09.

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           Después de que la confusión de todos se disipó, Savannah tomó el brazo del inglés, entrando tras los demás, sonriéndoles a quienes la felicitaban.

           — ¿Por qué haces esto? —cuestionó él en un murmullo.

           — ¿Qué cosa? —cuestionó ella, mirándolo por unos segundos.

           —Esto, comenzar a hablarme de repente —explicó mientras se acercaban a la barra improvisada, sentándose en un par de sillas altas.

           — No quiero pelear siempre —respondió con una leve sonrisa.

           ¿Estaba bien lo que hacía?

           —Entonces, ¿estamos bien?

           —Claro —le dedicó un guiño, sonriendo para sus adentros al ver que todo iba según lo planeado.

           Buscó a Tom entre la gente sin levantarse de su lugar, tras varios minutos pudo verlo y no dudó en acercarse, él no estaba sólo, conversaba con Brandon, pero aquello no era algo que a Sav le molestara.

           — ¿Pasándola bien sin mí? —cuestionó en un tono bromista, abrazando al castaño.

           —Claro que no —rió Brandon, dedicándole una sonrisa—. Estás preciosa.

           —Gracias —contestó con una sonrisa igual de amplia—. ¿Me regalas unos minutos con Tom?

           —Claro, diviértete —asintió el moreno, dejando un beso en la frente de la fémina antes de retirarse.

           — ¿Pasó algo? —cuestionó Tom, quien jugaba con un rizo del cabello ajeno.

           —No, ¿quieres bailar conmigo?

           —Ni lo preguntes —contestó él, antes de guiarla a la pista de baile.

           Estuvieron bailando entre risas y varias caricias, tan juntos como si fuesen uno, él la halagaba, ella reía como toda una niña. No era algo que le molestara a ninguno, tampoco era la primera vez que estaban juntos de esa forma. Tras casi una hora en la pista, Sav decidió ir a sentarse en las sillas alrededor de la barra, Tom se quedó conversando.

           — ¿Cansada? —cuestionó Chase, quien parecía no haberse movido de ahí en todo el rato.

           —Un poco —rió ella, antes de pedir un trago al chico encargado.

           — ¿Quieres bailar conmigo en un rato? —inquirió el de ojos azules, mirándola.

           —A Tom no le va a gustar —rió nuevamente, negando con su cabeza.

           —Sé que tratas de darme celos con Tom —dijo él antes de pedir una cerveza, con una sonrisa que expresaba socarronería.

           — ¿Cuánto has bebido? Estás mal.

           — ¿Segura? —cuestionó acercándose a ella, tanto que la más baja podía sentir la respiración ajena.

           Sin duda lograba ponerla nerviosa, pero estaba decidida a no demostrarlo.

           — ¿Por qué no vas a molestar a Evelyn? —cuestionó ella, empujándolo sin demasiada fuerza, casi como una forma de protección.

           —Demonios, ¿sigues con eso? —esta vez tomó la mano ajena y la sacó del edificio, ella forcejeó un segundo después.

           Cuando estuvieron fuera del edificio y Sav notó que caminaban en dirección a la universidad, intentó soltarse sin muchos resultados.

           — ¿Qué se supone que haces? ¡Suéltame! —bramó ella.

           El inglés no hablaba, se notaba su molestia con sólo mirarlo, aun así no dijo nada, trataba de aparentar los celos que hacían hervir su sangre, se había sentido repentinamente molesto cuando la vio bailar con Tom, igual que se había sentido en ocasiones anteriores.

           Sólo la hacía caminar las pocas calles hasta la universidad y al estar ahí la llevó hasta la habitación de él. Cerró la puerta tras ambos, ahora la miraba con frustración.

           —Escucha, ¿bien? Lo de Evelyn fue un error, no es lo que parece, ella me besó, te lo juro —habló con desesperación, sin dejar de mirarla mientras movía sus manos.

           —Yo no estaba ahí, no lo sé, sólo sé lo que vi.

           — ¿Puedes dejar de ser tan jodidamente necia? Me importas, demonios, ya no sé cómo dejártelo claro.

           Sav pensaba refutar, no quería quedarse sólo con palabras vacías, pero antes de que pudiera hablar tenía los labios del inglés sobre los propios, besándola con necesidad, sin dejar la suavidad de lado. Ella se resistió un par de segundos, negándose a mover sus labios sobre los ajenos, aquel besó tumbó sus defensas hasta que decidió dejarse llevar por el momento. Lo había extrañado y en ese momento fue que se percató de cuánto. Aquella noche se desprendieron de las prendas que sobraban, y se convirtieron en uno bajo las sábanas blancas, entre murmullos y palabras de amor, entre caricias y besos.

           —Promételo —pidió ella entre las sábanas blancas, su diestra se perdió entre los oscuros y despeinados cabellos del inglés.

           —Lo prometo, todo fue un malentendido —repitió antes de robarle un pequeño beso en los labios—. ¿Qué pasará con Tom?

           —Hablaré con él, todo estará bien —dijo antes de cerrar sus ojos, quería dormir al menos unos minutos antes de que amaneciera y tuvieran que irse.

Pase lo que pase.  [COMPLETA] #PGP2018Where stories live. Discover now