Capítulo 4

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-Alek Nikiforov.

Dicho esto, siguió atragantándose con arroz, como si lo que hubiese dicho fuera lo más normal del mundo.
Oh, claro que no.
Di una mirada rápida al katsudon, que permaneció estático en su asiento.
Demasiado.
Ni siquiera parecía respirar.

-¡Cerdo! -le grité, lanzándole un fuerte golpe en la espalda, a lo cual el casi-desconocido solo quedó observando, mientras el japonés me dirigió la mirada, medio muerto.

Katsuki Yuuri esbozó una aterradora sonrisa, provocándome escalofríos.

-¿Sucede algo?-preguntó el auto proclamado Nikiforov, confundido

¿Cómo era posible que este idiota no entendiera el peso de las palabras que estaba pronunciando? Decir algo relacionado al pentacampeón frente a Yuuri era como atravesar un campo minado de emociones, la estupidez más grande que podrías cometer tomando en cuenta que el cerdo padece de ansiedad.

-Tú...

Dejé salir esa palabra y me levanté, tomando al Viktor versión pelinegro por la muñeca hacia alguna habitación alejada del cerdo, que aún parecía no poder asimilar lo que había escuchado.

-¿Quién demonios eres?

Lo acorralé e intenté atemorizarlo dando una dura patada en la pared.
Recordé, curiosamente, la primera vez que le dirigí la palabra al katsudon.

-Eres demasiado pequeño como para intimidarme. -sonrió, divertido

Chasqueé la lengua, irritado.

-¿¡Ah!? ¿A quién se supone que le llamas pequeño, pedazo de bastardo impostor? -le fulminé con la mirada- ¿Apareces aquí, te atreves a tocar al estúpido de allá afuera, luego te comes su comida y resulta que eres familiar de Viktor? ¡Como si fuera a creerte! ¡La única familia que tiene ese idiota es su perro!

¿Por qué me molestaba tanto? El ver su cara me recordaba tanto al peliplateado que me enfadaba, y, a la vez, hacía que perdiese el control de mí mismo.
Me traía atroces recuerdos que no quiero mencionar.
Alek Nikiforov tomó mi muñeca, apretándola levemente.

-Ahora, antes de que saques tus garras de fiera -me sonrojé, y le grité- ¿quién diablos es Viktor?

...
¿Qué?
¿En qué clase de caverna vive este tipo?

Me indigné, y me indigné aún más cuando caí en cuenta de que eso significaba que tampoco sabía nada sobre mí, el actual ganador del Grand Prix Final.

-¿Quién mierda eres...?

Fui interrumpido por la voz de Yuuri, que al parecer finalmente se recuperó de su trance, para avisarme que mi teléfono no dejaba de vibrar.
Traté de despojarme del agarre del pelinegro, pero su fuerza era absurdamente desproporcional a su apariencia.

-¿Te traigo malos recuerdos de ese tal
Viktor, gatito?- sonrió, macabro

Sentí, literalmente, a la sangre corriendo despavorida hacia todo mi rostro, haciéndola hervir.

-Cállate, imbécil.

Y empujé su mano, librándome.
Caminé rápido hacia la sala, en dónde el cerdo descansaba sobre uno de los muebles, visiblemente agotado física y psicológicamente, y tomé mi teléfono.
Al diferenciar el nombre de Yakov entre las llamadas perdidas, una horrible sensación recorrió mi cuerpo.
Quería devolver la llamada, pero a la vez no. Recordé mi sueño y el corazón me fue estrujado en un horrible sentimiento.
No, no quería volver a vivir tal cosa.
Mientras debatía conmigo mismo el llamar a Yakov, sentí como unas grandes y frías manos se posaron sobre mis hombros.

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