Esta no es mi casa
Germán no era un niño corriente. No, para nada lo era. Era de baja estatura (para su edad) a sus casi trece años, no levantaba más de un metro de altura. Pero, no era eso, no. Lo qué lo hacía diferente al resto de sus compañeros. Lo que lo hacía diferente y distinto al resto de sus compañeros de aula ― e incluso al resto de compañeros de colegio ― Era, sencillamente qué… ¡era diferente! ¿A ver si no?; Metro de altura, cabeza enorme, con dos, aún más enormes… ¿orejas?, ojos redondos como platos de postre, sin iris y lo que, aún daba más cuenta de su “diferencia”… ¡Siempre lo traía un amiguito suyo, en su bicicleta! Pero, es qué además, el mismo lo decía… con su voz de niño cabrón… “¡Esta no es mi casaaa!
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¡Dale a la sonrisa! ( Micro-Relatos de humor )
HumorReírse hasta de uno mismo... inmejorable terapia.