Capítulo 9.

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Nada más llegar a casa Dessa me estaba esperando.

-¿Por qué has tardado tanto?

-Dessa pareces mi madre y eso que no la recuerdo.

-No hables así de tu madre. Además ahora soy yo tu familia, soy yo la que cuido de vosotras.

-Vengo de ver a un intérprete de sueños. –Su expresión cambia.

-¿Y para qué vas a eso?

-Pues no lo sé ni yo, no ha hecho más que decir tonterías, no me ha aclarado nada.

-¿Qué te ha dicho? –Pregunta interesada Dessa. ¿Piensa que se lo voy a decir? Después de cómo me ha tratado.

-Nada, lo típico. “Vas a tener tres hijos y van a ir todos a la universidad”. –La digo mientras me alejo.

Subo a mi cuarto y cojo la carpeta donde está el trabajo que hicimos Drake y yo. Vuelvo a repasarlo. ¿Dijo que siempre solía estar en esa biblioteca? Me cambio de ropa y cojo mi bolso.

-Dessa me voy.

-¿A dónde?

-Voy a dar una vuelta, vengo lo más pronto posible.

-Espera. –Antes de que pueda decir nada más, cierro la puerta de casa y me encamino a la biblioteca.

De camino a la biblioteca me encuentro un puestecito de refrescos, me acerco y me compro una botella de agua, estoy sedienta, como no. Al llegar al callejón, me arrepiento de haber venido. -¿Y si no está? Habré venido por nada-. Entro en el callejón y me paro enfrente de la puerta de la vieja biblioteca. Giro el manillar y abro la puerta, una ráfaga de olor a antigüedad me ahoga. Empiezo a esquivar el laberinto de estanterías y me parece que hay el doble de estanterías. -En este lugar hace demasiado calor- digo. Me pongo todo el pelo hacía mi lado izquierdo por delante y empiezo a hacerme una trenza. Me encanta llevar trenzas de lado. Sigo andando y buscando la mesa en la que Drake y yo nos sentamos, pero no la encuentro y decido buscar al bibliotecario.

-Hola, ¿ha venido hoy por aquí el chico que compartía mesa ayer conmigo?

-Si claro, todos los días está por aquí. Es un placer tener a gente que se acuerde de esta vieja biblioteca. –Me sonríe. –Estará escondido por alguna de las estanterías de allí. –Me señala con el brazo a mi izquierda.

-Muchas gracias. –Le sonrió.

-Gracias a usted.

Empiezo otra vez mi recorrido por la amplia biblioteca y su laberinto. Al final de la fila de laberinto veo una sombra, sigo andando acercándome y al final veo la forma robusta de Drake.

-Hola. –Le saludo con la mano. Pega un bote por el susto y me mira alarmado, con el ceño fruncido y los ojos parcialmente cerrados. –He supuesto que estarías aquí y como no has venido a clase, quería hablar contigo delo de ayer.

-No hay nada que hablar. –Empieza a recoger sus cosas, me acerco a él y le sujeto el brazo con mis brazos. Un escalofrío como el de ayer me vuelve a recorrer todo el cuerpo y me aparto instantáneamente de él.

-¿Por qué? ¿Por qué siempre pasa eso cuando te toco?

-No pasa nada, son imaginación tuyas. –Como odiaba cuando se comportaba de esa manera tan borde conmigo. –Tengo que irme.

-No, no te vayas. –Le vuelvo a coger del brazo, pero el calambre ahora no están intenso, ha disminuido.

-No puedo quedarme.

-Pero si yo no hubiese venido no te hubieses ido, ¿verdad?

-Puede ser.

-No te preguntare por esos calambres, pero quédate conmigo. –Cuando termino la frase me pongo colorada, le miro por el rabillo del ojo y ha sonreído.

La leyenda; Watterfall.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora