Habían pasado dos horas en su mente, en las que durmió con los ojos abiertos y la conciencia había viajado galaxias enteras en ese tiempo, sin rumbo ni destino logró ver mucho más de lo que hubiera podido si el viaje estuviera ya planeado. Así que satisfecho volvió al lugar donde se había acostado, pues llevaba ahí tanto como duraba un suspiro de cansancio, y no había dormido en lo absoluto como él pensaba; el sol seguía alto y brillante, achicharrando hasta los cueritos bajo sus uñas; el pasto seguía mojado y puntiagudo, lleno de esa vida invisible que a las niñas hace chillar de asco; y por supuesto estaba el viejo sonriente vendiendo chop suey a luca quinientos.
Todas esas horas que nuestro protagonista pasó viajando fueron reales, pero estaban comprimidas en las yemas de sus dedos, la punta de su lengua, y en sus piernas enroscadas; que, movidos por una habilidad instintiva, se daban el gusto de sentir el cálido cuerpo del chico a quien él amaba.
Así que se separaron un poco, se miraron a los ojos, y sabiendo lo que el otro pensaba, sólo atinó a suspirar "woah".
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Historias de Maricas
Storie breviCuentos largos, cuentos cortos, y microcuentos. Algunos capítulos de mi vida personal, y muchos otros de las experiencias vividas por mis amigos más cercanos.