Seis.

1K 180 107
                                    

Cierta persona ya no era tan terca.

Alguien debió haberle dicho a Sehun que es mejor aprovechar el tiempo antes de que éste se aproveche de ti.

Los días pasaron hasta crecer, volviéndose meses, y estos se llevaron por delante al jovencito pálido y a su espera. No más allá, el mundo siguió por completo igual, con la excepción de que el clima era más fastidioso que de costumbre. Asistía al colegio a mala gana y sus notas tampoco mostraban variaciones.

Ya tenía trece años y Sehun aún no lograba superar a Jongin, lo extrañaba, cada vez menos, pero lo extrañaba todavía. Incluso si no sabía nada de éste desde hace casi un año y absolutamente nadie a su alrededor se enteraba de su desdicha. De hecho, todos olvidaron al bailarín con facilidad, excepto él. Seohyun, la profesora Soojung, e incluso Chanyeol, que preguntó un par de ocasiones por su partida a las primeras semanas. Es que ahora Chanyeol ni siquiera hablaba con él de por sí. Al parecer había encontrado un grupo más entretenido para compartir después de que Junmyeon y Jongdae se pelearan y no quisieran hablarse más. Y bueno, no era nada raro que se apartaran, él era aburrido. Podía que ya no se reunieran y ya nunca fueran a la cancha pública, no importaba, dado que ellos fácil encontraron otros amigos y dejaron a Sehun a su suerte. Ahora se limitaba a ir a la academia y sentarse a ver cómo bailaban las niñas, aun si ninguna nunca lograba maravillarlo, ninguna poseía ese toque especial que destellaba en el mocoso.

Igual no le molestaba haberse quedado tan aparte, porque cuando se lo preguntó a la almohada —la única que parecía escucharle—, terminó pensando que le era irrelevante. Quizá había tenido razón y en realidad; Chanyeol, Jongdae y Junmyeon solo fueron sus compañeros de clase. Y eso seguían siendo, claro. Nada más que eso.

No era como si los extrañara y quisiera pedirles salir a dar vueltas juntos como antes, o como si hubiese tenido ganas de contarle a su madre, que se aparecía cansada, tarde en la noche y pasaba de largo hasta su habitación sin querer dedicarle más que un saludo a sus hijos antes de echarse a dormir.

De vez en cuando, solo de vez en cuando y muy extrañamente, Sehun notaba que se sentía solo. Entonces, recordaba la promesa que hizo con su crush para sentirse un poquito mejor.

Es que estaba ilusionado. Ilusionado con que el moreno volvería y con que apenas le viera, le tomara de la mano y ambos fueran a pasear como aquella mañana al parque. Jongin le pediría ser su novio y él aceptaría, agregando que le debía más de una por haberlo hecho esperar tanto. Comerían juntos, se contarían cómo les fue y el otro le devolvería todos los besos que él le entregó antes.

No obstante, nadie puede vivir de ilusiones.

Jongin no apareció después de tantos años, faltando a su promesa, y, Sehun creció, olvidando, cansándose y dejando de esperarle.

*****


La madera del gimnasio rechinaba contra los zapatos de goma de los estudiantes. Ellos usaban responsablemente el calzado que se les pidió para no rayar el material del suelo liso. La mayoría eran alumnos de segundo año pero del curso anterior, pasaba que ahora estaban de vacaciones y en cuanto éstas acabaran, serían oficialmente alumnos de último año y estarían en la meta final para dejar de usar el molesto uniforme escolar.

El gimnasio solo abría los días de semana y solo se dejaba pasar, obvio, a los integrantes del colegio. Sehun estaba ahí dado ya no odiaba tanto al deporte, tampoco al baile, al ejercicio y todo lo que tuviera que ver, de hecho, se le volvió una costumbre eso de ver a la gente practicarlo. Se sentaba en la banca de espera a distraer a sus ojos negros, que se perdían siguiendo al balón de voleibol y disimuladamente giraban a detallar algunos cuerpos, el cómo se impulsaban, corrían y hasta se lanzaban contra el piso.

CRUSH ✧ kaihunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora