Capítulo uno

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Sequé el sudor en mi frente. No era una chica que se daba a sudar mucho, pero Big Momma me la había puesto difícil. Casi me había hecho perder por knock-out hace tres segundos atrás golpeándome fuerte en la mandíbula. Pero no iba a dejar que eso pasara, esta era mi noche e iba a brillar.

Sequé nuevamente la sangre que caía de mi nariz mientras volvía a levantarme. El grito de mujeres y hombres se escuchó. Unos festejando, mientras otros solo abucheaban. El negocio era así. Observé a Big Momma, una regordeta rubia con la cara llena de sangre, que me observaba como si fuera carne fresca. Sin saber que ella lo sería en unos momentos.

Se acercó a mí a paso pesado, el piso del ring resonaba con quejidos. Aguanté una risita, la rubia me recordaba a Godzilla cuando venía llegando. Completamente iguales.

Una vez enfrente de mí lanzó un puñetazo, al cual esquivé perfectamente corriendo hacia atrás.

-¿Solo tienes eso, gordita?-me burlé. Si algo adoraba, era hacer picar la paciencia de mis contrincantes y hacer que mirasen con odio.

Ella amagó y yo solo me quedé parada. Sin una pizca de sorpresa, ¿Por qué lo hacía? ¿Creía que era una niña? Estaba a dos metros de mí. Y no era precisamente la mujer más elástica, ni alta.

-¡Vamos!, ¡Ven aquí!-alenté.

Ella rechinó sus dientes. Música para mis oídos.

-Muéstrame lo que tienes, Momma.-dije.

Flexioné mis rodillas y aplaudí, algo así como llamándola. Ella pareció entender y se acercó a paso violento a mí. Godzilla se había esfumado, literal. Observé sus piernas separadas al caminar. Oh si, ahora la pequeña ____ tenía una idea.

Cuando estuvo a centímetros de mí, me escabullí por entre sus piernas. Agradecí ser pequeña interiormente puesto que Big me había intentado apretar reteniéndome pero me escape con la delicadeza de una bailarina clásica. Solo que esto era el otro extremo y no estaba orgullosa de ello.

Salí y una vez que la tuve de espaldas a mí tomé una de sus piernas, desplomándola en el duro piso. La volteé y me subí a su regazo. Uno, dos, tres, e incontables golpes en rostro. La sangre comenzó a brotar de su piel cuando observé su mano alzarse pidiendo el final.

Había ganado otra vez, y me iba hundiendo en mi miseria cada vez más.

"¡Eso es, Rocky!", "¡Eres la mejor!", "¡Nunca fallas!", "¡Eres lo máximo!" Miles y miles de halagos llegaban a mis oídos al igual que insultos y abucheos mientras Mike anunciaba mi victoria:

-¡Y la ganadora de esta noche y ya de costumbre!-comenzó con el típico suspenso.-¡Es ___!, alias... Ro-ro- ¡Rocky!-y alzó mi mano y mi corazón se achicó aún más. Odiaba todo esto, pero se lo había jurado a mi madre.

Los gritos estallaron y como película antigua algunos gorros volaron. Había sido una gran pelea sin duda alguna.

-Felicitaciones Rocky-habló Mike antes de que bajara del ring.-Siempre serás la mejor.

Sentí mis ojos arder, pero me contuve. ¿Por qué llorar? Yo misma me había ganado esto a espaldas de mi padre. Si él se enterase que buscaba venganza del baboso Roger Bilmar no me dejaría salir de mi hogar y en ese caso, la muerte de mi

madre quedaría impune. El maldito sufriría. Y yo estaría en paz.

Mientras caminaba hacia mí ''camerino'' o cuarto lleno de moho, la gente chocaba sus palmas en mi espalda felicitándome y festejándome. Solo me limitaba a sonreír. Una sonrisa falsa que estaba plasmada la mayoría del día, excepto cuando estaba con mi padre.

3,2,1, ¡Pelea!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora