Abadie miraba fijamente a Gabrielle con los brazos cruzados, analizándola. Por órdenes del capitán Scavenger, él había sido el asignado para enseñarla a hacer todo en cuanto cocina, ya que era el único que podía hacerlo.
Después del desayuno, habían sido ambos enviados a la cocina para comenzar con su deber.
Después de mirarla por unos segundos, los cuales Gabrielle considero como horas, Abadie se descruzo de brazos.
— Podrías pelar papas— dijo el hombre ladeando un poco la cabeza. Su tono de voz ya no era tan amenazante como el día anterior. Y, aunque se había opuesto a enseñarla minutos antes, no se veía muy molesto.
Gabrielle asintió con la cabeza, incapaz de pronunciar ninguna palabra todavía. Aquel nudo alojado en su garganta le impedía pronunciar algo, o emitir cualquier clase de sonido.
Le habían quitado el costoso vestido azul a Gabrielle la noche anterior, y ahora se encontraba usando unos pantalones de hombre los cuales le quedaban sumamente grandes y una camisa completamente blanca y de manga larga. El capitán había dicho que después le conseguirían algo de ropa decente. Aunque, a decir verdad, los pantalones le daban una libertad que nunca había sentido.
Su largo y lacio cabello caía algo enredado sobre su espalda, ya que había rechazado la oferta de usar el cepillo de Baltashar.
El silencio reinaba completamente. Ninguno de los dos había pronunciado ninguna palabra desde que le habían asignado una tarea a la chica.
Gabrielle sentía la presencia de Abadie, pero era incapaz de levantar la vista para ver que estaba haciendo.
— valla, la primera tarea del día— El silencio fue abruptamente interrumpido cuando Baltashar ingreso a la cocina acompañado de Cyril, cosa que Gabrielle agradeció. Baltashar era quien más calidez le había mostrado desde que se unió a la tripulación el día anterior. — ¿Cómo vas con eso princesita?
— Creo que bien— respondió Gabrielle mirando discretamente el corte que se había hecho en el dedo con el cuchillo minutos atrás.
— No nos ha dicho su nombre— Recordó Cyril y dejo la cubeta llena de agua con jabón a un lado de él.
— ¡Cierto! — exclamo Baltashar— ¿Cuál es tu nombre, chica Lewis?
— Gabrielle— respondió ella, aún sin acostumbrarse muy bien a su nuevo ambiente.
— Pareces una chica de pocas palabras— dijo Cyril con una sonrisa en sus labios, pero con toda su atención puesta en lo que estaba haciendo. — podrías llevarte bien con Hassan.
— Hassan...— Analizo Baltashar mientras acariciaba su barba.
— Aún no he conocido a Hassan— dijo Gabrielle— ¿Quién es él?
— El favorito de capitán— respondió Abadie, quien había estado callado durante todo ese tiempo.
— Es el navegante y segundo al mando— agrego Cyril.
— ¿Puedes creerlo? Tiene tan solo veintitrés años— Baltashar resopló— es tan solo un niño.
Gabrielle asintió con la cabeza, interesada en la conversación.
— Aunque si hablamos de niños, también tenemos a Cyril— dijo Abadie sin despegar la vista de los vegetales que estaba cortando meticulosamente— diez y ocho años.
— No soy mucho menor que Hassan— dijo el rubio joven con algo de humor en su tono de voz. — además también están Swan y Enzo.
— pero seamos sinceros, Enzo incluso es más maduro que Baltashar— dijo Abadie.
— Sólo lo dices porque tiene carácter de anciano— Agrego Baltashar, quien no había estado haciendo nada desde que llego a la cocina. — su puesto de espadachín lo ha vuelto sumamente malhumorado...
— ¿Qué es espadachín? — pregunto Gabrielle.
— Es quien maneja todas las armas, lidera los ataques, planea las técnicas— respondió Cyril— supongo que para tener un puesto así se necesita tener un corazón de piedra.
— Pero debes verlo cuando se emborracha— Baltashar soltó una carcajada— ¡es cómo si el Ron derritiera la piedra!
Conforme los piratas hablaban, Gabrielle intento familiarizarse con ellos. Pero no podía recordar los rostros de nadie más que los del capitán, y los que se encontraban charlando con ella.
Parecían buenas personas. Pero la incomodidad estaba siempre con ella; pues no los conocía. Ella no debía estar ahí, sin embargo, se encontraba pelando papas por primera vez con el estómago aún revuelto debido al movimiento de las turbulentas olas que agitaban el enorme barco.
— Es una niña— dijo Baltashar después de que Abadie dijera algo a lo que Gabrielle no prestó atención. — ¿Cuántos años tienes princesita?
— diez y ocho— respondió ella encogiéndose de hombros.
— ¡Cyril! Ya no eres el más chico del barco.
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El sol estaba en su posición exacta del día, acalambrando los ojos de Hassan.
Su mirada penetrante se encontraba fijamente en el océano mientras movía el timón con suavidad, dirigiendo el barco a su próximo destino.
— ¿Cuánto tiempo tardaremos en llegar? — su total concentración se vio interrumpida por la voz de Enzo.
— Pensé que nunca saldrías de la habitación— respondió Hassan dirigiéndole una momentánea mirada fugaz y regreso su concentración en el océano. — dos días, tal vez tres.
— Tanto trabajo para quedarnos con el miserable dinero de un vestido y una recompensa en lugar de dos— comento Enzo y se recargo en el barandal de acero. El viento movía los mechones de cabello castaño que se salían de su bandana.
— El capitán ha hablado— respondió Hassan y dejo el timón para recargarse junto con Enzo. — no hay nada que podamos hacer.
— Una niña...— comento el moreno chico por lo bajo— tenemos a Cyril, no necesitamos una niña rica abordo.
— Me pregunto que pasara ahora— respondió Hassan— esto sin duda será algo interesante.
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Alta Mar
RomanceCuando Gabrielle, la hija de uno de los hombres más ricos del pueblo fue secuestrada hábilmente por piratas, todos perdieron la cabeza. Pero nadie la perdió en mayor proporción que ella misma. Mientras las semanas pasaban, todos olvidaron el tema y...