Resurrección.

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El cementerio de Green-Wood es uno de los más grandes de la ciudad de Nueva York. Es tan grande que su tamaño es el de la mitad de Central Park. En él, se encuenntran tumbas de personajes famosos, mausoleos tan preciosos que da la sensación de hallarse en un parque de estructuras más que en un lugar de descanso eterno para los que ya no se encuentran en este plano. 

Fue en el cementerio de Green-Wood donde enterraron los cadáveres de los habitantes de la casa roja a seis calles de la Universidad de Columbia, luego de que una de las jóvenes vecinas de la residencia estudiantil donde los seis chicos vivían descubriera el cuerpo sin vida de Danielle Van Der Vaart tirado justo en la salida a la calle de la casa, con un balazo en la espalda. La chica, que acababa de salir a trotar, se topó con ese desafortunado incidente, solo para ver que la puerta de la casa roja estaba abierta de par en par. Lo que vio al entrar fue una masacre. Todos los jóvenes estudiantes de medicina estaban muertos de maneras brutales: golpeados, torturados, baleados, y un chico se encontraba literalmente sin cabeza. Se la habían arrancado con lo que al parecer era un hacha.

En seguida, la chica llamó a la policía, quienes aparcieron en la escena del crimen a la media hora de haber comunicado los asesinatos. Los forenses allanaron el lugar, y enseguida los vecinos salieron a averiguar qué había sucedido en la tranquila residencia estudiantil. La chica rindió declaraciones acerca de cómo había descubierto los cuerpos, y ella, sin perder ni un solo detalle, los contó. Los policías le preguntaron si había visto algo raro en las anteriores veinticuatro horas, a lo que la chica respondió que no, porque ella había estado fuera de casa todo el día de ayer, cuando, según se determinó después, se habían producido los crímenes.

La policía llegó a la conclusión de que no habían entrado a la casa precisamente para llevarse algo, pues no se veían signos de que estuvieran buscando objetos de valor. El lugar era una completa piscina de sangre. Aún después de que los forenses se llevaran los cuerpos, el aroma a muerte se respiraba en el aire.

La chica se fue a casa, decidió que trotar ese día no le iba a servir de nada. Es más, decidió que vivir en la casa de al lado donde había ocurrido una masacre no la iba a ayudar mucho a olvidar la escena tan terrible que había presenciado, así que al día siguiente empacó sus cosas y se mudó a Seattle, al otro lado del país, junto a su familia.

El detective encargado del caso de los seis, como se llamó aquel asesinato que perduró en la historia de la ciudad de Nueva York como uno de los crímenes más conocidos, fue el que tuvo que explicarle a la prensa que lo que había ocurrido no había sido por venganza, ni por ajuste de cuentas. 

Al detective Moore le pasó por un momento la escalofriante idea de que a esos chicos los habían asesinado por simple y puro placer. Que uno -o varios- asesinos se habían metido a la fuerza a la residencia y los habían masacrado a todos de maneras asombrosamente violentas. Ni siquiera en sus más terribles pesadillas el detective Samuel Moore se le habría ocurrido asesinar a alguien así, y por supuesto que había soñado infinidad de veces con que mataba gente. Después de treinta y dos años de servicio en el departamento de policía de la ciudad, le resultaba casi imposible no relacionar cualquier asesinato con algún loco psicópata. Fue mientras pensaba en sus años de trayectoria cuando descubrió algo peculiar en la habitación de la sala. Un pedazo de espejo de un tamaño considerable bañado en sangre. Entre lo rojizo del líquido, Samuel Moore pudo distinguir varias huellas digitales, seguramente las de alguno de los asesinos.

Luego de llevar el espejo al departamento forense, los expertos en dactiloscopia descubrieron que las huellas dactilares pertenecían no al asesino, sino a uno de los habitantes de la casa. El chico que había sido hallado sin cabeza, un tal Benjamin Preston. Y según los estudios de la sangre, solo pudieron decir que posiblemente pertenecía a los asesinos, porque habían comparado muestras con las de los cadáveres y no se encontraban relaciones.

Vrykolakas: La Venganza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora