Capítulo 4

755 85 112
                                    


Ay los exámenes... Un pobre tonto que estudiaba las dos asignaturas más difíciles el día anterior para no ser castigado no consiguió su propósito de tener una oportunidad de aprobar.

Llegó al primer examen y al verlo un cable se le fundió haciendo que en muchas de las preguntas pusiera: "Eso lo sabes tu, nahahaha", "Seguro que tiene algo que ver con el universo" y cosas así, incluso con dibujitos.

En el segundo ya escribió cosas más coherentes porque había podido repasar en los descansos, aunque no es que le hubiera ido mejor.

–¿Que tal los exámenes? –preguntó su compañero de clase Feliciano.

–Mátame ahora y termina con mi sufrimiento. –susurró Alfred abatido.

–No te voy a matar Alfredo.

–Entonces no preguntes... –el gordo cogió su mochila cabizbajo –Debo irme ya.

–¡Ciao Alfredo! –su compañero se despidió y se fue a saber donde.

Mientras Alfred caminaba a la entrada donde supuso que estaría Arthur en su coche, y así era.

–Pensé que tardarías más en salir. –dijo asomando su rostro por la ventanilla.

–No quería hacerte esperar. –el rubio alto entró en el coche sentándose en el asiento del copiloto y abrochandose el cinturón.

–Je, buen chico. –acarició la cabeza del rubio para molestarle.

–¿Nos vamos? –preguntó incómodo.

–Yes. –encendió el motor del coche y condujo hasta su apartamento.

Los dos bajaron en completo silencio con Alfred algo nervioso por no saber que hacer en ese momento.
Hasta que llegaron a dentro del ascensor, ahí todo cambió.

–Con que suspendiste los dos exámenes... –comentó divertido el inglés tensando al americano.

–¡E-Eso no es verdad! ¡Hasta el lunes no tienen las notas! –exclamó nervioso casi sudando.

–Te dije que tenía contactos. –pulsó el botón típico que para los ascensores que aparece en las series pero en la vida real no.

–¿Q-Qué estás haciendo? –preguntó temiendo por su vida intentando llegar a los botones sin éxito.

Arthur lo había acorralado en la esquina del ascensor, que para añadir, no era un espacio muy grande.

–Te dije que serías castigado. –susurró en su oído mientras acariciaba sus hombros.

–¡No! –en un momento de salvar su vida lo empujó contra la pared del ascensor con una respiración agitada y pulsó el botón para poner en marcha el ascensor.

Arthur estaba quieto en la esquina sin moverse ni un centímetro con los ojos cerrados.

–¿E-Estás vivo? –se acercó a su "jefe" para ver si respiraba, y así era, solo se había dado un fuerte golpe que le había dejado inconsciente.

Llegaron al piso del inglés y Alfred cargó con él al estilo princesa hasta depositarlo como a un gatito recién encontrado en la calle temblando, con mucho cariño y amor.

Que si que le iba a castigar cuando despertara, pero era tan dulce e inofensivo en ese momento que no le podía tratar mal y sin cuidado.

El americano se sentó en el sofá de enfrente mirando atentamente al dormido Arthur cara de ángel fetichista de vestidos de sirvienta.

–Se ve tan lindo cuando duerme... –susurró con una sonrisa super adorable hasta que vio una caja en la esquina con una nota que ponía "Regalo para Alfred".

Fantasías de un inglés malhumorado [Au/UkUsUk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora