Capítulo 6

268 38 48
                                    

No andaba muerta...
•~•~•

   Ya habían pasado como dos semanas desde que fueron a aquel restaurante y la relación entre ambos podría decirse que iba mejorando. Si bien era cierto que Arthur seguía obligando a Alfred a vestir o hacer cosas que él nunca hubiera pensado hacer o que desde un principio no le gustara, poco a poco se comenzaban a hacer cercanos, casi amigos.

—Te digo que esto no mola para la historia —comentaba, Alfred, señalando aquella parte de la historia del inglés que no le gustaba—. Aquí debería centrarse más en la escena del crimen, no en la ropa de su "ayudante" —dijo, haciendo las comillas con los dedos.

—Cállate, esto tiene sentido. Solo espera a que escriba más y verás —afirmó, Arthur, molesto por lo insoportable que se ponía Alfred cuando quería aconsejar sobre la historia. Ojalá nunca le hubiera dado permiso para ayudarle.

—Pero es que no comprendo a que viene todo esto. Además, que tiene de especial su ropa, ¡es solo ropa! —exclamó, el americano, infantilmente cruzándose de brazos—. Sigo diciendo que deberías cambiarlo —siguió insistiendo continuamente.

   Arthur ya se estaba exasperando de oír sus quejas. Hoy había decidido continuar un poco de su historia pues por prestarle atención a Alfred para "investigar" no había podido avanzar mucho en ella. Pero no conseguía avanzar nada con ese pesado al lado.

—Oye, mira, sé que te llamé yo aquí, pero llevo dos horas delante del ordenador y solo he escrito una página. Podrías dejarme tranquilo —pidió, más sonando a una orden.

   Alfred infló sus mofletes como niño pequeño y se fue de la habitación del inglés murmurando cosas. No entendía que el inglés le llamara para que le hiciera un poco de compañía y que luego le echara de su habitación para estar en paz. ¡Era contradictorio!

«¿Y si me voy a dar una vuelta?». Pensó, el americano, con una sonrisa juguetona en la cara. Realmente le apetecía dar una vuelta por la ciudad y pasar un tiempo a solas.

   Desde que se fue al restaurante con Arthur, extrañamente este le pedía continuamente que fuera a su casa para probar diferentes cosas, principalmente trajes de sirvientas. Tampoco habían vuelto a hacer "aquello", como mucho algún que otro beso subidito de tono, pero nada más. Y, aunque Alfred no lo quisiera admitir, eso le irritaba un poco. Es decir, no es que quisiera volver a hacerlo, de hecho, prefería evitarlo, pero por alguna razón no le gustaba eso. Sí, estaba contradiciéndose a sí mismo.

—¡Alfred! —le llamó, Arthur, desde la habitación—. ¡¿Puedes hacerme un té?! —preguntó a gritos.

—Yes! —contestó, Alfred, algo irritado. Ya no podría escabullirse de allí.

   Después de varios minutos intentando preparar un té decente (para evitar las quejas del mayor) fue a su habitación dejando la pequeña bandeja con la bebida y unas galletitas en el escritorio.

—Aquí tienes —le avisó, Alfred, con una amable sonrisa en el rostro.

—Muchas gracias, Alfred —respondió, Arthur, esbozando una ligera sonrisa en su rostro.

    El más alto (y joven) no pudo evitar sonrojarse ante aquello. Últimamente se sonrojaba cada vez que Arthur sonreía de esa forma o se carcajeaba de una forma extrañamente adorable. Pero, según él no se podía evitar, a pesar de ser un malhumorado pervertido era, también, muy dulce, amable y adorable (sobre todo en apariencia).

—¿Qué miras tanto? —preguntó, Arthur, con la taza entre sus manos y mirando confundido al americano, que se sonrojó aún más. Se le había quedado mirando fijamente seguro.

Fantasías de un inglés malhumorado [Au/UkUsUk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora