Capitulo 38
El único sonido era el del mar que se acompañaba con la llegada de la luz del sol, esta penetraba por toda la cabaña. No quería despertar, no aún, la tranquilidad que sentía era inmensa, no la sentía desde hace años.
Siempre viví con la incertidumbre de que por las noches algo vendría y me haría mantener los ojos cerrados pero cerrados para siempre, con la piel fría, el cuerpo pesado y duro, mis parpados cellados y los pulmones destrozados, pero no, esta vez me sentía en los brazos de morfeo.
Sentí una caricia, después una calidez cosquilleante en el cuello. abrí lentamente los ojos y allí estaba junto a mí, el hombre que robó mi corazón en un segundo.
-Niall: Te ves hermosa mientras duermes - Acarició mi mejilla. Después tomó mi mano y la llevó hasta su cara, yo correspondí gustosa ante tal acción acariciándolo.
-Tu: ¿Hace mucho que estás despierto? - Le dije mirandolo a los ojos, perdiendome en ellos.
Se acercó más a mi, con una de sus manos me abrazó por la cintura mientras que con la otra tomó mi mano que se encontraba sobre su mejilla, llevándola detrás de su cuello.
-Niall: Hace media hora - Me sorprendí bastante, me besó la frente.
-Tu: ¡¿Media hora?! ¿Por qué no me habías despertado? - Le dije sorprendida.
-Niall: Me gusta verte dormir, me resulta.... fascinante - Besó mi cuello y calramente escuché cómo aspiró mi aroma, a estas alturas este hombre lograba ponerme de cabeza.
-Tu: ¿Qué... Qué hora es? - Le dije nerviosa tratando de evadir la situación que me puso a temblar, él soltó una risa burlona.
-Niall: Por fin he podido poner nerviosa a _____ Blair - Levantó un poco la cara y se acercó a mis labios, rosandolos.
-Tu: No..No estoy.. ner..nerviosa - Desvié la mirada, traté de levantarme pero el me tomo de la cintura recostandome y poniendose rapidamente sobre mi pero sin lastimarme con su peso.
-Niall: Admitelo, te pongo nerviosa - Se acercó hasta quedar a escasos centímetros de mi boca, sentía mi corazón estallar, sólo desvié la cara pero el me tomó del mentón haciendo que lo viera a los ojos - Admítelo pequeña - Sonrio, ahh esa maldita sonrisa de Horan, no me podía contener a ella. Le sonreí y me acerqué más a sus labios.
-Tu: Preocúpate cuando no lo hagas - Le dije con un tono coqueto, el sonrió sobre mis labios y me besó, suave, lento y delicado, disfrutando cada segundo que pasaba. Con una de sus manos tomó mi cintura elevandome un poco para pegarme a su cuerpo, el beso subía de nivel hasta que llegamos a un punto en que la respiración nos faltaba, los corazones palpitando aceleradamente como si se nos quisieran salir del pecho.
Me separé un poco de él para tomar aire y en seguida volví a unir nuestros labios desesperados, buscándose entre sí para absorber saliva del otro como si se tratara de una sed insaciable.
Mordí su labio y el gimió un poco, se distrajo a lo que yo aproveche y lo aventé poniéndolo debajo de mi, él se levantó y me tomó por la cintura quedando sentada sobre él sin dejar de besarlo. El comenzó a besar mi cuello y sentí una pequeña punzada en el cuello, lo mordía con delicadeza y sensualidad, la sangre se me subió a la cara y comencé a soltar pequeños suspiros de placer, me acariciaba las piernas y yo me aferraba más a él sintiendo como comenzaba a notarse su erección.
Ambos nos encontrabamos jadeando, a este paso terminaríamos haciendo de nuevo el amor.
-Tu: Nial... debemos.. mmm.. ves..vestirnos...mmm - Me costaba trabajo hablar, la verdad es que ya no aguantaba as ganas de que volviera a hacerme suya. Él negó con la cabeza y seguía besandome, subió una de sus manos a uno de mis senos para comenzar a estrujarlo con suavidad, me dejaba llevar, pero recordé que dentro de poco nos abrirían y sería incomodo Que nos vieran en esa situación, no se de donde saqué fuerzas para separarme de él, rapidamente me cubrí con una sábana y me puse al pie de la cama, mientras le sonreía juguetonamente.
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Don't Say Goodbye
Teen FictionTal vez era solo la adrenalina, tal vez solo era el deseo de sentir que el corazón se me quisiera salir del pecho, no lo sé, nunca podría justificar mi comportamiento necesitaba su compañía, la anhelaba más que a nada en este mundo. La muerte era aq...