Esta vez, sin hacer mucho escándalo, me levanté de la cama y desayuné a las apuradas con Mildred que hace bastante no la veía y con su hijita Magdalena que prácticamente estaba dormida en sus brazos. Acostumbraban a levantarse demasiado temprano para que la niña no tardara en dormirse a la noche, son las reglas que imponía su madre.
Subí a mi cuarto para buscar mi mochila y encontré a mi madre llorando sobre la cama de Jay.
-¿Mamá q-qué...sucede?
Pensé que ella y papá se habían ido a trabajar. Sin embargo, ahora entra él.
-Lo sabías...¿No Emma?
-¿Saber qué?
-Jamie está desaparecido- balbucea mamá- ¿Cuándo pensabas decirlo?
-Yo...no lo sé. Ayer estaban muy felices, no quise, no quise...- me largué a llorar-angustiarlos.
Mamá, sin decir palabra, me abrazó y luego papá. No quería admitirlo, no podía procesar que mi hermano haya desaparecido así de la nada, o lo hayan raptado, matado, fugado...o lo que sea. ¡No Jamie, No!
Aunque mis padres me permitieron faltar al colegio. Decidí ir y despejar mi mente.
Tomé el autobus.
Keiel me esperaba parada en la puerta del gran edificio. No pude contener las ganas de correr y abrazarla.
Le conté todo lo que se había perdido...algo tan insignificante como poder llegar a obtener el papel en Romeo y Julieta hasta la fuga o desaparición de mi hermano.
-Oh, Em- me nombró con un suspiro- Lamento tanto no haber estado para...
-Keiel, no lamentes nada...yo...yyo- me quebré.
Rompí a llorar es sus brazos y nos sentamos en los escalones.
-¡Mi hermano no está! Él...él se ha ido...yo no puedo vivir con esto.
Los minutos pasaron. Yo pensé que el día que Keiel terminara su reposo no iba a parar de contarle todo lo que tenía. Pero en este momento no me da la cabeza ni la voz.
Las puertas se abrieron y entré allí cuanto antes para que nadie me vea llena de lágrimas ni tenga que dar explicaciones. No es como si alguien me fuese a preguntar qué me pasaba.
-No sé para qué vine. Debí hacer caso a mis padres y quedarme en casa. No puedo ir a clases en este estado.
-¿Qué harás?
-Tranquila, me encontrarás en el recreo.
Ella me sonrió y se fue hacia su salón. Yo corrí a donde me llevaban los pasillos y las escaleras. Subí y subí hasta dar con el cuarto. Luego subí la escalera escondida en el techo del conserje y entré desesperadamente a mi santuario.
Me largué a llorar y me tiré al suelo.
-¿Por fin sacas malas notas? ¿Por qué tanta depreción?- esa voz me hizo volver a nacer.
-¡JAMIE!
Él estaba sentado detrás de la mesita cuando decidió hacer su aparición.
-¡Aquí estás!
Lo abracé tan fuerte como pude. Su cara estaba pálida, sus ojos rojos, su fuerza era casi como la de una hormiguita. ¿Qué hace aquí?
-Mamá y Papá han estado más que preocupados, yo ni te imaginas. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no llamaste?
Caímos al piso y nos quedamos en cuclillas.
-Estaba espiándote, cuando entré para ver tus cosas. Sin darte cuenta me encerraste aquí. Mi celular no tiene señal. Viví estas horas de tus galletas de avena y miel y unas botellas de agua mineral q tenías en un cajón.
ESTÁS LEYENDO
Durmiendo con el enemigo
Teen Fiction❝Uno siempre quiere lo que no puede tener. Como no puedo tenerla, más la amo❞ Él es extravagante. Ella simple. Él no es quién parece. Ella no sabe quién es. Él la ama. Ella también. Pero él no vino para quedarse y enfrenta las decisiones más difícil...