Capitulo 2- Sentencia

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Capítulo 2

Una vez dentro de la camioneta, Alex se queda conmigo e intenta ver mi herida.
-Creo que no perforó mucho... pero tus manos...- Su voz y su ceño fruncido eran de pura preocupación; preocupación y culpa. Que nadie reconocería, menos yo.
-Son un desastre.-Completé con burla hacia mi misma. Pero él estaba tan serio que, y aunque no crea lo que pienso, prefiero que se ponga arrogante y egocéntrico que siga así. -Enserio... no duele tanto. -Miento, mucho. Apenas siento mis manos por el dolor y mi estómago parece que tuviera fuego.
Me mira con la cabeza agacha y piensa lo que va a decir... Que raro, él jamás hace eso. Siempre sabe que decir o hacer.
-Los que nos atacaron...-Asiento.- ... eran hombres de la reina Laura. -Dice con la voz pausada. Yo lo miro incrédulo. ¿Habla enserio? Siento un dolor en el pecho, pero mi curiosidad es más grande.
-¿Porque? ¿Para que me quiere muerta, herida o secuestrada la reina? Sé que no le agrado, pero...-No encuentro palabras. No le agrado, es la verdad; desde que puse un pie en su territorio intentó degollarme veinte veces, cinco cuando estaba dormida. Y lo único que le impide hacerlo es que Allan es el rey, mi mejor amigo. El cual salvé la vida, por accidente, pero lo hice.
-No tengo la menor idea de porque lo hizo, pero no te quiere viva... Aunque...-Dice, pero se detiene, no muy seguro.
-¿Aunque...?
Me mira y sonríe de lado, mi insistencia gana.
-Se dice... que ella esta enferma. Sabes que es demasiado orgullosa para pedir ayuda, y no querrá pedirlo por las buenas.- Asiento, no muy convencida.- O quizás quiere usar el chantaje... No lo sé.-Dice.
-Entiendo, pero... ¿de verdad crees que ella querrá que yo la cure, por las buenas o por las malas? Me odia, y aunque necesitase que la ayuden... ¡Hay miles de sacerdotes en el mundo!- Exclamo. EL dolor del pecho se hace más fuerte y me obligo a hacer silencio. Él también lo hace; y no sé por cuanto tiempo estamos así, pero cuando me dispongo a hablar, de la nada, la camioneta se detiene.
-Ya llegamos.-Informa desde el asiento del conductor, el otro hombre. Miro a Alex en signo de alerta, pero él sigue con la expresión neutral. ¡Maldito sea el entrenamiento de Luck!
Bajamos y el aire frío choca contra mi rostro.
Y hablando del Rey de Roma...
-Tenemos muchas cosas de que hablar, señorita.-Me dice desde la puerta de HospitalCenter.
-Si, papá...-Murmuro, bajo par que no me oiga. Alex lo hace, y siento como ríe sin sonido alguno.
Algo me llama la atención: en todas la puntas de.. bueno, de todas partes hay centinelas de negro. Entramos al blanco lugar y el característico olor a hospital me inunda, y me dan ganas de vomitar. Luck habla con una secretaria y llena mi formulario, ella lo mira con los ojos curiosos, y hasta coquetos.
¡Sólo es un hombre! ¡No es nada del otro mundo, señora! Me gustaría gritarle.
Los brazos de Alex se tensan a mi alrededor cuando un doctor me lleva hacia su sala; y yo también. Me bajo de él antes de entrar y camino lentamente hacia una camilla de color azul pastel. El doctor se dirige hacia la puerta y me dice que me siente. Lo hago, pero el dolor se hace más fuerte y un pequeño gemido sale entre dientes; como un perro al que le pisas la cola.
Pero antes de que cierre la puerta, un pie lo detiene. Mi guardián esta en umbral de la puerta con los brazos cruzados.
-¿Tiene prisa?.-Pregunta al doctor con la voz arrogante. Sonrío para mis adentros, y agradezco cuando veo que entra y se para de brazos cruzados a dos metros de la camilla en la que estoy.
El doctor estuvo todo el tiempo tan alejado como pudo de mi; llego a pensar que los humanos sienten la Impulción de Alex.
Me venda las manos y me pone cuatro puntos en el estómago, junto con un fuerte calmante.
Alex sigue en su lugar, mirándome. O creo que lo hace.
-Muy bien...-Dice el doctor, desde alguna parte de la sala. En este momento veo todo borroso. -...En dos o tres días estará excelente de nuevo, alteza. - Asiento.
Una mancha borrosa se acerca a mi y yo intento tocarla.
-Princesa... tenemos que irnos. - Dice la mancha. Yo sigo intentando tocarla, pero mi mano golpea con algo duro y cálido. Caigo en la cuenta, un poco más consciente, de que estuve manoseando el pecho de Alex.
Mi vergüenza duró todo el rato en el que salimos del hospital, hasta que legamos a las puertas de El Consejo De Seres Unidos.
Me retracto, este día sí puede empeorar... y mucho.

Me cruzo de brazos y miro por la ventana de la camioneta. El paisaje es muy bonito: árboles de cerezos, pastos llenos de flores y caminos de piedras, aun así y aunque sea todo lo impertinente que sea... Nada me salvará de lo que viene. El hombre que estaba en el bosque, Alex, Nick y yo estamos en la machacada camioneta dirigiéndonos hacia la reunión del consejo; la ultima vez que estuve ahí me obligaron a testificar sobre Sauno y todo lo que vi en la Barrera, sobre Serafina y sus hechizos y obviamente sobre mi y de como fue que pude quitarle la energía a todo un ejercito. Ningún buen recuerdo de este lugar.
Unos veinte Centinelas de negro están en la puerta, hace una reverencia cuando paso y se van. Es imposible saber si Zac esta entre ellos por culpa de sus cara tapadas.
Veo varias caras conocidas cuando entro en el Salón.
-Maximus, Alliyus, Narafi... Como han estado? -Pregunto con burla. Claro que ninguno de ellos lo sabe, solo la risa ronca de Alex a mi espalda me confirma que no todos son tan idiotas como ellos.
-Alteza, el Máximo Señor la espera. -Dice Narafi, noto como su cara se desconfigura en arrugas; debe de tener 5600 años, como todos los de por aquí.
Asiento sin ganas y camino por los pasillos leños de cuadros, personas importantes, reyes, reinas, duques y duquesas, guerreros y hadas de gran prestigio... Esas son las personas que ves cuando pasas. Y me es imposible pensar en que, entre tantos cuadros, no hay de niños huérfanos, madres solteras ni de los difuntos guerreros. Solo de personas con dinero y linaje "perfecto" son las reconocidas; los aborrezco.
Nick me abre la puerta y veo a Enofilus en un gran trono, aunque no es el rey, y al consejo a su alrededor.
-Bienvenidas, alteza. Déjeme informarle... Que usted estará detenida hasta que pruebe que no fue la responsable de la muerte del príncipe Venus. -Dice con una sonrisa. Y el grito de furia de Alex y Nick es todo lo que escucho hasta que todo se vuelve negro por un gran dolor en mi cabeza.

El Precio De La CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora