Capítulo 4

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-El sistema de facciones es un ser vivo compuesto por células, que sois vosotros, y la única forma de que pueda vivir y prosperar es si cada uno ocupa el lugar que le corresponde. El futuro, pertenece a aquellos que saben cuál es su sitio - comentó Jeanine una vez el silencio inundó la gran y ocupada sala.

Tras mantener esa conversación con Sam y estar un buen tiempo compartiendo ese perfecto abrazo, ambos nos despedimos y nos marchamos a nuestras respectivas viviendas. Debíamos pensar bien lo que hacer, aunque por mi parte ya estuviera decidido, él seguía dudoso y no era para menos.

Me senté en una de las sillas con las que contábamos en casa y allí me quedé, pensativa, hasta que mi padre llegó.

-¿Qué haces, Altaira? - preguntó cuando me vio sentada.

-Pensar - le confesé algo aturdida.

-No pienses demasiado, actúa por instinto.

-Eso hago - dije con una sonrisa entrecortada. Me levanté, me despedí y me fui a dormir, era realmente pronto, pero ni siquiera me importaba. Necesitaba decir adiós a todo lo que me rodeaba, puesto que sería la última noche que pasaría en la cama donde mi madre me susurraba noche tras noche lo maravillosa que era la vida, a la par que dura.

Y volví a soñar con esos ojos y esa voz. Pero no me importó.

-Cuando salgamos de esta sala, ya no seréis personas dependientes, sino miembros de pleno derecho de nuestra sociedad. La facción, antes que la sangre - proclamó Marcus, uno de los abnegados más importantes.

Todos en la sala repitieron esa frase, yo me quedé callada, no quería ser igual, agachar la cabeza hacía tiempo que había dejado de ser lo mío y esto lo sentía como tal.

A continuación cada uno de los convocados fue haciendo su elección tras ser llamados. En el frente había cinco cuencos de tamaño considerable con algo que representaba cada facción. Mi mirada, una vez estos aparecieron, iba de Verdad a Osadía y de Osadía a Verdad, ni siquiera entendía el motivo, pero probablemente me había afectado algo más de lo que en un principio creía el hecho de que en mis resultados apareciera Verdad.

Había tenido la suerte de ver a Sam al entrar, ambos nos quedamos mirándonos fijamente y de forma bastante seria. Lo conocía lo suficiente como para saber que estaba muerto de miedo. Ni siquiera sabía que sería de él después de esa elección, como tampoco sabía que sería de mí.

Su madre en ese momento se encontraba a su lado, muy pensativa, junto con su marido, quien hacía amago de reventar en cualquier momento.

Extrañaría más a Sam que a mi propio padre, eso era algo que siempre me había planteado, pues Sam no era solo mi mejor amigo, era quien me sostenía, por decirlo de una forma sutil.

Mi respiración se aceleró cuando escuché su nombre. Sam se levantó, asintió mirando a sus padres y cuando se dirigía hacia donde debía tomar la decisión de su vida, se giró, me buscó entre el gentío, me miró y sonrió.

Entonces supe que mis palabras del día anterior, habían logrado aplacarlo y me había escuchado. Cogió el pequeño cuchillo con el cual se habían cortado los demás y procedió a hacer el mismo gesto.

Su sangre cayó en Cordialidad y una sonrisa se instaló en mi semblante. Había seguido lo que siempre había querido, estaba emocionada por él, pero algo dentro de mí se rompió al descubrir que todo se hacía realidad, Sam y yo ya no volveríamos a ser lo que éramos.

Una relación más perdida, pero esta marchitada por el tiempo y la inexistencia.

Los cordiales lo acogieron entre gritos de alegría, sonrisas y mucha felicidad, toda la que diariamente se veía en la facción.

Tras Sam, pasaron cinco chicos más y tres chicas, hasta que mi nombre resonó por todo el lugar. Me levanté, miré a mi padre, el cual me guiñó un ojo y bajé para poder subir al pequeño escenario donde se encontraba lo necesario para convertirme en una nueva y renovada Altaira, una osada.

Cogí el cuchillo que Marcus me ofreció después de limpiarlo, me hice un pequeño tajo en el dedo índice de la mano izquierda y cuando una gota de mi roja sangre iba a caer, lo posicioné sobre las rocas incandescentes de osadía.

Gritos empezaron a resonar por todo el lugar, los osados vinieron a mí incluso antes de que yo moviera un solo músculo de mi cuerpo. Me giré y miré a mi padre, tenía un aspecto serio y más frío que nunca. Supongo que esa era realmente nuestra despedida, pues como bien había proclamado Marcus: La facción antes que la sangre. Mi padre ya no era más que una de las personas que me había creado. Probablemente verlo ya no sería una opción barajada y eso me destrozó un poquito más si cabe.

Miré a Cordialidad, en busca de los ojos de Sam y los encontré. Él sí que me sonrió y por eso sabía que había hecho lo correcto. Cogí aire y pegué un grito, al cual nadie le dio importancia pues cada osado de la sala gritaba a pleno pulmón.

Me sonreí internamente y me di la enhorabuena, quizá me arrepentiría de mi decisión, pero cabía la posibilidad de haber acertado de pleno y por ese motivo, ya valía la pena haberse arriesgado.

JenGVargas

Elegir y elegir, cada día lo hacemos, pero hay momentos que determinan nuestras vidas. No os olvidéis nunca de elegir lo que os haga feliz, chicos! Gracias por leer!! Votad y comentad qué opináis, eso me ayuda!! Besos osados para todos.

CAPÍTULO EDITADO

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