Prologo

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El sudor hacia que mi traje negro se pegara a mi cuerpo, mis manos temblaban y pasaba los dedos incontables veces por mis cabellos rubios, sentía que la corbata color vino me estaba estrujando y casi tenia un tick en el ojo derecho.

Ni siquiera el miedo que sentí cuando era pequeño y mi padre me golpeo por primera vez hasta dejarme grandes marcas moradas y azuladas en la piel era tan grande como el que ahora sentía por tal grado de compromiso.
Mis ideas estaban excesivamente revueltas, mi estomago se sentía como una tormenta en el mar y mis orbes azules solo podían mirar hacia aquella imagen que tenía en un porta retratos de plata. La hermosa silueta de Lindsay resaltaba en el bonito vestido azul cielo que llevaba mientras me abrazaba con un brazo y con el otro miraba con cara de pervertida a el algodón de azúcar que comía en el parque de diversiones, y después estaba yo, con el cabello completamente desordenado por el aire, mirándola como si ella fuera todo mi mundo, pero eso no es cierto por que el mundo es algo muy pequeño para definirlo, en otras palabras, ella seria todo el universo, tan intenso, profundo e infinito que te pierdes en el con solo una mirada.

Drake, quien había vuelto hace unos días de su viaje de "identidad personal" y mas que nada la búsqueda de su mate (la cual no encontró) me miraba con diversión y negaba con la cabeza mientras yo intentaba liberarme de la corbata.

-Hombre, si sigues dando tantas vueltas te juro que no dudaré en ponerte uno de esos lindos ojos azules morado y no me importa que seas el novio y este sea tu día especial, estas peor que vieja menopausica.

-Vamos, ni que fuera tu madre- Me pare y le guiñe un ojo con sonrisa ladeada, el solo soltó un gruñido y salio de la habitación.

Solo faltaban unos 45 minutos, pero los nervios me carcomían vivo, no sabia que hacer, Lindsay siempre había merecido algo mejor que yo, pero ahí estaba, poniéndose un extravagante vestido blanco que pesaba mas de 3 kilos lleno de piedras brillosas en la parte de arriba, con el que apenas y podía pasar por las puertas ya que la falda era demasiado grande y me había costado mas de 17,000 dolares sin contar zapatillas, la comida, el salón. Casi tuve que robar un banco, estuve demasiado tiempo cobrando favores que no se supone que haría hasta que de verdad es tuviera en problemas.

-Chica, ve y calma a tu hombre que me vuelve loco- Escuche la voz de Drake en el pasillo y después se abrió la puerta dejando ver a una chica rubia platinada, con un vestido reluciente y sonrisa que amenazaba con partir su perfecto rostro en dos.

-!!!Evan¡¡¡- Grito para después tirarse sobre mi, lo cual nos hizo caer a ambos.

Un poco desconcertado por que no veía nada gracias a la gran cantidad de tela blanca que me cubría me levante lentamente para no lastimar a Lindsay.

-¿No se supone que es de mal suerte ver a la novia antes de la boda?

-¿No se supone que la chica es la que tienes los ataques de pánico y nervios?

-Yo no tengo nada de eso- Hable secamente pero sin poder ocultar el brillo de diversión en mi mirada.

-Solo vengo para decirte que mas te vale no dejarme plantada en el altar frente a toda la manada y amigos, por que cortare tu apestoso cuerpo de perro mutante y te colgare tu cabeza como trofeo en la sala.— La hermosa sonrisa que tenia se borro al instante para dejar pasar una gran mueca terrorífica mientras me gruñía.

Pase por un gran momento lleno de mas inseguridad pero al fin estaba ahí, parado detrás de un gran arco verde decorado con rosas blancas y rojas, a lado de Drake, viendo como Lindsay se avecinaba con paso lento hacia mi, siendo llevada por su padre el cual había sido obligado a venir por la vieja bruja que estaba en la primera fila, mirándonos llena de esperanza y alegría, convencida de que aun que haya mordido hace dos años a su nieta, todo había valido la pena.

Ella llego hasta mi, sus ojos verdes resaltaba brillantes, el velo no le cubría la cara, pero si gran parte de su rubio cabello y llevaba la sonrisa mas grande que alguna vez había visto, mas brillante que en nuestra primera cita, mas conmovedora que cuando la rescate y mas especial que cuando la hice por primera vez mía.

No escuchaba las palabras de el hombre que nos leía la biblia, yo solo estaba perdido en su mirada y ella en la mía, solo recordando todo lo que tuvimos que pasar juntos para llegar a este momento, y aun que ella haya olvidado mucho de ese tiempo, todo eso fue recompensado con mas amor en ese momento.
Ella me salvo primero a mi, me alejo de el alcohol, las drogas y chicas de una sola noche, me hizo otra persona, alguien responsable, alguien a quien se puede amar. Ella destruyo a mis demonios y se llevo mis fantasmas, suplantándolos por el sonido de su risa.

Cuando me di cuanta ya la estaba besando dando por concluida la ceremonia, ni siquiera recordaba haber hecho mis juramentos, toda mi atención había sido absorbida por una verde y apasionada mirada.

—Ahora eres eternamente mía.—La mire con mas amor que todo el dolor que había sentido en mi vida.

—He sido tuya desde el momento en que te vi, y eso nunca cambiara.

La tome de la cintura mientras me inclinaba hacia abajo y la besaba.
El tiempo se congelo, no se escuchaban las personas, solo la nítida melodía de la pista de creep.
Sus manos se enrollaron a mi cuello mientras que con sus dedos acariciaba mi piel, no la besaba a ella, estaba besando a su alma, besaba todo el dolor que había sentido alguna vez en su vida, besaba todos nuestros recuerdo juntos, besaba lo que tanto significaba para mi y nadie mas podía ver.

Eternamente TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora