II

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Me acuerdo de ti.
Del día que te conocí.
Lo primero que pensé fue
"esta chica está loca y tiene la sonrisa más bonita que he visto".

Una chica auténtica,
que mostró su locura desde el principio,
que estuvo a mi lado todo el tiempo, que me enseñó que si tienes un amigo hay que darlo todo (aunque algunos te fallen y se vayan de tu lado).
Porque encontrarás a alguien que también lo de todo por ti,
aunque eso suponga sentarse y mirar a la nada,
en silencio,
a tu lado.

Tu fuiste esa chica,
ese pilar que necesitaba.
Un pilar que me hubiese gustado seguir teniendo a mi lado.
Pero la gente no escoge las cosas que pasan en su vida.

Tú me enseñaste a llevar la fantasía más allá,
a sentir la ilusión que se siente al jugar como una niña,
a que la felicidad a veces es
merendar campurrianas y andar bajo la lluvia,
hacer macarrones y comer en la terraza,
andar por el barro con las zapatillas intactas y llenarlas de algas,
jugar a tinieblas lanzando cosas,
mirar el río en silencio.
De ti aprendí la belleza de ser diferente.

Fuiste la primera persona con la que hablé de cosas serias, o que me importaban.
La primera persona con ideas "revolucionarias" con la que me crucé (no ha habido muchas hasta ahora).
Y es que ser revolucionaria no tiene porque ser política,
también lo es tener tus propias ideas sobre algo que va en contra de lo que te rodea (y más a esa edad).

Me hacías reflexionar y replantearme cosas que nunca me había parado a pensar.

Es algo que me encanta
y que echo de menos.

Musas DistantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora