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Estoy sentada en el frío suelo del baño, viendo como llenas la bañera de agua caliente. Echas jabón para que se haga espuma y compruebas que la temperatura siga siendo perfecta mientras el agua sigue acumulándose. Giras el grifo para que salga más caliente y coges el bote con piedrecitas de colores que hay en el mueble. Te paras en seco a mirarme antes de volver a guardarlo sin haberlo abierto. Y tes vuelves a centrar en el agua para luego reirte y preguntarme qué es tan interesante.
Ahora la que se ríe soy yo, porque ni siquiera eres consciente de lo mucho que me conoces, de que estás llenando la bañera para mí porque estoy cansada y he tenido un mal día.
No eres consciente de lo mucho que me gusta observarte cuando estás centrado en algo, ese momento en el que te muerdes el labio y levantas una ceja. No sabes como me encanta que me sorprendas con cosas diferentes cada vez que tengo un mal día, y cada vez que tengo uno bueno.
Estoy tan fascinada con tu sonrisa que ni me doy cuenta de que te has acercado cuando me sacas de mis pensamientos con un leve beso: "Entra en la bañera antes de que se enfríe el agua. Yo voy a hacer pizza y luego te dejo elegir un libro si me lo lees tú"

Musas DistantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora