Capitulo 1- Escapada

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Capitulo 1

Cuando era niña, siempre tenía el mismo sueño: una extraña figura en un bosque y una espada que resplandece por la luna. Jamás creí que se volvería realidad.
Pero antes de adelantarnos en la historia, quiero recordar cómo fue que llegué ahí. Cuando dejé de creer y dejé soñar. Y es fue hace no musco tiempo, seis meses para ser exactos.

De todos los lugares en los que pensé que estaría, California ni se le acerca.
El salón de clase estaba lleno de personas nerviosas y ansiosas. Inevitablemente, me siento totalmente fuera de lugar, incómoda y sola. No pasó un mes del primer semestre y ya me cambié de escuela, de ciudad, de casa, de ropa, de peinado... en fin. Pero eso en mi vida era normal, lo es desde que tengo doce años. En este punto, mi nombre es lo único que conservo.
Un chico golpea con mi banco y casi ni me mira. Era de esperarse: soy la freak de la clase. Vestida de negro y blanco, con mi morocho y rizado cabello metido en una gorra de lana y con los auriculares a todo lo que dan. Desconectada de todos; y hubiera estado así todo el rato... si no fuera por un enorme barriga cubierta por una camisa azul se me coloca enfrente.
Levanto la vista y veo a un gordo, calvo y muy ceñudo profesor, mirándome. Me siento derecha con la espalda contra la silla y me saco uno de los auriculares. Él sigue sin conformarse y hace señas ,junto con una horrible mueca, de que me saque ambos auriculares. Suelto un bufido y abandono a Radioactive. Y por fin escucho las risas de mis compañeros; ¿Que hice para merecer esto?
-Muy bien, señorita...- La voz ronca y fuerte del profesor suena como el rugido de un oso. Busca achinando los ojos mi nombre en la libreta desde su escritorio
Espero a que hable pero sigue con su búsqueda inútil. No lo hace.
-Melody Phoenix, señor. - Gruño, y mi nombre hace que muchos se rían. Sinceramente... era de esperarse.
-Silencio... - Dijo, mandando una mirada matadora a todos. Sus ojos, ya de por sí pequeños, se perdían en la mueca de su rostro. Un murmullo llenó el salón, y la postura el robusto hombre cambió de amenazadora a burlona. Burla hacia mi. -Eres la nueva... ¿Sabes algo de filosofía?- Preguntó. Mi ira, dirigida hacia esa morsa... era incalculable.
No respondí.
-¿Y sabes algo de historia?- Pregunta, cruzándose de brazos.
No respondo. Miró hacia el marco de la puerta... Tiene pequeñas manchas de humedad que se mezclan entre la pintura. Él sigue con su charla para dejarme en ridículo. No le presto la más mínima atención. Los chicos siguen hablando bajo de mi, burlándose. O simplemente curiosos.
- ¿Nada? Bueno, de seguro podemos hacer algo contigo, eh? - Se levanta y se planta delante de mi en tres o cuatro pasos que suenan por todo el salón. No lo miro. -¿Sabes leer, al menos?
Se ríe horrorosamente y se vuelve a su escritorio, dándome la espalda. Me levanto de golpe, agarro mi mochila y salgo por la puerta.
Apenas oigo sus gritos y las risas de mis compañeros.
Sé adónde me dirijo. Memoricé cada pasillo, salón y pasadizo de esta espantosa secundaria hace semanas. El "Gran Pasillo" es el que une todas las puertas de los salones por lo que es casi imposible perderse; repito mentalmente mi ruta de salida. 'Baños- Conducto- Ventana- Basurero- Salida'
Veo dos puertas, una azul y otra rosada. Voy por la rosada, apenas entrar la cierro con tranca; hay cinco baños y un gran espejo encima de unos tres lavados y todo de color ropa pálido, nada especial. Tiro mi mochila encima del lavado y salto para agarrar una pequeña cuerda con un aro para abrir el conducto de ventilación. Cae al suelo y yo me apresuro a agarrar mi mochila; me impulso todo lo que puedo para llegar al maldito conducto. Tres intentos y nada.
Me inclino y me apoyo sobre mis rodillas, sin aliento. Pero me congelo cunado escucho mi nombre. En algún lugar, como un grito lejano; luego pasos y el grito de una mujer. Miro el cuadrado en el techo y salto otra vez... una mano llega y luego la otra. En 30 minutos estoy adentro.
Me muevo con los codos, arrugo la nariz al respirar: huele como... como deben de oler las axilas de la Morsa. Mi nombre sigue siendo gritado por una mujer; no me distraigo y sigo moviéndome. Por fin, veo otra abertura más pequeña, por la que tengo que salir. La empujo con mis pies y siento aire fresco golpear mi rostro. '!Adíos, apestoso olor a Morsa¡'
Veo el suelo debajo de mi, al lado un contenedor de basura vacío; salto sin dudarlo. Pequeñas piedras lastiman mis manos y mis rodillas, pero me recompongo como puedo. Meto mi cabello dentro de la gorra de lana y pongo mi mochila sobre un solo hombro. Echo a correr como loca, lejos de las personas, lejos de la rabia y la ira, lejos de todo. Lejos de mi conciencia.
Llego a una carretera y sigo corriendo. No paro, por nada. Ni por los babosos que frenan, ni por las mujeres preocupadas.
Veo unos árboles a lo lejos y aligero el paso; cuando llego escucho agua. Cierro los ojos y disfruto, por un instante, ese momento de paz.
Bajo corriendo, pisando las enormes piedras y rodeando los grandes árboles. Un gran río ocupa mi visión, y sonrío. Dejo mi mochila por ahí y me saco las botas negras y mi pantalón de jean blanco; casi me olvido de tirar mi gorro, lo hago dejando mis rulos al aire, siento el peso de mi cabello en mi cintura. Me acerco al agua y rozo la superficie con los dedos de ambas manos; pequeñas y delicadas ondas se crean en el cristalino espejo que refleja al cielo.
Y sin más me arrojo al agua un poco fría. Mi camiseta gris con mangas se pega a mi cuerpo, mis cabellos se pegan a mis ojos y mejillas y una increíble paz me llena. Me dejo llevar.
El agua se hace cada vez más oscura al ir al fondo, pero no me importa. Sigo nadando, y sigo más al fondo... Casi llego a tocar...
Todo el aire se escapa de mis pulmones y forcejeo a lo que sea que me tiene agarrada del tobillo. Me lleva a la superficie, pero no me suelta. Y eso me preocupa.
Al salir tomo todo el aire que puedo e inevitablemente toso como una loca; alguien me golpea la espalda. Me paralizo, y lentamente me giro para ver el rostro cansado de mi Guardián, Alexander Jean Obraen.
-¡¿Pero que mierda te pasa!? ¡Casi me ahogo!.-Le grito en la cara. El sonríe y me agarra por la cintura y nos lleva a ambos a la orilla. Sólo esta cubierto por un pequeño boxer, y su esculpido cuerpo de 24 años reluce con la luz del sol. Se echa el pelo negro hacia a tras y se gira par verme con su azulada mirada. Me sonrojo ligeramente. -¿Porqué Luck no vino a buscarme? .-Pregunto cuando salgo del agua. Veo que tiene dos toallas y, para mi suerte, me da una.
-Si, también me alegra verte. Y ¡de nada por salvarte!.-Dice con su tono sarcástico. Sólo pasaron cuatro meses con esa peste y ya quiero que se valla; <<Lo que tiene de lindo lo tiene de idiota>> Eso fue lo que todo el mundo me dijo de él. Y no metían.
Camino a paso lento y me intento secar mi pelo.
-No me alegro de verte y no tengo porque darte las gracias, sólo quería ir al fondo. Nada más.-Digo encogiendome de hombros. Alex me mira sin ninguna expresión, como... estudiándome. Tres minutos así y desvía la mirada. Suelta una pequeña carcajada y se sienta en una roca, mirando al río.
-Tienes suerte de que fuera yo el que viniera. Él esta como loco, maldijo todo el camino a la secundaria. -Dijo, riendo. Me senté en una piedra más alta que la suya. Me lo quedé mirando un rato, aún tenía las cicatrices de la pelea con Sauno en la espalda. Sé que estaba haciendo mal las cosas, pero... al menos alguien no me lo estaba recalcando. De la nada se gira y me mira con el ceño fruncido. -¡¿Por que demonios te escapaste?! ¡¿Sabes lo que eso provocará en La Reunión?!- Dice medio gritando.
Me retracto: Todos me lo gritan en el cara.
Lo miro sorprendida, bufo y me bajo de la pierda. Veo mi pantalón de jean cerca de la orilla y voy a buscarlo.
-Asi que... como siempre, es mi culpa.- Digo a nadie. Estoy enojada, molesta y harta de todos. Escucho los pasos fuertes de Alex, acercándose a mi. Siento sus manos en mi cintura, casi sin tocarme.
-Mel... -Me doy media vuelta y él se separa de golpe, preparándose para que lo ataque.
-¡Quítate!.-Estoy echa un demonio, y él lo sabe. -Eh echo cada cosa que me han dicho, fui a cada lugar que me dijeron, cambié todas las veces que me lo ordenaron... y una vez que decido no hacerlo...¿se les viene el mundo abajo? ¿Enserio?.-Digo. Y es verdad; todo lo que ellos quieren, quisieron... yo lo cumplí.
No sabe que decir, parece tener la mente bloqueada; y sólo hace que me enoje más. Lo rodeo, cansada. Me quito la camisa y me acerco a mi mochila en la que tengo ropa. Saco un brasier, una tanga y una camisa violeta de manga corta. Un frío recorre mi espalda y me vuelvo; sigue mirándome.
-Me voy a cambiar, Alex. ¿Te importa?.- Mi pregunta parece despertarlo y se vuelve hacia el camino que dirige a la carretera. Pero antes frena de golpe, sin mirarme.
-Te espero allá.- Y acto seguido se va con paso ligero, pero firme. Yo lo miro desparecer por entre los árboles y suelto un suspiro resignada.
Me desnudo completa y me seco con la húmeda toalla, con la cabeza en las nubes.
Sé que no debí irme.
Pero ya no aguantaba más.
¿Que es tan malo que no puedo salir acompañada de un guardia de la Corte? Sauno no va a revivir, ¿o si?
Aún así, soy una persona. Merezco tener una vida.
Pero eso ya no es decisión mía. Mi vida es la vida de todos, así que no me pertenece en absoluto.
Cuando termino de ponerme mi jean ato los cordones de mis botas por un asa de la mochila; me la echo al hombro y trepo por las piedras. Casi caigo de costado y me agarro a una rama. Sigo caminando y veo algo negro, grande. El auto de Alex. Sonrío, todos esos privilegios se deben a que protege a la princesa, yo.
Justo cuando faltan cinco metros de distancia...
-¿Como esta, princesa?.-Escucho una voz a mi espalda y una mano en mi hombro. Me giro de golpe e intento protegerme con las manos. Un puñetazo en el estómago y dos en mi mejilla derecha hacen que me tambaleé hacia atrás. Luego veo un destello, un arma; Dirigida hacia mi, hacia mi corazón . La freno con mis manos, agarrando la punta. Él insiste, pero se aparta de mi en un segundo. Después veo a una figura delante de mi. Siento un dolor en todo el cuerpo y caigo de rodillas, con las manos apretadas contra mi estómago.
Unas manos están en mis hombros y me obligan a sentarme. Cuando enfoco la vista no reconozco quién es, así que intento alejarme con el dorso de ambas manos. Inútilmente.
El hombre se acerca con las manos extendidas hacia mi, sigo alejándome torpemente, y grito cunado me tocan.
-Soy yo, Mel...Melody, por favor, para.-Dice... Alex. Me giro y lo veo a mi lado. Tiene la cara toda llena de sangre y un tajo sangrante en el cuello. Pero sus ojos azules son los mismos.
No me permito llorar y dejo que pase una mano por la espalda y otra por las piernas. Gimo de dolor cuando me levanta, me saco las manos del estómago y veo sorprendida el charco de sangre que brota de mi cintura. No me di cuenta de que el cuchillo me había tocado.
El otro hombre me mira e intenta acercarse a mi para ver mejor, pero me doy la vuelta y me escondo en el pecho de Alex. Su pecho esta caliente, cubierto por una camisa negra y fina, deja sentir sus músculos tensados por mi cercanía. No me importa. Confío más en él ahora que en el otro.
Deciden dejarme en paz y me llevan otra vez a la camioneta. Veo que tiene un vidrio roto y varios rayones. Creo que este día no puede empeorar...

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