Capítulo 1.

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Me desperté totalmente abrumada, gotas de frío recorren toda mi cara y mi corazón esta revolucionado lo que causa que mi respiración sea muy agitada, levanto el brazo derecho, arqueo la mano junto a la frente y me limpio el sudor frio, momentos seguidos cierro los puños y me los paso por los ojos frotándolos para limpiar las legañas que me impiden ver bien.

Estaba demasiado cansada, ninguna noche desde el principio de verano había podido conseguir dormir bien, siempre tenía la misma pesadilla una y otra vez, pero nunca sabía lo que significaba o quien era esa persona o esa cosa que me ayudaba.

-Solo ha sido otra pesadilla -Me digo– Aunque me estoy cansando de siempre lo mismo.

En ese momento la puerta de mi habitación se abre de par en par y aparece Dessa, mi abuela, una mujer mayor de unos 60 años, baja, pelo largo dorado tirando a canoso, piel muy clara y unos ojos tan azules como el propio mar.

-¡Dessa! –digo asombrada, desde que ocurrió el accidente nunca había entrado en mi habitación cuando tengo pesadillas. Sé que despierto a toda la gente que está en casa, porque grito mucho o eso me dice Evori, mi hermana, todas las mañanas. -¿Qué haces aquí y a estas horas? 

-¿Cuántas veces tengo que decirte que no me llames así?, llámame abuela.

Muestro una sonrisa por lo que mi abuela acaba de decir, todos los días me replica lo mismo, pero ella para mí siempre será Dessa no abuela.

-Pero, abuela- Dudo un momento al decir esa palabra, no estoy muy acostumbrada. – He vuelto a tener el mismo sueño...

-Lo sé, te hemos vuelto a escuchar- se nota que su humor ha cambiado, me duele tener que levantarles todas las noches, apenas podían dormir por mi culpa. -Venga vamos a la cocina que te preparo un chocolate caliente te dará sueño y necesitas dormir, son casi las 3 de la madruga y mañana empiezas las clases.

-Vale-Digo, mientras me levanto de la cama y me pongo unas zapatillas de estar por casa de algodón moradas que había justo al lado de la mesilla de noche. 

Estoy sentada en la silla de la cocina esperando el tan deseado chocolate caliente de la abuela, desde que llegue a su casa, todas las noches que he tenido el sueño, siempre me ha hecho un chocolate caliente, a veces llego a pensar que solo como eso, bueno, eso y agua. Nuestra familia tiene un problema con el agua. Bebemos demasiada.

Miro las paredes de la cocina, echo un rápido vistazo y me resulta extraño, no estoy acostumbrada a estar en esta casa, creo que nunca llegare a estar acostumbrada. Mis padres, Evori y yo nunca hemos tenido demasiado contacto con la familia o eso me conto Dessa después del accidente. Después del accidente no recuerdo nada, solo recuerdo despertarme en el hospital sin memoria y sin padres, pero claro tampoco me acordaba de ellos, cosa que prefiero, porque me ayudó bastante a no llorar demasiado. Dessa me contó que fue un accidente de tráfico. Cuando desperté en el hospital, no recordaba a nadie, ni si quiera a Evori y mucho menos a mis abuelos que nunca los había visto, me costó hacerme a la idea de tener una familia que ni siquiera recordaba, estuve yendo varios meses al psicólogo y a clases para sociales y también a algunas clases para aprender términos que había olvidado, la doctora me dijo que el problema que tengo es muy común en personas que sufren accidentes, amnesia temporal, me comentó que con el tiempo iba a ir recordando, pero han pasado casi diez meses y todavía sigo sin recordar nada, solo ese extraño sueño, pero no sé si es real o solo es imaginación mía. Sin darme cuenta mi abuela me está sirviendo el chocolate en una taza. 

-¿Has soñado algo distinto o lo mismo? -me pregunta Dessa, mientras se sirve un poco de chocolate en su taza, lo deja y se sienta en una silla enfrente mía. 

-Siempre lo mismo, nunca cambia nada. 

-Tranquila, la doctora te dijo que poco a poco recordaras.

-Sí, pero no sé si el sueño es real o una invención

-Pues cuando recuerdes lo sabrás. –Y eso espero, llevo esperando demasiado.

-Dessa… ¿Por qué ocurrió el accidente? -La pregunto cuidadosamente y su expresión cambia completamente, sus ojos se vuelven profundos y llorosos, pero es fuerte y sé que no llorara. Niega con la cabeza dando a entender que no lo sabe.

-¿Y mis abuelos paternos se han puesto en contacto con vosotros? ¿Saben todo lo que ocurrió?- Nunca había sacado el tema de mis abuelos paternos, bueno, en estos diez meses. Pero la cara que pone Dessa al preguntarlo nunca la había visto, sus ojos azules como el mar se vuelven oscuros y frunce el ceño.

-Tus abuelos paternos murieron, tus padres eran como dos hijos para mí y tu abuelo Etham- Y lo que tenía tan claro antes sobre que nunca lloraría se hace añicos y veo por primera vez a mi abuela llorar.

-Lo siento. –la digo apenada.

-No lo sientas, eran tus padres. Quizás tenga que sentirlo yo.

-Sí, pero no los recuerdo.

-Ya lo harás y veras que los querías más que a ninguna otra cosa del mundo.- Y en el fondo sé que es así, lo noto, pero sigo sin recordar y quién no recuerda no llega a querer. -Lo entiendo, es muy complicado...- una lágrima vuelve a caer de uno de sus ojos- Los echo de menos, sobre todo cuando os veo a Evori y a ti, os parecéis tanto a ellos...-lágrimas brotan de sus ojos y causa el mismo efecto en mí.

En ese momento entra por la puerta Evori, una niña de unos 5 años, adorable y guapa, el mismo pelo largo que tenemos mi abuela y yo, dorado y esos ojos azules del mar.

-Evori –Digo mientras me levanto, me agacho a su lado y cojo su mano. -¿Te hemos despertado pequeña?- digo con voz muy dulce. Me froto los ojos para limpiarme las lágrimas de hace unos momentos.

-Si- dice Evori.

-Oh mi pequeña Evori, venga ven, vamos a mi cama y dormimos juntas ¿vale?-La digo cariñosamente mientras me levanto y la vuelvo a coger la mano. 

Me giro para mirar a Dessa que sigue tomando su chocolate caliente, mirando a algún punto de la cocina.

-Adiós Dessa, perdón abuela- digo, agacho la cabeza y luego digo a Evori -Evori dale buenas noches a la abuela.

-Adiós yaya.- dice Evori dulcemente.

-Adiós niñas- contesta Dessa mientras sonríe lentamente y la vuelve a caer una última lágrima.

Nos damos la vuelta, salimos de la cocina, subimos las escaleras y llegamos a mi habitación. Menos mal que Dessa tenía habitaciones de sobra cuando llegamos a vivir aquí, me dieron la más grande, paredes color verde pistacho y muebles blancos, me gusta el verde, me recuerda a la naturaleza. La habitación de Evori es azul cielo, con muebles también blancos y toda la habitación llena de juguetes.

Nos acomodamos dentro de las sabanas de la cama, arropo a Evori y la doy un beso en la frente.

-Buenas noches enana- la digo dulcemente.

-Buenas noches Tata.- contesta Evori mientras cierra los ojos.- ¿Puedes cantarme?- A Evori y a mí nos encantaba cantar, Dessa dice que es un don de familia. Empiezo a tararear una canción dulce y nos quedamos dormidas. 

La leyenda; Watterfall.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora