Dentro de Todo Secreto Acecha el Miedo a Descubrirlo

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Una calurosa bienvenida a las nuevas lectoras que empezaron esta historia! Espero que se queden y que les guste!

Gracias a mi beta Faby Kaban por editar!

No sé si es necesario decirlo, pero ni modo: SnK le pertenece a Isayama Hajime.

Una última cosa, creo que cambiaré el rating de T a M; las cosas se calentarán de aquí en adelante. Si les es incómodo, son libres de dejar de leer (y si les gusta... pues sigan que lo van a encontrar!)

Y sin más... comencemos!

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Se restregó los párpados con el dorso de su mano hecha un puño, las noches se habían sentido largas y le era imposible cerrar los ojos. No había vez que no tuviera pesadillas. Eren disfrutaba las noches sin sueños; prefería pura oscuridad en lugar de las sangrientas imágenes que no lo dejaban por la noche.

A veces Levi aparecía en sus sueños, pero de alguna manera ese hombre era diferente a su profesor; se miraba fatigado, como si estuviera cansado de sostener un enorme peso en sus hombros. Eren sentía lástima por el ficticio hombre pelinegro de sus sueños, preferiría a su maestro cualquier día.

Escuchó el timbre de su casa, Grisha había salido y Mikasa pasaría la noche en casa de una amiga —no tenía idea de quién, se había olvidado de preguntar—. Así que llamó a Armin para no pasar la noche solo. El sonido de la entrada revivió fuertemente, el castaño corrió. Su amigo estaba presionando la campanilla sin misericordia, ¿qué diablos le pasaba?

Abrió la puerta al momento que pensaba decirle algo ingenioso al chico que estaba detrás de la puerta. Iba a hablar pero fue cortado, para su sorpresa fue empujado hacia su propia casa. Armin entró a la fuerza y cerró con un estruendo, el sonido retumbando sonoramente. El castaño retrocedió y miró mejor a su amigo.

El de ojos azules parecía que acababa de cometer un crimen, sonreía con complicidad y tenía todo el rostro coloreado de rosa.

—¿Armin? —preguntó Eren, su amigo parecía un poco psicótico.

—¡De-debo decirte algo! —dijo el chico, tartamudeando con emoción.

—De acuerdo, ¿qué pasó? —cuestionó con cautela, su amigo lo estaba asustando.

—¡En tu habitación! —demandó el de ojos grandes.

Corrió directo a la recámara de Eren, saltando los escalones y desapareciendo por la puerta. El castaño no entendía qué era lo que acababa de pasar. Con un ritmo más lento, llegó a su cuarto para ver a un Armin Arlert paseando por toda su pieza. Recorría todo el espacio en cuestión de segundos y luego lo volvía a hacer.

Eren realmente empezaba a ponerse nervioso.

—¿Sí? —preguntó mientras se sentaba en el alfombrado piso, al lado de su cama.

—¡Annie! ¡Annie! —repetía a gritos.

—¡¿Qué?! —quería entender a su amigo— ¿La asesinaste?

—¿De qué hablas? —preguntó el rubio, confundido por las palabras de Eren— ¡No! ¿Cómo puedes preguntar eso?

—¡No me estás diciendo nada, Armin! —gritaba, igualando el alto tono del otro— ¡Así que asumo lo peor!

—¡Annie y yo tuvimos sexo!

Eren se quedó callado.

—¡Di algo! —suplicó su amigo de la infancia.

Nuestras Vidas No Nos PertenecenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora