Capitulo cinco

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La noche anterior, antes de dormir. Beverly me había mandado un mensaje comentándome que en la mañana pasaría por mí. Y así lo había hecho, me había pasado a buscar y habíamos pasado junta toda la jornada de clases. No vi al ruloso demente y lo agradecí.

Cuando habíamos llegado a su hogar, salude a sus padres, Sara Roberts y Michael McCain. Una pareja casi perfecta, unos padres admirables y muy simpáticos que siempre me habían contenido.

Llegamos a la habitación rosa, (algo típico de Beverly) y entramos, ella fue la primera en hablar:

—Es momento de que me cuentes sobre tu cita con Harry caliente Styles—chilló mientras se sentaba en el borde de la cama. Rodé los ojos mientras sacaba mi bandolera y me sentaba como chinito frente a ella.—¡Oh vamos! Tuve que sacrificar mi tiempo con Mark.

Lancé una carcajada. Era una maldita zorra.

—El me llevo a una pelea de boxeo aquí en el pueblo, Bev.—comenté observando mis pulseras. Ella alzó sus cejas tirando su cabello para atrás.

—Sabía que haría eso.—dijo.—Por algo me había corrido toda la escuela. Es… insistente.

—Fue un lindo detalle, luego fuimos a McDonald’s y el pagó mi com…

—Espera.—me interrumpió.—¿No te estará empezando a gustar el prostituto oficial del colegio, verdad?—preguntó. Y yo empecé a reír, ¡Ella lo había llamado prostituto! Bev tenía sus ocurrencias, pero esto lo sobrepasaba. Totalmente.

—¡Bev!—chillé.—No es un prostituto y no, no me gusta.—golpeé su hombro. Ella río.

—Bueno, ¿Solo eso? Pensé que por su insistencia quería acostarse contigo.—comentó mirando sus uñas. Sonreí.—¿Lo hicieron?—negué.—¡Dios! ¿Ni si quiera un beso?—volví a negar. Abrió sus ojos.

Yo reí.

—No, ni siquiera eso. ¡Él no me gusta!—afirmé.—Y el parece enfrascado en que yo acepte que me gusta. Él ya lo hizo, pero yo no pienso hacerlo.—Beverly me observó con expresión estúpida.

—¡Uh! Bueno, eso es algo—alzó sus cejas.—¿Sabes? Harían linda pareja, los veo en un futuro.—chilló aplaudiendo con sus pequeñas manos.

—¿El popular con la chica de peleas callejeras? Uhg, no lo creo.

—Sobre eso, ¿Roger ya metió en esto a su hija?—preguntó.

 Beverly sabía sobre mis peleas callejeras y no me juzgaba para nada. Ella era la única que estaba enterada de todo esto, había empezado estas cosas cuando tenía catorce años, peleando en algo como “la categoría menores” que por lo general eran pequeñas huérfanas en busca de dinero. Supe que en nuestra relación no debía de haber secretos cuando ella empezó a contarme sobre sus problemas con la bulimia (cosa que había superado) y yo me sentía terriblemente mal al no decirle así que solamente lo hice. Ella se había tomado un día para pensarlo para al otro día aparecer con palomitas y películas apoyándome siempre desde el primer momento. Beverly podía ser chismosa en ciertos aspectos, un poco sobresaltada la mayoría del tiempo y con un carácter demasiado sensible para mi gusto pero era mi mejor amiga y ella valía oro.

Suspiré.

—No, no lo ha hecho.—miré al suelo.—Estoy perdiendo mis esperanzas.

—Creo que deberías de dejar todo eso, tengo un mal presentimiento, ___. —tocó su frente.—¿Por qué solo no lo entregas a la policía? Tienes todas las pruebas.

—Es que no me rendiré, Bev.—chillé.—No lo haré hasta tener a su hija en mis manos y hacerla sangrar a muerte y verlo sufrir.—dije.

Mis mejillas ardían cada vez más, seguramente mi rostro estaba completamente rojo. Las lágrimas ardían en mis ojos pero no iba a llorar, no aquí ni ahora. Tenía que ser fuerte y ese maldito tenía que pagar. Primero le daría donde más le doliera, no iba a matar a nadie, solo iba a asustarlo y luego dejaría que se pudriera de por vida en la cárcel.

Mi respiración era entrecortada. Retenía mi llanto.

—Sh, ya tranquila, todo está bien.—Beverly me tomó en sus brazos consolándome. Haciéndome saber que estaba conmigo. Como siempre había estado…

El resto de la tarde pasó común. No me había acordado de nada y había sido lo mejor. Beverly se había encargado perfectamente de hacerme olvidar de todo con sus insinuaciones con Harry y sus chistes malos. Harry… ¿Qué estaría haciendo? No era que en realidad me importase. Solo me preguntaba, una pregunta insignificante.

Cuando había caído el sol, Mike apareció como vampiro llamándome. Me había avisado que había comprado unas nuevas zapatillas que de seguro me gustarían y sería mejor si las buscaba ahora. Tendría que ir, sabía que luego no me las daría y me harían bien un calzado nuevo para las peleas. Las viejas Nike ya no querían más lucha.

Entre por el callejón con la extraña sensación de ser perseguida. Me sentí como una idio** al darme cuenta que me estaba pareciendo a una de esas niñas indefensas. Yo no era así.

Toqué la puerta de chapa llena de mugre y  moho cuando el viejo Mike con sus fachadas de galán atendió.

—¡Rocky!—chilló. Solo dejaría que me llamará así porque lo había extrañado un poco.—¿Cómo estas, niña?

Alcé mis hombros.

—Hago lo mejor que puedo.

El rió sacando una bolsa detrás de él.

—Toma, aquí tienes.—me la alcanzó.—No te retendré más porque esta oscuro y es peligroso.—golpeó mi hombro.—Cuídate ___.

Asentí y comencé a caminar. No quería tomar un taxi. Algunos rayos de sol aún se asomaban curiosos formando un cielo naranja en el horizonte y no quería estar encerrada en un auto. Era verano y el sol resistiría un poco más.

Cuando entré en el último callejón comencé a sentir pasos detrás de mí. Repetidas veces volteé para ver si encontraba al maldito fracasado que me empezaba a fastidiar pero no había visto nada y que aun así continuaran iba hacer que mi colon explotara.

—¡Sal quien seas, pero ya! —chillé a una de las esquinas donde observé una silueta. Si me iban  a robar, violar o matarme que lo hicieran. No estaba de humor.

Una cabellera castaña se comenzó a asomar y me di cuenta que había estado reteniendo mi respiración hasta que vi a Harry salir de ahí.

—¿Eres estupido?—pregunté.—¡Te iba a lanzar esto!—tiré el fierro que había agarrado segundos antes.

—Lo lamento.

—¿Qué haces siguiéndome?, ¿Eres acosador?—pregunté achinando los ojos.

—No, pero vi que venias a una zona peligrosa y quise protegerte.—comentó. Plasmé una expresión sarcástica en mi rostro.—¡Oye! La otra vez no estaba en mis cinco sentidos. Y… ¿Qué haces aquí?

Está bien, esto se estaba volviendo irritante. Él no era mi pu** padre para estar preguntándome donde estaba. Ni siquiera él lo hacía.

—No te interesa.—contesté sombría.

—Uhm, bueno. Te acompañare.—contestó y comenzó a caminar a mi lado.

Todo fue normal. Las conversaciones y todo lo demás, él no había tratado de coquetearme ni nada por el estilo. Se había comportado totalmente normal y me hacía sospechar de lo que estuviese pasando por su perturbada mente.

Cuando llegamos a la puerta de mi casa iba a saludarlo cuando lo vi poniendo un dedo en su mejilla.

—Oh no. No haré esa idiotez.

—¡Vamos! ¡Solo un beso en la mejilla! ¡Anda salúdame!—me animó. Sabía que no me lo quitaría de encima si no lo saludaba y me fastidiaría si no lo hiciera. Me acerqué a él para poner mis labios en su mejilla pero no supe que pasó. Había sido muy rápido y ahora él me estaba besando. ¡Y mierda que lo hacía bien! Me separé bruscamente. No no no no.

Eres un cretino. Adiós.

—¡Adiós ___! Sueña conmigo.—me lanzó un beso en el aire. Yo reí y cerré mi puerta azotándola. Había sido una idiota. Sabía que el tramaba algo. Y ahora me había besado. Yo había besado a Harry Styles.

Espero que les guste el capitulo

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3,2,1, ¡Pelea!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora