rebobinando todo lo sucedido. Después de unos segundos el me observo con una sonrisa. Aun con ojeras y sus cabellos revueltos se veía completamente sexy.

Comenzó a reír-: Me comporté como un idiota, mis disculpas... -dijo haciendo una reverencia para luego levantar su rostro. Sonreí.

-___, ___ Green.-sonreí. Él tomó mi mano y la beso. Acto que me hizo reír, el chico se estaba comportando como un estúpido y aun así se veía lindo.

-Espera. ¿Green? -preguntó. Con una expresión confundida asentí.-¿Hija de John Green? ¿El entrenador?

Joder. Él me había reconocido. Eso quería decir que iba a mi colegio y yo en mi maldita vida lo había visto. Con un suave movimiento -casi vacilante- de cabeza asentí.

-¡Cielos! John nunca nos habló de ti.-exclamó.-¿Vas a Wetteland? ¡Claro que lo haces! ¿Cómo nunca te vi? ¡Eres identi...

Puse una mano en su boca.

-Tranquilo campeón. No es nada del otro mundo-hablé. En realidad, odiaba que me dijeran que era parecida a mi padre. No sabía por qué, él no era un hombre malo. Solo lo odiaba. El asintió.-¿Cómo te llamas?

3,2,1, ¡Pelea!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora