Otro Amanecer Sediento

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¡Mil gracias a mi linda beta Faby Kaban por tomarse el tiempo para corregir esta historia!

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Estaba encadenado a una cama, se le dificultaba ver y parecía no haber aberturas por ningún lado. Apenas podía ver a sus dos visitantes por la viva llama de antorchas, ardiendo mientras iluminaban sombríamente lo que parecía un calabozo.

Se levantó de golpe y aspiró una buena bocanada de aire, las paredes eran de piedra, lo que hacía el ambiente gélido. Frente a él reconoció dos caras muy familiares; lo relajaron un poco. Era su director Erwin Smith, estaba sentado; y su profesor de literatura, Levi, que permanecía de pie. Unas barras de hierro los separaban.

Abrió la boca para hablar pero calló cuando notó en sus muñecas unas enormes cadenas. Los dos hombres se veían tensos y desconfiados; Erwin no le quitaba los ojos de encima ni por un segundo y Levi ni siquiera lo miraba.

Sintió todo su cuerpo helar, no parecían en lo absoluto amistosos.

Abrió otra vez sus labios para hablar, su garganta estaba seca y su voz se oía tan ronca que casi no la reconocía.

¿D-dónde estoy? —preguntó con cautela.

Exploró sus alrededores con la vista, del techo colgaban más cadenas y habían pilares de madera, seguramente servían para encadenar más que para sostener el techo. Eren se retorció ante el pensamiento.

Erwin seguía hablando, aunque no podía distinguir qué era lo que estaba diciendo, su ronca voz parecía un murmullo solamente, posó su mirada en Levi, quien se negaba a verlo; Eren quería llamar su atención pero su garganta se rehusaba a cooperar, quería hablar pero las palabras morían en sus labios.

Empezó a entrar en pánico.

El hombre de menor tamaño hablaba esta vez, su voz se oía difusa y no podía distinguir nada, le pareció oír 'amnesia' pero no estaba completamente seguro. La voz se oía más clara con cada segundo que pasaba, y entendía las palabras mejor.

—...si nos traicionas en cualquier momento, te mataré de inmediato.

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Nadie había sabido —además de Mikasa— cómo Eren siguió a su profesor de literatura hace unas noches, no se atrevía decirle a Armin, para comenzar era un poco vergonzoso y a la vez extraño. Pero desde ese entonces no paraba de pensar en el mayor.

Nunca antes había mostrado indicios que le gustara alguien de su mismo sexo, pero tampoco del contrario, simplemente nadie le había llamado la atención. Su vida nunca había sido fácil, con la llegada de su hermanastra y la atrocidad que ella vivió; también la forma como la enfermedad había consumido a su madre frente a él. Nunca había tenido tiempo para pensar en cosas tan triviales.

Como ahora... con Levi...
¿Significaba que era gay?

Esto le recordó su primer beso, había sido por mera curiosidad, cuando la vida era más gentil y no había problemas que lo agobiaban: tenía una madre, y su padre siempre estaba presente. No había cruzado caminos con Mikasa; y Armin era el único amigo que tenía.

El rubio lo había invitado a su casa a jugar, para su sorpresa Armin encontró una película vieja en el sótano de su abuelo; de esas en donde todo es blanco y negro, las mujeres usan vestidos con brillantes, y sus labios rojos. Los hombres con pantalones hasta la cintura, bigotes estilizados y cabellos llenos de vaselina, peinados con el mayor cuidado hacia un lado.

Nuestras Vidas No Nos PertenecenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora