Capítulo 68

887 54 1
                                    


- Tenemos que hablar – dije muy convencida. Habían pasado semanas, semanas en las que realmente la locura se había hecho parte de mí, pero en mis sueños estaban las respuestas y después de muchos intentos comprendí que mi orgullo no era lo que me sacaría de aquí.

Ella me debía algo, demasiado quizá. Por ese mismo motivo debía ayudarme, esta sin ninguna duda sería la única oportunidad que tenía de demostrarme que realmente era digna de mi confianza.

- Claro – dijo ella invitándome a pasar a su cuarto.

Llevaba días sin ver a Sam y eso era demasiado extraño, pues no me dejaba ni a sol ni a sombra.

Me senté, era la mejor opción para mí en estos momentos.

- Quiero que me ayudes a salir de aquí – le confesé al fin.

Su semblante cambió, se puso pálida, mucho de hecho.

- No puedes – dijo con una seguridad en su mirada tildada de rabia.

- Genial – empecé – No solo me engañas toda una vida y me abandonas, sino que encima ahora no piensas ayudarme. Ahí demuestras lo que eres en realidad – la valentía que sentía no era mía.

El primer sueño con Eric había sucedido el primer día que Sam me raptó. El más importante de todos fue cuando por primera vez se comunicó conmigo.

Sentir sus latidos como míos al despertarme, fue tan extraño, pero a la vez tan perfecto, que no pude pasarlo por alto sin más. Me pasé todo el día dándole vueltas y sobretodo buscando una explicación. La encontré cuando logré dormirme de nuevo la noche siguiente.

Así fueron sucediendo noche tras noches. Hasta que me ayudó a entender que quizá podía convertir mis demonios y enemigos en un plan perfecto para salir de aquí.

No quise escucharlo, no al principio, pero sabía cómo convencerme, por supuesto que lo sabía. No era real, pero se sentía como si lo fuera. Eran mis días los que parecían irreales.

- ¿Qué tienes pensado? – preguntó después de mi discurso.

- No mucho, mi primer paso era hablar contigo, así que eso es todo lo que tengo por ahora.

Asintió.

- ¿Sabes dónde está Sam? Lleva varios días sin aparecer por mi cuarto – le pregunté sin más remedio.

- Ha vuelto a la ciudad, Altaira. Debía ocuparse de algunas cosas.

Empecé a negar mientras una sonrisa demasiado sarcástica se instalaba en mis labios.

- Jamás pensé que algo así pudiera pasarme, ¿sabes? Y mucho menos que tuvieras contacto con él antes que conmigo, aun desconociendo la maravillosa noticia.

- Es demasiado complicado, Altaira...

- Siempre lo es. ¿Sabes cuándo realmente las cosas son complicadas? – no esperé su respuesta – Cuando ya no hay marcha atrás, cuando alguien desaparece de tu vida y tú no puedes hacer nada. Cuando te pones a pensar en como era esa persona y no lo recuerdas porque hace demasiado tiempo que no la ves. Yo tenía miedo, ¿sabes? Miedo a olvidarte por completo, físicamente hablando, claro, porque jamás lograste desaparecer de mi cabeza. Te lloraba cada noche, cada maldita noche, en silencio. Mis lágrimas al poco tiempo acabaron desapareciendo, pero el dolor, la agonía, estaba presente en mí cada día, a cada momento. Dejé de ser yo, me convertí en alguien fría y muy reservada. Solo confiaba en papá y en Sam y uno de ellos era tan falso como tu preocupación por mí.

- Altaira...

- No, déjame terminar – le dije interponiendo mi mano para hacerla callar – Así que ni se te ocurra juzgarme, porque por tu maldita culpa, yo me he convertido en alguien que detesto. Alguien que no aguanto, alguien que me asquea. Todo, por ti. Vas a ayudarme, no sé como, pero me vas a contar todo lo que necesito saber y después vas a labrar un plan, uno seguro y voy a volver con mi padre, la persona que me ha criado aun sabiendo quien era. De mi parte, jamás recibirás nada más que eso.

No era todo lo que tenía que decir, ni muchísimo menos, pero no podía actuar de otra forma. Me había vuelto un ser frio, una coraza demasiado extensa me había adornado el alma, una mucho más fuerte que la que tenía antes de entrar en Osadía.

Creí que esa era la mejor decisión de mis días.

Me equivoqué, ahora que sé toda la mentira que me ha rodeado durante tantísimos años, no puedo más que pensar en que me hubiera quedado en Cordialidad.

El precio de permanecer allí era muy grande, pero mi padre lo valía, por supuesto que lo hacía. Alguien engañado de esa forma y conocedor de esa gran mentira, que acepta a una niña fruto de una infidelidad, no puede ser mejor persona. Si lo hubiera sabido, jamás me hubiera marchado, aún a sabiendas que no hubiera conocido a Eric, al menos no de la misma forma, ni tampoco a Tris, ni a Cuatro, tanto como ahora. Pero hubiera sido justo para él, hubiera sido lo único que yo podría haber hecho, sin embargo, eso no ha sucedido así, por lo que pensar en el: "y si hubiera", no sirve absolutamente de nada.

- De acuerdo, mañana a las dos, mientras todos comen, espérame en la puerta – dijo señalándola, se refería a su cuarto - ¿Quieres saberlo todo? – dijo de una forma más que retórica – Pues bien, lo harás, pero yo no me hago responsable de los daños que te pueda ocasionar. Eres ya mayorcita para saber donde te metes.

- Por supuesto que lo soy, empecé a serlo desde que me abandonaste. Ahí crecí de un solo golpe – dije con una sonrisa en la boca.

¿Quería jugar a ese juego? Pues yo no iba a quedarme atrás.

JenGvargas

A veces creemos que la valentía no está en nosotros, pero pequeños momentos o personas, logran hacernos ver finalmente que en nosotros sí está la solución a todo. 

Solo se trata de buscar o esperar, ambas opciones son un buen método.

¿Qué creéis, puede confiar en esa mujer que dice ser su madre? ¿O la delatará?

¿Logrará salir de ahí ahora que Sam no está?

Que paséis un buen día!


CAPÍTULO EDITADO


Treat you betterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora